The Mexican War/La Guerra de Intervención

The Mexican War. Episode 22. La Batalla de La Angostura, 1a. parte

December 13, 2020 Cesar N Madrigal Season 2 Episode 22
The Mexican War. Episode 22. La Batalla de La Angostura, 1a. parte
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The Mexican War. Episode 22. La Batalla de La Angostura, 1a. parte
Dec 13, 2020 Season 2 Episode 22
Cesar N Madrigal

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La  victoria en la Batalla por la ciudad de Monterrey había otorgado al ejército de Taylor la habilidad de dictar el curso de la guerra al conquistar territorios al norte del país mexicano. El presidente Polk pensaba que esto forzaría a México a la mesa de las negociaciones, pero lejos de obtener el pacto, el armisticio acordado por Taylor con Ampudia, generaba un nuevo curso en la guerra y la entrada de nuevos y antiguos personajes.

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La  victoria en la Batalla por la ciudad de Monterrey había otorgado al ejército de Taylor la habilidad de dictar el curso de la guerra al conquistar territorios al norte del país mexicano. El presidente Polk pensaba que esto forzaría a México a la mesa de las negociaciones, pero lejos de obtener el pacto, el armisticio acordado por Taylor con Ampudia, generaba un nuevo curso en la guerra y la entrada de nuevos y antiguos personajes.

La Batalla De La Angostura/Batalla de Buena Vista

Primera Parte

23 de noviembre de 2020

Cesar N Madrigal Loza

La Batalla de Monterrey otorgaba otra victoria a Zachary Taylor, pero lejos de generar motivación al general y a sus tropas, fomentaba una disputa entre Polk y el popular general. Mientras permanecía en Monterrey, Taylor se mantenía inmovilizado como consecuencia de los acuerdos convenidos con Ampudia, al final de la batalla por la ciudad de Monterrey. Mientras esto ocurría, otro personaje familiar retornaba a la escena: Antonio López de Santa Anna, el cual, ya recuperado de la triste y reservada bienvenida orquestada por los habitantes del puerto de Veracruz, se convertía en el defensor militar del país, como resultado de una variedad de eventos, pero primordialmente como consecuencia de que la gran mayoría de los mexicanos se mantenían unidos, primordialmente por el deseo general de poder derrotar a los invasores, aunque, para beneficio de Santa Anna, el gobierno se mantenía desunido. 

Por otro lado, la carta oficial, la cual legalmente terminaba con el armisticio acordado por Taylor y Ampudia, escrita por el secretario de Guerra, William L. Marcy, arribaba a manos de Taylor el 2 de noviembre de 1846. El general, el cual era queridamente reconocido entre sus tropas como “viejo, áspero y dispuesto” comenzaba a exaltarse y a enfurecerse con el gobierno de Washington. Se rumoraba también que existían planes para reemplazarlo y esto añadía aún más al desencanto del general. Como una forma de expresar sus frustraciones, Taylor comenzaba a enviar cartas a sus allegados políticos en la capital, y en corto tiempo, las quejas expresadas, por el general victorioso de las tres batallas efectuadas, llegaban a los oídos del presidente Polk.

Estas irritaciones conllevaban un significado, pero la plena realidad del momento era que la guerra ya no era cuestión de ganar algunas batallas adyacentes a la frontera y forzar a México a la mesa de las negociaciones. La guerra se tendría que llevar hasta el corazón del país mexicano, hasta la mismísima Ciudad de México. Por algún tiempo, algunos de los cercanos colaboradores del presidente Polk, comenzaban a considerar la posibilidad de enviar una fuerza marítima anfibia en dirección a Veracruz para capturar el puerto y poder dirigirse directo hacia la ciudad de México. El mismo presidente lo había también considerado, pero sin tener un plan firmemente elaborado.

La frustración generada por Polk hacía que esta presunción se convirtiera en una posibilidad más latente, como resultado de los acuerdos de tregua concordados por Taylor con Ampudia, tras la victoria de este en la Batalla de Monterrey. Los círculos cercanos al presidente no consideraban a Taylor capaz de liderar las fuerzas marinas navales y otros candidatos comenzaban a surgir, entre ellos, el senador del estado de Missouri, Thomas Hart Benton, el cual fungía como el principal consejero militar dl presidente Polk. 

Winfield Scott, mientras tanto, permanecía a la deriva sin manifestar interés alguno en postularse como candidato. Pero a principios de septiembre de 1846, cambiaba de opinión al contactar al secretario de Guerra William L. Marcy, con una carta enviada, en la cual le indicaba que los recién formados regimientos de caballería de voluntarios podrían se liderados por él, y arribar prontamente al Río Grande a finales del mes. Marcy respondía a la misiva indicándole que, “la campaña en contra de México no ha considerado el reemplazar al general Taylor por usted.” 

La dura respuesta de Marcy a Scott cambiaría de tono semanas después y el miércoles 18 de noviembre de 1846, el secretario formalmente proponía al general como el hombre indicado para liderar las fuerzas militares en la planeada invasión al puerto de Veracruz. A regañadientes, Polk aceptaba la propuesta e invitaba a Scott a la Casa Blanca para proponerle el cargo. Scott aceptaba sin darse cuenta de que el plan a futuro del presidente era de destituirlo por el que consideraba de ser más leal a el: el senador Benton. 

Mientras Winfield Scott era nominado Comandante en Jefe a cargo de las fuerzas invasoras destinadas hacia el puerto de Veracruz, Taylor continuaba con sus planes de avance. El general consideraba esencial el seguir con la misma estrategia de antes, por la cual destinaba a sus fuerzas el continuar conquistando las provincias del norte del país mexicano y desatenderse el movilizarse hacia la Ciudad de México, aunque era consciente de que, si esta labor no era fructuosa, el desembarque en el puerto de Veracruz y la subsecuente marcha hacia la Ciudad de México sería imperativa de efectuarse. 

En su planeada movilización hacia Saltillo, Taylor estimaba que necesitaría aproximadamente de 25,000-30,000 tropas. Su estrategia le dirigía hacia esta ciudad del estado de Coahuila, aunque también consideraba importante el poder controlar la ciudad de Tampico, por tener un puerto y por su cercanía al golfo de México. También estaba consciente de que, si la decisión de invadir Veracruz con una operación anfibia resurgiera, él comandaría las fuerzas de ataque, aunque el general no sabía todavía de las maniobras ya efectuadas por el presidente Polk de designar a Winfield Scott como comandante en jefe de las fuerzas invasoras del golfo.

El 8 de noviembre de 1846, Taylor recibía noticias de Washington, las cuales le informaban de la planeada incorporación a sus filas de las fuerzas militares del general John E. Wool, el cual ya había arribado a la ciudad de Monclova. El general se mostraba muy satisfecho de la noticia ya que estaba enterado de la presencia de Santa Anna en San Luís Potosí, el cual se mantenía muy ocupado y concentrado en reclutar hombres para las filas de su ejército.

El mismo día en que Taylor era informado del arribo de las tropas del general Wool, el general ordenaba al general Worth que emprendiera la marcha con mil tropas hacia Saltillo. Esta operación se orquestaría en cuatro días y Taylor le acompañaría con dos escuadrones de dragones que comandaba el oficial Charles A. May en la retaguardia. Sin embargo, el mismo día que Worth se preparaba a partir, Taylor recibía una misiva desde Washington, enviada por el secretario de Guerra Marcy, en la cual le “sugería” el permanecer en el área, sin avanzar más allá de los confines de la región de Monterrey, pero Taylor hacía caso omiso a la misiva. 

El traslado a Saltillo conducía a las fuerzas del general Worth por el cauce del Río Santa Catalina, en un trayecto que cubría una distancia de cincuenta kilómetros. Después de llegar al poblado Santa Catalina, la comitiva se dirigía al sur rumbo a la cañada de la Rinconada y poco después, hacia una cuesta que los dirigía hasta un valle amplio y abierto, el cual los conducía hasta Saltillo. Cuando estaba a veinte kilómetros de distancia de la ciudad, Worth y sus hombres experimentaban rechazos y una hostilidad abierta efectuada por los residentes del área. El gobernador del estado le hacía enviar al general su repudio y desacuerdo a la decisión de invadir la ciudad, aunque este mismo ya se dirigía en rumbo de San Luís Potosí.

A pesar de la fría recepción, las fuerzas militares encontraban a una ciudad confortable, similar en tamaño a la de Monterrey, aunque un poco más compacta. Las casas estaban muy bien construidas y las calles permanecían en magnífica condición. La ciudad contaba con cuatro plazas y su catedral era mas grandiosa que la de la ciudad de Monterrey. La ciudad contaba con suficientes víveres para pasar el invierno, aunque no contaba con suficiente combustible ya que era traído desde largas distancias. Los comerciantes locales planeaban el cobrar exorbitantes precios a los indeseables visitantes, pero Taylor amenazaba con apoderarse de todos los comestibles disponibles y el otorgar precios accesibles para él y sus fuerzas. 

Taylor no planeaba permanecer en Saltillo por mucho tiempo, y antes de regresar a Monterrey enviaba a un contingente de dragones a inspeccionar el camino a San Luis Potosí, en espera de saber con exactitud si el trayecto podría sostener el recorrido de un ejército, ya fuera el suyo o el de Santa Anna. Después de avanzar casi cincuenta kilómetros, los hombres informaban a Taylor, a su regreso, de que todos los bordos y represas habían sido destruidos. Esto llevaba a Taylor a concluir que, aunque él no podría avanzar por tal cruce, los mexicanos tampoco tomarían esta ruta, si decidieran el marchar a enfrentar a las fuerzas norteamericanas. 

A su retorno a Monterrey, Taylor se informaba de la toma de Tampico a manos del escuadrón de David Conner. El general enviaba rápidamente a James Shields, general de brigada, a Camargo para después embarcarse hacia Tampico. A su llegada, y bajo órdenes de Taylor, comandaría la guarnición en la ciudad, y esperaría ahí al arribo de una fuerza más numerosa, enviada después por Taylor. Esta ocupación obligaba a Taylor a limpiar la ruta que conectaba a Monterrey con Tampico, entre Linares y Victoria. Su plan era de comandar a un contingente de cuatro mil soldados hasta Victoria, y a mitad de camino, enviar a la mitad de la fuerza hacia Tampico y regresarse con la otra porción a Monterrey. Este plan era planeado de ser ejecutado, por el “viejo, áspero y dispuesto,” para los últimos días de noviembre.

Pero, forzosamente, los planes de Taylor sufrían cambios inesperados al darse cuenta de la amenaza inminente que presentaba Santa Anna en su planeado desplazamiento hacia Saltillo desde San Luís Potosí. Comenzó a reorganizar sus tropas agrupando divisiones y otorgando encomiendas a ciertos oficiales, de los que incluían a Butler, al cual le encargaba el cuidado de la ciudad de Monterrey, a cargo de las tropas que se quedarían rezagadas con él. Patterson, el cual ocupaba la ciudad de Matamoros, se reuniría con el general Taylor en Victoria Tamaulipas. 

Mientras tanto, en San Luís Potosí, Santa Anna era informado, por sus agentes espías, del presunto plan de Taylor de movilizar el gruesor de sus tropas hacia Victoria. Para poder sacar provecho de esta situación, Santa Anna determinaba el enviar la mayor parte de su caballería hacia Saltillo, para arrasar con el contingente del general Worth estacionado ahí. Los centinelas de Taylor le informaban acerca de los nuevos planes del Napoleón del Oeste, y sin perder tiempo, el 18 de diciembre, decide regresar a la ciudad de Monterrey con sus soldados regulares y enviar a los voluntarios, a cargo de Quitman, hacia Victoria, pero el plan primordial de Taylor era de converger a todas las tropas en la ciudad de Saltillo. Al siguiente día, Butler arribaba desde Monterrey, Wool desde Parras el 21 de diciembre, y Taylor un poco atrás de Butler. 

Santa Anna, al ser alertado de los nuevos movimientos de Taylor, cancelaba el envío de tropas a Saltillo. Como un juego de gato y ratón, Taylor furiosamente cancelaba los movimientos militares recientemente planeados, al darse cuenta, nuevamente, de los nuevos movimientos de Santa Anna, justamente a la llegada del general norteamericano a Monterrey. Mientras todos estos eventos ocurrían, Winfield Scott arribaba a Camargo, el 3 de enero de 1847, y se le informaba que Taylor había partido hacia Victoria. Las fuerzas del general Taylor arribaban a Victoria al siguiente día y era informado de que una fuerza, de probablemente 1500 soldados de caballería mexicana, habían decidido abandonar la ciudad, en lugar de enfrentarse a las fuerzas invasoras, las cuales comandaba Quitman. Mientras todo indicaba que una confrontación directa con las fuerzas de Santa Anna no ocurriría pronto, Taylor se disponía a concentrar la mayoría de sus fuerzas en un punto, y la ciudad de Tampico se convertiría en el punto de convergencia. El mismo general planeaba el regresar a Monterrey, a los primeros días del mes de febrero. 

Una serie de secuencias de mala comunicación, entre Scott y Taylor, orillaba a Scott, por conducto de Butler, a tomar una gran cantidad de fuerzas del “viejo, áspero, y dispuesto,” pero sin comunicárselo propia y directamente.  El total de estas fuerzas representaban los siguientes destacamentos: 

  • 500 hombres de la 1ª. Y 2ª. fuerzas de dragones de caballería regular
  • 500 hombres de voluntarios a caballo
  • Dos baterías livianas de infantería de Duncan y Taylor
  • 4,000 regulares de infantería de los generales Worth y Twiggs
  • Y 4,000 hombres voluntarios de infantería.

Las acciones de Scott dejaban a Taylor con una fuerza aproximada de mil hombres y con la latente posibilidad de enfrentar a Santa Anna, el cual contaba con un ejército de aproximadamente 20,000 hombres, y el cual comenzaba ya a movilizarse desde el sur. Taylor estaba furioso. Enviaba dos misivas a Scott, una por los medios comunes militares y otra de un tono más personal, en la cual dejaba ver su desaprobación de haber sido despojado de tantas fuerzas militares. Los escritos detallaban su compromiso con la causa y hasta ofrecía el servir bajo el comando de Scott en la planeada ofensiva al puerto de Veracruz. Todo esto era propuesto por Taylor en lugar del abrupto despojo de sus fuerzas, lo cual debilitaba enormemente las posiciones obtenidas por Taylor y su ejército de invasión. 

Una aparente carta, escrita por Scott a Taylor, en la cual detallaba minuciosos detalles de la planeada invasión a Veracruz, había sido extraviada como resultado de la captura y asesinato del mensajero, el joven teniente de infantería, John Alexander Richey. Los dos generales, Taylor y Scott, temiendo que Santa Anna se hiciera de la misiva, comenzaban a especular en las futuras acciones del ya nuevo instalado presidente de la República mexicana. Santa Anna, aparentemente, nunca supo de la existencia de esta carta y comenzaba a movilizar sus tropas con dirección a Saltillo, y con la convicción de derrotar a Taylor. 

Así pues, Santa Anna iniciaba la marcha, contando con un ejército de 20,000 hombres, cruzando desiertos y montañas, ubicadas estas entre San Luís Potosí y Saltillo. El 28 de enero, las principales unidades, compuestas estas por la artillería y los batallones de ingenieros, y el recién formado Batallón de San Patricio, partían de San Luís Potosí. En los siguientes tres días, una unidad de infantería haría lo mismo cada crepúsculo.

Enfrentando fríos y calores extremos, las tropas sufrían de deshidratación, hambre y cansancio, ahondado con la ineptitud de algunos de los oficiales. En total, solamente 15,000 de los 20,000 hombres lograban salir con vida de la penuria de tan larga marcha. En tres semanas de trayecto, las tropas cubrían trecientas millas de distancia. Las tropas lideradas por Pacheco arribaban a Encarnación el 17 de febrero de 1847.

El 20 de febrero, mientras Taylor descansaba tranquilamente en su tienda de campaña, otorgaba órdenes a Charles May a que liderara a trescientos dragones, a la compañía de los Texas Rangers capitaneados estos por Ben McCulloch, y a una sección de artilleros de la brigada de Washington, a iniciar labores de reconocimiento en dirección al sur de Agua Nueva. Después de algunas horas de cabalgata, los liderados por May arribaban a una larga mesilla, en la cual, sentada en la base, se divisaba el rancho Hediona. Las fuerzas militares de reconocimiento prontamente capturaban el rancho y a sus ocupantes. 

Súbitamente, como a una milla de distancia y al horizonte, se comenzaban a divisar un grupo de lanceros, en los cuales el sol reflejaba su esplendor en sus lanzas. May deducía que estaba punto de enfrentar al principal cuerpo del ejército mexicano y comenzaba a dar órdenes preparando el ataque. Sin embargo, la caballería mexicana que May había encontrado no era otra que la que lideraba Miñón, el cual efectuaba labores de reconocimiento por delante del cuerpo principal del ejército de Santa Anna.

Llegadas las diez de la noche, un grupo de espías enviados por May, regresaban al rancho advirtiendo al comandante que solamente habían descubierto un posible lugar de campamento para la caballería mexicana, pero sin haber enfrentado a ninguna fuerza militar. May ordenaba el retiro hacia el campamento de Taylor, ubicado este a 80 millas de distancia de su actual posición.

La última batalla, efectuada en Monterrey, en la cual el ejército de Taylor había enfrentado a una fuerza superior en número, no había intimidado a Taylor en lo absoluto. El “viejo, áspero, y dispuesto” se encontraba una vez más en una situación similar, preparado a enfrascarse en otra batalla campal en el placentero valle de Agua Nueva.

Enterado de la ubicación del ejército de Santa Anna, Taylor estaba dispuesto a pelear en el área del vasto valle, aún sabiendo que sus flancos podrían ser expuestos a los ataques de caballería. Además, el campo abierto otorgaba ciertas ventajas a la superioridad numérica de las fuerzas de Santa Anna. A sabiendas de esta situación, el general John E. Wool recomendaba al general a cargo de retroceder hasta La Angostura, justamente enfrente de la Hacienda de Buena Vista.

 

Bibliography

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Zoraida, J. V., & Meyer, L. (1982). México frente a Estados Unidos. Un Ensayo Histórico, 1776-2000. (F. d. Económica, Ed.) Ciudad de México, México, México: El Colegio de México.