Homilías de cuatro minutos

Primer Domingo de Cuaresma

Joseph Pich

Las Tentaciones de Jesús

            Durante la Cuaresma vamos a acompañar a Jesús al desierto. No nos gusta, pero es la mejor manera de acercarnos a Dios, y conseguir una pequeña conversión. Bajamos desde Jerusalén hacia el Mar Muerto, el punto más bajo de la tierra, por debajo del nivel del mar. Jesús quiere bajar a nuestro nivel. Es un lugar agreste, de espacios abiertos, seco e inhóspito, donde impera el silencio, roto por el constante silbido del viento. Vamos a estar con Jesús, sin que nada nos distraiga de él. Se pasó cuarenta días de penitencia para prepararse para su vida pública. También nosotros tenemos que prepararnos para las tentaciones que vamos a sufrir durante este año. Cercanos a Jesús, robustecidos por la penitencia, podemos resistir cualquier tentación.

            Después de cuarenta días de ayuno, Jesús está débil. El demonio aprovechó ese momento para tentarlo, para descubrir quién era. Hace lo mismo con nosotros. Conoce nuestras debilidades y aprovecha los momentos en que estamos bajos de fuerzas. Debemos ser sinceros y aprender de nuestros errores. Dios deja que seamos tentados para mostrar que le queremos, a crecer en virtud y a ser humildes. Nos ayuda el sabernos niños, necesitados de su poder, incapaces de ir solos. Estamos en el desierto con Jesús, muy cerca de él.

            La primera tentación es convertir las piedras en pan. Es pedir a Dios que nos arregle nuestros problemas y que nos dé una vida fácil y confortable, sin obstáculos. Pensamos que Dios es nuestro criado o el fontanero que arregla nuestras goteras. Sin embargo, es lo contrario; nosotros estamos a su servicio. Es la tentación de los placeres, la comida y la diversión. Como los Cesares Romanos que daban al pueblo pan y circo, para que estuvieran entretenidos. El demonio hace lo mismo con nuestra alma, poniéndola a dormir y suprimiendo nuestro deseo de Dios. El desierto, el ayuno y la abstinencia, despierta nuestra sed de Dios. El internet es una droga tecnológica que nos mantiene sumisos, adictos a las pantallas. Silencio, soledad y recogimiento nos devuelven la vida.

            La segunda tentación es saltar del pináculo del templo y dejar que los ángeles nos salven. Es el incentivo de la fama, el prestigio y la gloria. Nuestra vanidad nos dice que un día seremos famosos. Quizá podamos colgar un video en YouTube que tenga un millón de clicks. El tener mucha gente que nos siga. Nuestras emociones cambian con los medios sociales. La Cuaresma es un buen momento para distanciarnos de las tecnologías. Quizá debamos borrar unas aplicaciones que nos hacen perder el tiempo.

            La tercera tentación es adorar a los poderes de este mundo. Pensamos que el dinero nos hará felices. Miramos demasiadas veces nuestra cuenta bancaria. Nos creemos alguien pensando en nuestro trabajo o posición social. Nos olvidamos de que nacemos sin nada y nos vamos desnudos. Esto es lo que la Iglesia nos recuerda al principio de la Cuaresma: Acuérdate de que eres polvo y en polvo te convertirás.

 

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