The Mexican War/La Guerra de Intervención

The Mexican War. Episode 24. La Batalla de la Angostura, 3a Parte

January 15, 2021 Cesar N Madrigal Season 2 Episode 24
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The Mexican War. Episode 24. La Batalla de la Angostura, 3a Parte
Jan 15, 2021 Season 2 Episode 24
Cesar N Madrigal

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El disminuido ejército de Taylor, en comparación al de Santa Anna, era apto para que el general mexicano pudiera terminar con la amenaza de invasión en el norte del país, antes de dirigirse a defender el puerto de Veracruz. Esto hacía que Santa Anna sintiera que la victoria sería pronta y decisiva. 

Taylor reforzaba a su ejército con la llegada de los refuerzos del general John E Wool, pero aun así, era superado el tres-por-uno por las fuerzas mexicanas. Sería esta la decisiva  batalla en la guerra de intervención? 

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El disminuido ejército de Taylor, en comparación al de Santa Anna, era apto para que el general mexicano pudiera terminar con la amenaza de invasión en el norte del país, antes de dirigirse a defender el puerto de Veracruz. Esto hacía que Santa Anna sintiera que la victoria sería pronta y decisiva. 

Taylor reforzaba a su ejército con la llegada de los refuerzos del general John E Wool, pero aun así, era superado el tres-por-uno por las fuerzas mexicanas. Sería esta la decisiva  batalla en la guerra de intervención? 

 Bienvenidos a otro episodio.            

          La Batalla de la Angostura, o la Batalla de Buena Vista como es conocida en los Estados Unidos de América, se convertiría en una lucha entre dos ejércitos muy distintos entre sí. Por un lado, la gran mayoría de las hábiles tropas del General Zachary Taylor habían sido extraídas por el general Winfield Scott—con la venia del presidente estadunidense—para conducir el planeado ataque anfibio al puerto de Veracruz, dejando al “viejo, áspero y dispuesto” con menos de mil soldados para defender los territorios conquistados, tras sus previas victorias en Palo Alto, Resaca de la Palma, y la de la Ciudad de Monterrey. El arribo de las cuatro mil tropas del general John E. Wool otorgaban un poco de tranquilidad al viejo Taylor, pero, aun así, era superado en número (tres-por-uno) por el ejército del general Antonio López de Santa Anna. 

El general mexicano contaba—a su llegada al Paso del Carnero—con un total de 16 mil tropas tras haber perdido cuatro mil en la marcha forzada desde San Luis Potosí. Además, los soldados permanecían cansados y hambrientos y Santa Anna no contaba con los medios para alimentarlos debidamente. El largo trayecto de casi trescientas millas había causado millares de muertos y desertores entre las filas del ejército de defensa, pero el objetivo de Santa Anna era el de ejercer una victoria rápida y decisiva sobre Taylor, para dirigirse después de regreso a la Ciudad de México a enfrentar la rebelión de los Polkos, e iniciar la defensa a la planeada invasión estadunidense al puerto de Veracruz. 

El numeroso ejército—en comparación al de los norteamericanos—no contaba con tropas frescas de refuerzos, y el armamento bélico era anticuado y menos eficaz que el empleado por los estadunidenses. El bloqueo naval que habían efectuado las fuerzas navales norteamericanas, en algunos puertos mexicanos, prevenía al gobierno mexicano el obtener nuevo armamento de algún país aliado que apoyara el derecho del país mexicano por defender su territorio nacional. Esto conllevaba a que el ejército se limitara a usar un armamento decrépito y casi obsoleto, en comparación a la artillería volante y liviana que poseía el ejército norteamericano. Aun así, Santa Anna confiaba en que la victoria mexicana sería rápida y decisiva como resultado de su superioridad numérica.

            Durante las primeras horas del 23 de febrero, Santa Anna ordenaba a cada uno de sus cuerpos militares el ejecutar toques de diana en sucesión, para poder manifestar el numeroso volumen de sus tropas a los norteamericanos que observaban los actos a la distancia. Poco después de la maniobra, se efectuaba una misa en donde se podrían observar algunos dignatarios eclesiásticos desempeñando actos religiosos dirigidos hacia los soldados y las piezas de armamento que poseía el ejército. La infantería y caballería permanecían organizados en una larga línea y las bandas musicales desempeñaban sones religiosos que causaban una solemne aceptación entre las tropas. El humo generado por la quema del incienso se elevaba hacia el esplendoroso cielo y el especial aroma se transportaba hasta los campamentos de los norteamericanos. Los diferentes colores de los uniformes usados, por los varios cuerpos militares, reflejaban los colores del arco iris y su esplendor radiante generaba admiración e intimidación en muchos de los soldados norteamericanos que observaban los actos a distancia.  

Posiciones Militares

            Las posiciones tomadas por los norteamericanos—en La Angostura—eran sólidas y compactas, aunque Santa Anna se daba cuenta que la batalla sería dura y costosa. Al analizar el terreno y las fortificaciones de defensa puestas por Taylor, se daba cuenta que el flanco izquierdo de los estadunidenses era débil y ordenaba a Ampudia el atacar una loma que había sido desatendida por el general norteamericano. Al atacar ese flanco y lograr penetrarlo, Santa Anna podría dirigir parte de sus fuerzas hacia la retaguardia de Taylor y atacarlo entre dos flancos. Además, podría también intentar posesionarse de la hacienda de Buena vista donde se localizaban los víveres y sustentos con los que contaba el ejército invasor.

            La batalla comenzaba a las 3:00 pm del 22 de febrero. Un pequeño intercambio entre la brigada de Blanco y las posiciones de defensa de los norteamericanos, emplazadas en los estrechos, se efectuaba sin mayor consecuencia para los dos bandos. Sin embargo, más arriba de la colina las fuerzas de Ampudia escalaban la sierra intentando obtener posiciones. Al darse cuenta de esos avances, Taylor enviaba los regimientos de caballería de Arkansas y Kentucky, auxiliados por un batallón de infantería de la brigada de Indiana, todos estos bajo las órdenes del coronel Humphrey Marshall de la Caballería de Kentucky. Los dirigidos por Marshall enfrentaban a los hombres de Ampudia en una contienda que duraría por largas horas de la tarde. 

Tras la prolongada y dura pelea, lo cual generaba una gran cuantía de pérdida de vidas entre las fuerzas mexicanas, ahondadas con el uso de un gran caudal de su parque, las fuerzas de Ampudia lograban finalmente penetrar el flanco enemigo forzando a los estadunidenses el retirarse hasta la base de la montaña. La caballería mexicana emprendía el viaje hacia Buena Vista, pero al no contar con tropas de refuerzo, se veían forzados a regresar. Aun habiendo perdido esa posición, Taylor mantenía la calma al saber que sus posiciones permanecerían sólidas al emplazar al segundo regimiento de Indiana, y al segundo de Illinois en el altiplano, previniendo la posibilidad de que Santa Anna decidiera el atacarlos al siguiente día. Así concluía el primer día de batalla en el estrecho geográfico conocido como La Angostura.  

La mañana del 23 de febrero de 1847 comenzaba con un simultáneo ataque a las fuerzas estadunidenses emplazadas en los estrechos y en la meseta. En el área ceñida la división comandada por Blanco era repelida rápidamente por la batería de infantería de Washington y por el 3er regimiento de Illinois; pero en el altiplano, las fuerzas de Santa Anna eran mucho más afortunadas. Los regimientos de caballería de Arkansas y Kentucky, comandados por Yell y Marshall sucesivamente, los cuales había re ascendido la sierra durante las primeras horas del día, prontamente se esparcían despavoridos tras el acoso que recibían de las tropas mexicanas. Justamente después, las fuerzas de Pacheco atacaban el 2º regimiento de Indiana, comandado por Bowles, el cual ordenaba la retirada después de sentir el pesado ataque de los mexicanos. La excepción eran los voluntarios del segundo regimiento de Indiana, los cuales eran inquebrantables después de posicionarse en la retaguardia, rechazando los incesantes ataques de los mexicanos con suma eficacia.

Aun así, el flanco izquierdo del general Wool estaba expuesto tras los avances cometidos por Ampudia y la victoria parecía inminente para las fuerzas de Santa Anna, aún con el desorden que reinaba entre sus mismas fuerzas. Tras ser herido, Manuel Lombardini cedía el comando de sus fuerzas a Francisco Pérez, el cual se unía a las fuerzas de Pacheco atacando al segundo regimiento de Illinois comandado por Bissell. Pero la efectividad del ataque mexicano no fue lo esperado, y al intentar pasar el flanco izquierdo de Bissell eran expuestos al masivo ataque de artillería, perpetrado por los norteamericanos, lo que detenía el avance de artillería; aunque la caballería lograba sobrepasar la embestida y continuaba la persecución del segundo regimiento de Indiana y las caballerías de Arkansas y Kentucky.

Zachary Taylor había regresado al altiplano a tiempo para presenciar el arribo de un cabizbajo Wool, el cual le informaba, “General, hemos sido abatidos,” a lo cual Taylor respondía, “eso lo determinaré yo.” El general líder del ejército invasor se mostraba dispuesto a seguir en la lucha e instruía a los rifleros de Mississippi—los cuales le habían acompañado durante su previa estancia en Saltillo— a que auxiliaran al despavorido 2do regimiento de Indiana e intentaran el contener la avanzada mexicana por el flanco izquierdo. Acto seguido, Wool enviaba al 3er regimiento de Indiana a que reforzaran los intentos de Davis por contener la embestida mexicana. 

Con el apoyo que recibía Davis lograba contener los ataques del enemigo, avanzando posiciones en el trayecto gracias a la eficacia de la artillería liviana de apoyo. Pero justo en esos instantes, los lanceros mexicanos lograban superar el flanco dirigiéndose directamente hacia Buena Vista. Para poder interceptar el avance de los Lanceros, Taylor enviaba cuatro compañías de Dragones, bajo las órdenes de May, y dos compañías de la caballería de Arkansas para poder interceptar a los galantes lanceros. La caballería de May lograba arribar a la hacienda justo a tiempo para montar la defensa en contra de la avanzada mexicana, los cuales eran repelidos en su intento de apoderarse de los cuarteles generales del ejército estadunidense. 

El desdeñoso fuego de artillería creaba confusión en las divisiones de Lombardini y Pacheco, forzándolos a emprender la retirada hacia el norte. La eficacia de la artillería norteamericana era superior a los cañones de siete kilos que portaban el Batallón de San Patricio, emplazados estos en la cúspide de la colina cercana. Fue así como la primera fase de la batalla llegaba a su fin. Santa Anna había logrado enfrascar el flanco izquierdo de Taylor, decimando en el proceso tres unidades, las cuales eran compuestas por las caballerías de Kentucky y Arkansas, y el 2do regimiento de Indiana. Además, aseguraba una valiosa posición a la cabeza del altiplano, a un alto costo para los norteamericanos.

Pero Taylor contaba todavía con un ejército hábil y dispuesto, y en realidad no había perdido posiciones vitales para sus defensas. Con los americanos sólidamente establecidos en el altiplano, Santa Anna decidía enviar a la división de Pacheco—la cual no había participado en ningún combate por el momento—por la cresta que ocupaba la extrema izquierda de Taylor, para poder engolfar la posición estadunidense situada en ese punto, lo que hacía que los defensas de Taylor, en el altiplano, fueran atacadas desde tres puntos distintos.

Taylor, al observar los avances efectuados por la caballería de Ortega, enviaba a los Rifleros de Mississippi y al 3er regimiento de Indiana a interceptarlos. Ya juntos todos y tras recibir el apoyo de la artillería de Bragg, escalaban el apartado cerro para poder esperar y repeler la avanzada mexicana. Los dos regimientos formaban una V inversa y ya posicionados mantenían el fuego hasta la llegada abrupta de la avanzada mexicana. Al arribo de las tropas mexicanas, eran recibidas por un unísono fuego, lo cual forzaba el colapso de las fuerzas de avance dispersándolas aterradas. Los rifleros desfundaban sus lanzas de medio metro incrustándolas en los cuerpos de los convalecientes mexicanos, mientras que los supervivientes huían despavoridamente en dirección de la cañada y solamente la inesperada tormenta los salvaba de una segura muerte a manos de los afanosos rifleros. 

Llegadas las 1:00 pm de la tarde, Taylor coordinaba el ataque a los sobrevivientes de la división que encabezaba Pacheco, pero justo en ese momento, un grupo de oficiales mexicanos se aproximaban cargando una bandera blanca de tregua intentando parlamentar con el general. Cuestionando el intento de los mexicanos, el general Wool decide cabalgar hacia donde se encontraba Santa Anna, cargando con él también una bandera de paz, para averiguar los aparentes intereses del general en su intento de dialogar. Sin embargo, el fuego mexicano no cesaba lo que forzó a Wool a regresarse antes de ser tocado por alguna bala enemiga. El cese del fuego temporal había permitido al grosor de la división de Ortega el escapar del fuego enemigo. Las fuerzas mexicanas, en este instante, parecían más vulnerables y en el ahínco de poder terminarlos, Taylor ordenaba el atacarles. 

El 1er regimiento de Illinois, comandado por Hardin, estacionado previamente en la cumbre más alta del altiplano, adelantaba seis compañías al frente. Los mexicanos, al ver el disminuido tamaño del ataque norteamericano, se detenían a enfrentarlos. Esto hizo que los mexicanos repelieran el ataque forzando a los segundos regimientos de Illinois y de Kentucky a arribar al auxilio de los despavoridos soldados de Hardin. Justo en ese instante, un inesperado gran número de elementos de la división que comandaba Lombardini aparecían desde un desfiladero, lo que forzaba a los americanos a retroceder. Muchos de los oficiales caían muertos bajo las espadas de los mexicanos, entre ellos Henry Clay Jr., hijo del candidato a la presidencia Henry Clay, el cual, como resultado de su rechazo a la posible intervención militar en contra de México tiempo atrás, perdería la candidatura a la presidencia en 1848. Irónicamente, su hijo perdía la vida luchando en contra de lo que su padre había luchado anteriormente. El superior de Clay Jr., McKee, perdía también la vida en ese combate. 

La intervención de la batería de infantería de Washington, el cual llegaba en apoyo de los dispersados estadunidenses, lograba repeler a los mexicanos arrasándolos con el poderío de sus baterías ligeras. Las divisiones de Bragg y Sherman también contribuían a la desbandada de los mexicanos. Así concluía el último enfrentamiento del día.  

La Noche del Martes, 23 de febrero de 1847

Después del desesperado intento del ejército de Zachary Taylor por retener su posición, durante la batalla del día anterior, los hombres del general permanecían rematados. La pérdida total de la batalla habían sido 673 oficiales y alrededor de 1500 hombres habían desertado de las filas del ejército estadunidense. Con la intención de reforzar sus tropas, Taylor retornaba a Saltillo acompañado por los Rifleros de Mississippi. El general planeaba el relegar la plaza a cargo de Davis y llevarse consigo a las seis compañías de infantería de Illinois y Mississippi —las fuerzas frescas de refresco—, que totalizaban a un poco más de seiscientos soldados, y las cuales no habían combatido aún en las batallas de los días anteriores. Además de estas tropas, Taylor esperaba el arribo de más destacamentos de refuerzo, de los cuales dos regimientos arribarían a Buena Vista la noche del 23 de febrero. Estos refuerzos contabilizaban más de mil hombres Con todos estos refuerzos, Taylor contaría con el total más alto de oficiales desde el inicio de la batalla. Además, víveres y equipo militar adicional estaban destinados a arribar a su cuartel general a la siguiente mañana; un total de cuarenta vagones. Esto conllevaría a tener una gran preparación para el comienzo de las actividades militares del día siguiente. 

A las tempranas horas del 24 de febrero—poco antes de la salida del sol—los hombres de Taylor se preparaban para la dura batalla del día. Pero extrañamente, no lograban divisar a las tropas enemigas, supuestas de estar posicionadas al frente de ellos.  Poco después, grupos de búsqueda se daban cuenta que las fogatas del campamento mexicano habían estado alumbrando por el transcurso de la noche, pero las tropas de Santa Anna no se encontraban por ningún sitio. Los hombres de Taylor descubrían que el enemigo había abandonado el campamento durante el transcurso de la noche anterior. El pequeño murmullo inicial se convertía en gritos de algarabía, emitidos por las tropas estadunidenses, al darse cuenta de que los mexicanos habían decidido huir del campo de batalla. Los generales Wool y Taylor, con lágrimas en los ojos, se enlazaban en un fuerte abrazo de felicidad.

Durante el curso de la noche, Antonio López de Santa Anna había reunido a sus generales en un consejo de guerra. Poco después, al deducir que las provisiones eran mínimas, decidía por abandonar el campo de batalla al concluir que no podía ser abastecido lo necesario para poder enfrentar a los estadunidenses en una ocasión más. Tras su partida y arribo a la planicie de Agua nueva, decide detener su avance con la intención de instigar a Taylor a un embate, en el cual podía llevar la delantera como resultado de su superioridad—todavía—numérica en referencia a la de los norteamericanos, aun después de sufrir 2,100 pérdida de hombres en los dos días anteriores; aunque Taylor no mordía el anzuelo. 

La batalla dura y sangrienta del día anterior le había otorgado a Taylor, en su parecer, una gran victoria en contra del ejército de Santa Anna. Los despachos enviados a Washington reflejaban la interpretación del general, y en ellos se detallaba que “la decisión de mantener la plaza de Monterrey había sido decisiva en la subsecuente victoria norteamericana en Buena Vista.” Poco tiempo después, el general decidía el retirar sus tropas de regreso a la ciudad de Monterrey, y planear desde ahí el siguiente curso. Pero sin aún saberlo, el “viejo, áspero y dispuesto” había peleado su última batalla en la guerra estadunidense en contra de México. 

Desde el final de la batalla de La Angostura, muchas conjeturas se han hecho con relación a la decisión de Santa Anna de retirar a sus tropas del campo de batalla. La aparente previa negociación secreta, entablada por Atocha—el emisario español enviado por Santa Anna— orquestada con el presidente Polk, por la cual el general mexicano proponía organizar una simulada defensa militar a la invasión a cambio de $30,000,000—pero sin llegar a instancias finales de derrotar al ejército invasor—parecían concordar con la decisión de retirar sus tropas y rescindir de una posible victoria en contra de las huestes de Taylor. Otras deducciones simplemente apuntan a factores ya mencionados como la falta de tropas frescas de reserva, el cansancio y hambre que experimentaba su ejército—lo cual era ahondado con el limitado abastecimiento de provisiones—, y el anticuado equipo militar, el cual equiparado con el de los estadunidenses, era de mucho menor poderío militar. Otra presunción apunta al fallido plan de Santa Anna de movilizarse hasta el sitio de batalla y terminar rápidamente con la amenaza de la invasión de Taylor y su ejército, basado solamente en su superioridad numérica, y regresar después al puerto de Veracruz a defender el sitio en contra de la planeada invasión al puerto. Esta fallida estrategia había sido demasiado costosa para el general y para el país entero.

Es así como muchos historiadores y escolares continúan teniendo dudas acerca de la decisión de Santa Anna de retirarse de la Angostura. En su opinión, el general mexicano contaba con muchas probabilidades de derrotar a los estadunidenses durante los esperados enfrentamientos del siguiente día. Las bajas sufridas y los altos números de deserción dentro de las filas del ejército de Taylor indicaban que la moral y la fuerza de los combatientes estaba reducida y expuesta a sufrir la derrota final. La realidad era que Taylor estaba programado a recibir más provisiones y fuerzas frescas de repuesto justo antes del esperado tercer día de batalla, lo que haría al general el recobrar el costoso número de pérdidas sufridas durante las batallas de los días anteriores. 

Algunos de los oficiales de Santa Anna temían que—como resultado de la condición del ejército mexicano—, si decidían mantener el sitio una noche más, masas de deserciones ocurrirían antes del comienzo de la batalla del siguiente día, lo que conllevaría a dejar al país entero sin un ejército hábil para defender las futuras incursiones de territorio nacional del ejército comandado por Taylor, o el planeado ataque anfibio, planeado por Winfield Scott, al puerto de Veracruz. Conjuntamente, los enemigos de Santa Anna intentarían destrozar su reputación, ante el pueblo mexicano, al no haber sido capaz de llevar a cabo la tarea de expulsar a los odiados invasores del territorio nacional.  Sí—por otra parte—se retiraba con un ejército aminorado, pero numéricamente grande, acarreando con él algunos frutos de la aparente victoria, como los tres cañones capturados y los dos estandartes, podría pretender un ficticio triunfo sobre los estadunidenses y poder así continuar con la lucha por la defensa del territorio nacional en contra del invasor. 

Esta lucha sería dirigida, por los norteamericanos, hacia Nuevo México, California y hacia el puerto de Veracruz donde la mayor fuerza de invasión marítima/anfibia, nunca vista en el continente americano hasta esa fecha, y la primera efectuada por un ejército estadunidense, sería efectuada por las fuerzas comandadas por el general Winfield Scott. Veracruz era considerada, en ese entonces, de ser la fortaleza más impregnable de todo el continente norteamericano.

 


Bibliography


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Guardino, P. (2017). The Dead March; A History of the Mexican—American War. Cambridge, Massachusetts, United States of America: Harvard University Press.

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Zoraida, J. V., & Meyer, L. (1982). México frente a Estados Unidos. Un Ensayo Histórico, 1776-2000. (F. d. Económica, Ed.) Ciudad de México, México, México: El Colegio de México.

 

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