The Mexican War/La Guerra de Intervención

The Mexican War. Episode 28. La Batalla de Cerro Gordo, 2a. Parte

July 24, 2021 Cesar N Madrigal Season 2 Episode 28
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The Mexican War. Episode 28. La Batalla de Cerro Gordo, 2a. Parte
Jul 24, 2021 Season 2 Episode 28
Cesar N Madrigal

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Las fuerzas de Scott se dirigen a confrontar al ejército de Santa Anna localizado en la región montañosa no muy lejos de Xalapa, Veracruz. El general mexicano anticipa la victoria basado en su posición militar a lo alto de las colinas Cerro Gordo y La Atalaya. 

El ejército invasor, con un número menor en soldados al de los mexicanos, planea emplear maniobras militares estratégicas para atacar el flanco izquierdo de Santa Anna, el cual espera un ataque frontal y directo de los norteamericanos. 

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Las fuerzas de Scott se dirigen a confrontar al ejército de Santa Anna localizado en la región montañosa no muy lejos de Xalapa, Veracruz. El general mexicano anticipa la victoria basado en su posición militar a lo alto de las colinas Cerro Gordo y La Atalaya. 

El ejército invasor, con un número menor en soldados al de los mexicanos, planea emplear maniobras militares estratégicas para atacar el flanco izquierdo de Santa Anna, el cual espera un ataque frontal y directo de los norteamericanos. 

 

The Mexican War/La Guerra de Intervención

La Batalla de Cerro Gordo, 2ª Parte

Cesar N Madrigal Loza

14 de junio de 2021

Posiciones de Defensa

Santa Anna había seleccionado una posición sólida, la cual era protegida por dos altas cordilleras. Su flanco derecho era resguardado por el Río del Plan, el cual acarreaba una sustancial corriente. La característica geográfica más importante era la colina conocida como Cerro Gordo—también comúnmente llamada, El Telégrafo—, una amplia cordillera de aproximadamente 300 metros de altura y la cual permanecía al flanco izquierdo de Santa Anna. A un costado del camino, al otro lado del Cerro Gordo, los abruptos acantilados dejaban ver, como a un kilómetro de distancia, el constante caudal del Río del Plan. Eisenhower, John S.D. So Far from God: The U.S. War with Mexico, 1846-1848. Random House Publishing Group. Kindle Edition.


            Como a dos kilómetros de distancia del Cerro Gordo, el contorno del terreno se convertía en escabrosos acantilados, lo cual agregaba otro grado de protección a las fuerzas de Santa Anna. Protegido a su vanguardia y flanco derecho, Santa Anna también disfrutaba de la protección geográfica natural que le otorgaba el profundo barranco, el cual convergía con el Camino Real a un poco más de seis kilómetros de distancia hasta el Río del Plan. A casi un kilómetro de distancia de Cerro Gordo, permanecía otra colina, plana y con menos altitud, la cual era conocida como La Atalaya. Entre el desfiladero y la Atalaya, un tupido chaparral proporcionaba otro grado de protección a las fuerzas de defensa, y Santa Anna se despreocupaba de situar tropas de defensa en esta área. Estas defensas naturales y las posiciones del ejército mexicano forzarían a Scott a avanzar por el Camino Nacional.

 

Bienvenidos a otro episodio más de The Mexican War/La Guerra de Intervención. En esta ocasión, las fuerzas del general Winfield Scott preparan el ataque sorpresa al flanco izquierdo del general Santa Anna, el cual, confiado en la posición otorgada por la escabrosa cumbre de la Atalaya y Cerro Gordo, prepara las fuerzas de defensa en contra del avance norteamericano. Mi nombre es Cesar N Madrigal y este es otro episodio más de The Mexican War/La Guerra de Intervención.

            Para mediados de abril, Santa Anna había logrado reclutar 12,000 soldados, aunque la gran mayoría de ellos habían sido incrustados en las filas recientemente y muchos eran exconvictos. Las fuerzas de defensa eran emplazadas, en su gran mayoría, en Cerro Gordo, aunque Santa Anna ordenaba colocar baterías de artillería en cada una de las tres colinas enfrente. El general se decide a colocar solamente una avanzada en la Atalaya. Todas las fuerzas eran respaldadas por 43 piezas de artillería en total. La fuerza militar de los mexicanos era mayor que la de Scott, aunque solamente estaban aptos para defender posiciones y no para formar un ataque organizado y frontal.

Fuerzas Norteamericanas

            Liderando una fuerza de 2,600 tropas de infantería, el general Twiggs avanzaba por el Camino Nacional, en las primeras horas de la mañana del 8 de abril, con dirección a Jalapa,. Sus fuerzas contaban con dos baterías de campo livianas, seis cañones de diez kilos, dos howitzers de ocho pulgadas, cuatro morteros de diez pulgadas, y un escuadrón de dragones. Los primeros veinte kilómetros fueron pesados para las tropas del general norteamericano. Marchando sobre arena, muchos de los soldados se retrasaban de las tropas de vanguardia casualmente cazando ganado y saqueando las casas de los pobladores cercanos. Twiggs, aparentemente, no se enteraba de los atracos cometidos, sobre todo porque los retrasados finalmente alcanzaban a las demás tropas después de terminar sus delincuencias. Los siguientes quince kilómetros de marcha eran menos abrumadores. 

            A las 11:00 am del siguiente día, los soldados emplazados en la delantera visualizaban el Puente Nacional, arqueado este sobre el Río Antigua. El paisaje que ofrecía el majestuoso río impresionaba a muchos de los soldados debido a sus aromas, colores y belleza. Estos no se percataban de las pobladas aldeas cercanas y de las fortificaciones abandonadas por hombres del general Canalizo, los cuales huían del lugar al momento de enterarse de la pérdida de la ciudad de Veracruz, a manos del general Winfield Scott y sus tropas.  

Al día siguiente, se encontraban con unas tropas mexicanas con las cuales se enfrascaban en tiroteos, pero el conflicto no llegaba a más. Su arribo a Plan del Río era bien recibido por las tropas norteamericanas, después de una larga jornada de caminar a cuestas por las colinas circunvecinas. Twiggs era alertado del numeroso ejército mexicano estacionado a seis kilómetros de distancia de ellos, e inmediatamente enviaba a un grupo de reconocimiento para inspeccionar el lugar. Esta área sería después reconocida como Cerro Gordo. Era la noche del 11 de abril de 1847. Twiggs, al asumir el mando de las tropas, después de que el mayor general Robert Patterson—después de su llegada—recaía enfermo, y comenzaba el plan de asalto a las tropas mexicanas para ser efectuado el 14 de abril.

El Desastroso Plan

            Los tenientes Zealous B. Tower, Joseph E. Johnston, y W.H.T. Brooks, todos bajo el mando de Twiggs, habían comenzado el reconocimiento del área, pero el primer teniente Pierre G.T. Beauregard—ingeniero al mando del mayor general Patterson—tomaba el mando de las acciones de pesquisa. En las tempranas horas de la mañana del 13 de abril, Brooks conducía a Beauregard por una pequeña brecha por el flanco derecho de la posición de Santa Anna. Esto presentaba una oportunidad de ataque sorpresa, para el ejército estadunidense, en contra de las aparentes impenetrables fuerzas mexicanas. Sin ser detectado, Beauregard escalaba hasta la cima del Atalaya desde donde podía divisar al no muy distante Cerro Gordo. Satisfecho, regresaba a reportar sus hallazgos al General Twiggs. El general Pillow, el cual pertenecía a las huestes del general Patterson, era designado a reconocer el flanco derecho de Santa Anna, donde permanecían tres baterías de artillería. Pillow planeaba el atacar este flanco, y Tiwggs organizaría su ataque basado en este avance del general. Eisenhower, John S.D. So Far from God: The U.S. War with Mexico, 1846-1848. Random House Publishing Group. Kindle Edition.

            Patterson, al escuchar el plan de ataque del general Twiggs, convocaba a Beauregard para cerciorarse de los planes acordados. Después de dialogar, enviaba a Beauregard a conferenciar con el general Twiggs. Beauregard, a sabiendas de la rivalidad que existía entre los dos generales, intentaba ser cauteloso al entablar conversación con el general, a su arribo a su tienda de campaña. Beauregard confiaba en que un ataque frontal, a las posiciones mexicanas estacionadas en Cerro Gordo, seria más efectivo y riesgoso que el dividir las fuerzas, e intentar rodear el flanco derecho de Santa Anna. Twiggs recibía al enviado de Patterson, pero le advertía que la orden había sido otorgada ya, y cualquier cambio solamente crearía confusión y desconfianza en las filas norteamericanas. Llegadas las 11:00 pm, Patterson dejaba el lecho de enfermo y se incorporaba al servicio, más urgido y preocupado que sano. La orden era dada por el general, de suspender el ataque, y esperar mejor al arribo del general Scott.

Los Jóvenes Cadetes

            El arribo del general Winfield Scott el 14 de abril a Plan del Río generaba jubilación en las tropas norteamericanas. Rápidamente, decide coordinar los planes de ataque y ordena al joven ingeniero Robert E. Lee a asumir las labores de reconocimiento en lugar de Beauregard, el cual se enfermaba y era designado a labores simples. Es así como comenzaba la asombrosa labor de ingeniería del joven capitán. A la siguiente mañana, Lee comenzaba las labores de reconocimiento. Usando la ruta descubierta por Beauregard, Lee avanzaba más allá, cruzando hondonadas hasta pasar el principal flanco de Santa Anna, sin ser descubierto por las fuerzas enemigas. El capitán ingeniero regresaba para reportar sus hallazgos a Scott, el cual ordenaba el construir una vereda en esa ruta. La empresa era difícil y el cortar arboles y arbustos parecía ridículo, pero lograba el objetivo sin ser descubierto por las fuerzas de defensa. 

            Durante las tempranas horas de la mañana del 17 de abril, la división del general Worth arribaba desde Veracruz. Scott estaba listo para iniciar el ataque. Enviaba a Twiggs por la nueva ruta construida esperando que arribara y ocupara la Atalaya y acampara al descubierto sin tener mayores dificultades, y así poder preparar—al siguiente día— el ataque principal a las fuerzas estacionadas en Cerro Gordo y en el camino a Jalapa. Las fuerzas mexicanas eran estimadas—por los norteamericanos— de contar en sus filas entre 12,000 a 18,000 efectivos, mientras que Scott contaba con 8,500. Aun así, el general mantenía plena confianza en que la victoria seria inminente para el ejército de invasión. 

            A las tempranas horas del siguiente día, Twiggs movilizaba su división, la cual era compuesta por dos brigadas de infantería. Después de recorrer tres millas por el Camino Nacional, se integraba a la ruta construida anteriormente, pero el traslado no fue fácil. Le tomó cuatro horas el cubrir cuatro millas de distancia hasta llegar al pie del Atalaya. A su arribo, despachaba a una brigada de la 7ª infantería a ocupar la posición. Twiggs esperaba de conquistar la cima sin incurrir en grandes problemas, pero tropas mexicanas estacionadas en Cerro Gordo arribaban a confrontar los avances norteamericanos, cubriendo el noroeste del Atalaya. Como respuesta, Twiggs enviaba a la brigada de Harvey ordenando un ataque frontal de artillería y rifles. Al llegar a la cima, las tropas estadunidenses, confundidas, no sabían hasta donde debería seguir la avanzada, y al ver a los mexicanos retroceder a Cerro Gordo, la orden otorgada era de perseguir a los que huían. La brigada se movilizaba a la persecución y se extendían hasta la mitad de las dos colinas, exponiéndolos así al fuego mexicano. Las pérdidas norteamericanas eran altas, y los restantes sobrevivientes no retrocedían hasta ya llegada la noche. Santa Anna, creyendo que este había sido el ataque mayor de Scott, se tornaba jubiloso creyendo haber vencido por completo al ejército invasor. 

            Al siguiente día, Scott ordenaba el continuar la marcha a través de la ruta anteriormente escaneada por Lee. El plan consistía en asegurar el área al lado oeste de la retaguardia de los mexicanos y de controlar el Camino Nacional. Shields era ordenado por Scott el permanecer tocante a Twiggs, y a Worth le indicaba el asegurarse de seguir tras los avances que orquestara Shields. La asignación del general Pillow era de avanzar la siguiente mañana por una ruta previamente explorada por sus oficiales. La orden explicita era de perforar las líneas enemigas estacionadas entre el Camino Nacional y el río, un poco más allá de las posiciones establecidas en Cerro Gordo. Se le instruía de entablar en combate “entre más cercano al río, mejor,” si así fuera posible. Después de esos planeados enfrentamientos, Pillow era esperado de movilizarse a la izquierda o derecha, dependiendo de las posiciones que asumieran las baterías mexicanas. Tan confiado estaba Scott de la posible victoria que exclamaba con certeza: “esta persecución continuará por muchas millas, hasta altas horas de la noche, o hasta que fortificaciones enemigas los detengan, con destino final hasta Jalapa.” Eisenhower, John S.D. So Far from God: The U.S. War with Mexico, 1846-1848. Random House Publishing Group. Kindle Edition.


La Batalla de las Colinas

            El ataque del 18 de abril comenzaba con una hilvanada de proyectiles enviados desde la cima del Atalaya, en dirección a Cerro Gordo. Los soldados estadunidenses habían laborado arduamente la noche anterior, subiendo a la cima un cañón de diez kilos, el cual usaban en contra de los parapetos mexicanos localizados enfrente del Atalaya. Los mexicanos, superados en número, retrocedían a una colina cercana, llamada “El Telégrafo.” Al situarse en la colina, lograban detener el avance norteamericano y mantenían la posición. Los norteamericanos eran forzados a retroceder al Atalaya no sin antes escuchar palabras y frases altisonantes en su contra. Al llegar la noche, los dos ejércitos reforzaban sus líneas. En su afán por reforzar sus filas de avance, los americanos empleaban a voluntarios, mientras que los mexicanos enviaban soldados regulares y tres piezas de cañón a la cima, emplazando también mas artillería a lado izquierdo de sus posiciones. 

Los americanos decidían trasladar tres de sus más potentes piezas de artillería a la cima del Atalaya, y aunque la labor fue ardua y laborosa, lograban colocar las potentes armas justo enfrente de las posiciones mexicanas estacionadas en el Telégrafo. Por otra parte, Santa Anna creía incorrectamente, que el ataque norteamericano sucedería en contra del flanco derecho del ejercito de defensa, lo que generaría que el flanco izquierdo estuviera compuesto por un limitado número de soldados, que, sin saberlo, los haría enfrentar al principal ataque norteamericano. Irónicamente, las mismas colinas y acantilados con los cuales Santa Anna contaba de recibir protección servirían para encubrir los avances del principal brazo del ejército invasor. 

            Harney comandaba la brigada que permanecía al frente del avance norteamericano, la cual consistía de la 3ª y 7ª infanterías, junto con la infantería “medias rojas” de C.F. Smith. La compañía de primeros Dragones de Harney cubriría el flanco izquierdo. El ataque orquestado en contra de los mexicanos era feroz y aguerrido, aunque los norteamericanos lograban avanzar. El avance lograba situarse en las partes bajas del Cerro y en poco tiempo, los soldados asaltaban la cresta. Los refuerzos mexicanos se unían atacando afanadamente el avance norteamericano. Con bayonetas en mano y puestas empujaban el asalto y se entablaban en combates de cuerpo a cuerpo, aunque el enemigo era superior a sus fuerzas. Guardino, Peter. The Dead March (p. 197). Harvard University Press. Kindle Edition.

Tres Ataques, Tres Victorias

            Otros dos ataques eran ordenados por Scott, para un total de tres asaltos simultáneos. Las posiciones mexicanas situadas en el sur del camino eran embestidas por la brigada del general Pillow, la cual era compuesta casi en su totalidad por voluntarios. Este ataque había sido planeado originalmente como una maniobra de distracción, pero en ultima instancia Scott ordenaba a sus tropas que intentaran perforar las líneas de defensa mexicanas. Las fuerzas lideradas por James Shields avanzaban más al norte, sobrepasando el Telégrafo en su intento por controlar el camino situado a la retaguardia del ejército mexicano. Estos tres ataques combinados generaban diferentes logros, pero el resultado final se convertiría en una de las más decisivas y grandes victorias estadunidenses de la guerra. Guardino, Peter. The Dead March (p. 197). Harvard University Press. Kindle Edition.

Al verse rodeados, los defensores, aterrorizados, comenzaban a desorganizarse y a huir en todas direcciones sin considerar rangos ú órdenes dadas por sus oficiales. Un torrente de soldados—despavoridos—se veían rodando hacia las partes bajas del cerro como una corriente de agua durante una tormenta. Cerro Gordo caía en manos del ejército liderado por Winfield Scott. La decisiva victoria norteamericana posicionaba a Scott el avanzar directamente hacia la capital del país, pasando por Xalapa sin enfrentar oposición militar. Sin embargo, la victoria en Cerro Gordo generaba oleadas de influencias en los dos ejércitos, las cuales definirían el transcurso siguiente del conflicto. 

La Victoria Mexicana Convertida en Derrota

El ataque liderado por el general Pillow, al sur del camino, había resultado en un total fracaso. La densa vegetación que separaba a los dos brazos militares obstruía la visibilidad y ninguno podría divisar al otro bando. Los americanos, después de cruzar la barrera natural, eran expuestos al fuego mexicano lo que generaba muertos y heridos en altas cantidades. Lamentablemente para el brazo militar mexicano, arribaban noticias de que el ejército mexicano se retiraba del campo de batalla en la principal área de combate, cortando las líneas de provisiones para este triunfante grupo. Irónicamente, el lado vencedor era forzado a rendirse como resultado de haber sido separado de las otras líneas de defensa mexicanas. 

El segundo ataque orquestado sucedía en contra de las posiciones mexicanas estacionadas en el Telégrafo. Las fuerzas norteamericanas—lideradas por Harney—estacionadas en el Atalaya, descendían de la colina e intentaban ascender a la cima del altozano cercano. Al hacerlo, sufrían también alto número de pérdidas—aunque en menor cantidad que las sufridas por las huestes del general Pillow—, ya que eran asistidas por el fuego de cañones. Prontamente, destacamentos añadidos por Twiggs incrementaban el poderío de avance de los norteamericanos y en cuestión de tiempo, enfrentamientos de cuerpo a cuerpo ocurrían generando heridos y muertos por fuego de bayoneta, mosquetes, y golpes con culatas de rifle. El excedido y limitado número de mexicanos comenzaba a retroceder. 

Otra Derrota Más

La brigada de Shields completaba el arduo y difícil trabajo de penetrar el grueso paraje de bosque—al norte del camino—posicionándolo detrás de la vanguardia mexicana. El ataque inesperado tomaba a los mexicanos por sorpresa y aunque algunos lograban posicionarse para defender el ataque, la gran mayoría de ellos huían despavoridos y desorganizados. Santa Anna, al darse cuenta de que la batalla había sido perdida, organizaba desesperadamente un grupo de oficiales y soldados para intentar huir a Xalapa, pero su huida había sido interceptada por Shields, ya que sus tropas controlaban el camino. El carruaje personal del presidente era baleado y seis de sus mulas eran muertas por las ráfagas de fuego enviadas por los norteamericanos. Adicionalmente, en su desesperado intento de escape, dejaba atrás el equivalente a seis mil dólares, los cuales intentaba emplear como pago de sus soldados. El Generalísimo, sin contar con ningún transporte, caminaba en dirección al campamento norteamericano para después cortar a través de un pequeño pasaje que lo conectaba con el Río del Plan y fuera de peligro de sus perseguidores. Eisenhower, John S.D. So Far from God: The U.S. War with México, 1846-1848. Random House Publishing Group. Kindle Edition.

Como resultado de la victoria, los norteamericanos lograban controlar la escabrosa colina donde se podía divisar, a la distancia, el campamento de Santa Anna, aunque ya no se encontraba el presidente mexicano. Los soldados norteamericanos continuaban con la persecución del enemigo, los cuales descendían de la colina, y en el calor de la persecución, los norteamericanos mataban a los heridos yacidos en el terreno. Ya en esta instancia, era claro que los norteamericanos habían logrado la victoria. Al haber sido flanqueados por las maniobras orquestadas por Scott, el ejército mexicano no lograba retener la posición y se veían forzados a retroceder. Guardino, Peter. The Dead March (p. 199). Harvard University Press. Kindle Edition. 

Causas de la Derrota

Las decisiones tomadas por Santa Anna, como la de no proteger las colinas más al norte de su posición, y el de no posicionar destacamentos de observación para poder monitorear los posibles avances norteamericanos que rodeaban el flanco mexicano, posiblemente lo acarrearon a la derrota. Típicamente, los soldados mexicanos peleaban con bravura y determinación en grandes grupos, pero cuando los destacamentos eran reducidos el resultado era diferente. Probablemente, si Santa Anna hubiera posicionado grupos de reconocimiento y brigadas de soldados para proteger sus flancos, la derrota hubiera sido inminente de cualquier forma. Pero por el lado norteamericano, si Twiggs hubiera seguido con su plan de atacar en masa y de frente, el resultado hubiera sido caótico para el ejército invasor, similar a lo sucedido con el ataque liderado por el general Pillow.

Irónicamente, las tropas norteamericanas en Cerro Gordo habían efectuado maniobras similares que las empleadas por Santa Anna en la batalla de La Angostura; se movilizaban en grupo cortando tras la maleza y alta vegetación para poder flanquear al enemigo. Las maniobras de reconocimiento efectuadas por los recientes graduados de la Academia Militar de West Point, Beauregard y Robert E. Lee, ayudaba enormemente a que los norteamericanos consiguieran la victoria, aunque obviamente la labor física efectuada por los soldados catapultó a que Winfield Scott lograra su acometido de sorprender al enemigo. 

La batalla de Cerro Gordo había resultado en una victoria contundente para el ejército invasor, convirtiéndose en algo inesperado para Scott. Los tres mil prisioneros mexicanos que caían en manos de los norteamericanos creaban un gran bochorno para el país mexicano, aunque mas de mil lograban escapar, lo que le proporcionaba un gran alivio a Winfield Scott. 

La Ruta de Cortés

Sin contar con ningún tipo de oposición militar durante el avance de Cerro Gordo, las tropas norteamericanas avanzaban hasta la bella ciudad de Xalapa, localizada a pocas millas de distancia de la batalla. Los soldados de Scott aprovechaban el desorden del ejército mexicano para avanzar más allá de Xalapa hasta la ciudad de Puebla, una de las más grandes ciudades del país mexicano de esa época. Pero Santa Anna había logrado reorganizar un ejército de algunos miles, de los cuales incluían algunos soldados y oficiales que habían luchado en Cerro Gordo, guardias nacionales estacionados en Oaxaca, Puebla y Veracruz. Como los norteamericanos se encontraban separados durante su marcha, Santa Anna enviaba la veloz caballería con el intento de dañar el avance, pero el efecto de la artillería ligera causaba estragos en la galante caballería mexicana, lo que los forzaba a retroceder. Al no poder contar con suficientes tropas para defender la ciudad, Santa Anna daba la orden de retirada. El presidente mexicano se quejaría, durante y después del conflicto militar en contra de los Estados Unidos, de no haber recibido el necesario apoyo por parte de los habitantes de Puebla. 

Las autoridades civiles y eclesiásticas estaban temerosas de que, al ofrecer resistencia, el ejército invasor emplearía medios extremos para conquistar la ciudad. Esto incluiría asesinatos, abusos, violaciones, etc. los típicos métodos usados por los ejércitos invasores y colonizadores. Este temor forzaba a las autoridades a rendirse ante los invasores. Scott aseguraba a los lideres que ningún tipo de abuso seria tolerado por él y el recibimiento en las calles de la ciudad, por parte de los habitantes al arribo de las tropas del general Winfield Scott, se tornaba fúnebre y silencioso. Las clases élites de la ciudad, temerosas de sufrir pérdidas en sus negocios y establecimientos, ofrecían colaboración al ejército invasor, mientras que las clases pobres rechazaban abiertamente la presencia de los estadunidenses y muchos de ellos colaboraban con las guerrillas que audazmente avanzaban hasta los limites de la ciudad, en busca de ataques sorpresas. Irónicamente, mujeres pobres hacían alianzas con los soldados norteamericanos, los cuales compraban sus productos y verduras constantemente. Esto ayudaba a forjar alianzas de confianza, a tal grado, que las mujeres proporcionaban valiosa información en referencia a los guerrilleros y sus planeadas maniobras de ataque en contra del ejército de ocupación. 

El ejemplo de la ocupación y sucesos ocurridos en la ciudad de Puebla reflejaba, probablemente, la ausencia de espíritu de unidad entre los mexicanos a sabiendas que no contaban con una nación unida que pudieran defender con garra y coraje ante cualquier posible ejército invasor. Después de la victoria en la batalla de Cerro Gordo, y la fácil conquista de la ciudad de Puebla, la capital mexicana se encontraba ya al alcance de Winfield Scott y de su ejército invasor. Guardino, Peter. The Dead March (p. 202). Harvard University Press. Kindle Edition.

 

 


Bibliography


Eisenhower, J. S. (1989). So Far from God. The U.S. War with México 1846-1848. New York, New York, United States of America: DoubleDay.

Guardino, P. (2017). The Dead March; A History of the Mexican—American War. Cambridge, Massachusetts, United States of America: Harvard University Press.

Hogan, M. (1999, 2012). Molly Malone and the San Patricios.Guadalajara, Jalisco, México: Fondo Editorial Universitario.

Hogan, M. (n.d.). The Irish Soldiers of Mexico. 

Smith, J. H. (1919). The War with México. The Classic History of the Mexican-American War. (R. a. Publishers, Ed.) New York , New York, United States of America: Mcmillan Company.

Zoraida, J. V., & Meyer, L. (1982). México frente a Estados Unidos. Un Ensayo Histórico, 1776-2000. (F. d. Económica, Ed.) Ciudad de México, México, México: El Colegio de México.