Lectura:
Juan 3:19
Escribir:
La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.
Reflexionar:
Esta es la conexión entre nuestra historia del evangelio y la primera lectura. Nuestra lectura de Crónicas cuenta la historia de la caída y restauración de la nación de Judá. Jesús estaba advirtiendo a Nicodemo que este era el destino que estaba a punto de acontecer a la nación después de su restauración en el tiempo del rey Ciro. La nación de Judá se había recuperado y caído y se recuperó y cayó de nuevo. Jesús le estaba diciendo a Nicodemo que estaba a punto de caer de nuevo.
Aplicar:
A lo largo de la historia de la humanidad esto ha sido un estribillo continuo. Hubo momentos en que la lealtad a Dios estaba bien establecida. Hubo momentos en que casi fue destruido.
Ahora estamos en una espiral descendente en nuestra cultura. La nación de Francia, una vez llamada la hija de la iglesia, ha pasado la semana pasada en su Constitución un derecho al aborto. Los poderes que gobiernan en nuestro país tienen ahora un historial tan dispar en esta cuestión. Hay quienes quieren ver lo mismo aquí que en Francia.
Es desafortunadamente un tema que va a seguir dividiéndose, no solo este país sino el mundo. Es una situación triste que demasiadas personas hacen un guiño hacia la fe en Dios. Pero no lo toman a su palabra. Al menos no lo toman en su totalidad. Están dispuestos a aceptar líneas como lo que Jesús dijo antes en nuestro evangelio: “Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.”
Hay una herejía muy peligrosa que ama esta cita en particular. La herejía se llama “universalismo”. Es una creencia que la misericordia de Dios no dejaría a alguien condenado al infierno por toda la eternidad. Aplican – erróneamente – la cita de Efesios este fin de semana. “La misericordia y el amor de Dios son muy grandes; porque nosotros estábamos muertos por nuestros pecados, y él nos dio la vida con Cristo y en Cristo…”
Debido a estas distorsiones, parece haber una inclinación en muchos círculos cristianos a querer minimizar el riesgo del infierno. Este es un error de proporciones eternas. Los versículos finales de nuestro evangelio de hoy nos recuerdan el riesgo de no seguir apropiadamente a Jesús. No es fácil seguir el camino del Maestro. Hay consecuencias a nuestras acciones e inacciones.
El problema no es solo con el tema del aborto. Hay problemas que abarcan casi todos los aspectos de nuestra sociedad. Cubre todos los espectros de forraje político especialmente. Estamos tan cerca del caos porque la gente no está dispuesta a doblar la rodilla hacia Dios.
No me gusta sonar como un alarmista, pero tampoco puedo meter mi cabeza en la arena como un avestruz e ignorar lo que veo que sucede en la sociedad que nos rodea. No creo que podamos atrevernos a permitir que eso suceda. ¿Qué puede hacer cualquiera de nosotros? Eso es más que una pregunta abstracta. Nuestra principal arma es la oración. No somos muchos los que estamos en condiciones de transformar el mundo. Debe hacerse por el poder de la oración.
La cita con la que comencé hoy debería dejarnos un reto para trabajar hacia la transformación de nuestro mundo. No estoy seguro de cuánto peor se pondrán las cosas. Pero sí sé que al final Dios vencerá. ¿Será por otro ciclo de resurgimiento de la fe en el mundo, o será por el inminente regreso de Cristo y un fin de este mundo?
Jesús nos dijo que no sabríamos la hora de su regreso. Pero sin duda podemos saber la temporada en la que volverá. Satanás ha creado una temporada de oscuridad que ha oculto a tanta gente. Eso no es un comentario ocioso. No hace falta mucho mirar por parte de las personas de fe para descubrir hasta qué punto ha progresado la destrucción de la sociedad por parte de Satanás.
Desde el resurgimiento de la idea del universalismo – que nadie estará en el infierno, hasta el abaratamiento de la vida humana, hasta la arrogancia de la guerra, hasta la pérdida del deseo de la santidad de Dios… Muchas más cosas podrían ser sugeridas apuntando al odio de Satanás por la humanidad, al odio de hermano contra hermano, al odio de una mujer por el niño dentro de su vientre, al odio de Dios por sus criaturas.
Nuestro deber es ver con claridad el llamado a la santidad que Dios ha dado a la humanidad. Estamos llamados, en primer lugar, a orar para que el poder de Satanás sea devuelto, luego para que la gloria de Dios sea restaurada en los corazones y mentes de aquellos que, ahora mismo, escogen rechazarlo. O, en el mejor de los casos, elegir una burla de Dios como Él ha elegido revelarse a Sí mismo.
Como nos recuerda San Pablo al final de la lectura de hoy de Efesios: “porque somos hechura de Dios, creados por medio de Cristo Jesús, para hacer el bien que Dios ha dispuesto que hagamos.” Que nuestras buenas obras durante este tiempo de gracia comiencen con la oración por la conversión de las almas y continúen con el regreso a la santidad de Dios.
ruegue/alabanza:
Oremos.
Dios Todopoderoso, tú nos has mostrado el camino hacia la santidad. Tú nos has llamado a la justicia de tu reino. Ayúdanos a entender que la justicia significa vivir correctamente. Ayuda a nuestro mundo a convertirse de la vida oscura a la santidad y la luz que prometes. Ayuda al mundo a entender la rectitud y la rectitud de tu gloria. Ayúdanos a ser tan útiles para la difusión de tu evangelio como podamos serlo. Estamos en problemas. Ayúdanos a no fallar o a caernos. Manténganos conscientes de nuestro llamado a la santidad para que podamos atraer a otros hacia ustedes. Amén.
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