Se llamaba Luciano Re Cecconi y le decían el Ángel Rubio. Al poco tiempo de fichar con el Lazio, este incansable mediocampista se ganó el aprecio de la fanaticada. Su melena dorada le confería un aire de héroe alado y bíblico. Sin embargo, su imagen de estampilla religiosa era incapaz de obrar el milagro de calmar los ánimos exaltados de su equipo ni de eludir una terrible desgracia.
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Se llamaba Luciano Re Cecconi y le decían el Ángel Rubio. Al poco tiempo de fichar con el Lazio, este incansable mediocampista se ganó el aprecio de la fanaticada. Su melena dorada le confería un aire de héroe alado y bíblico. Sin embargo, su imagen de estampilla religiosa era incapaz de obrar el milagro de calmar los ánimos exaltados de su equipo ni de eludir una terrible desgracia.
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