Homilías de cuatro minutos

Segundo Domingo de Pascua

Joseph Pich

Tomás

            Los discípulos de Jesús habían cerrado las puertas por miedo a los judíos. Jesús, atravesando las paredes, se situó en medio de ellos y les dijo: la paz sea con vosotros. Llegó con su cuerpo glorioso y les costó reconocerle. Este es el cuerpo que vamos a tener, cuando al final del tiempo ocurra la resurrección de la carne. Somos cuerpo y alma y para ser realmente humanos nos hará falta recuperar nuestro cuerpo. Nuestra sociedad adora el cuerpo, pero se ha olvidado del alma. Intenta con todas sus fuerzas guardarlo joven y eterno, en un ejercicio frustrante e inútil, pues no se puede parar lo inevitable. ¿Dónde está nuestra alma? Por todo el cuerpo. Está tan unida a él que no se puede separar. Solo vemos el cuerpo, pero experimentamos el alma.

            Hay gente que odia su cuerpo. No están contentos con él, y prefieren ser diferentes, más altos, delgados, con ojos azules, pelo rubio, más bellos. Nos comparamos con los demás, especialmente a través de los medios sociales. No te preocupes, pues nuestro cuerpo es provisional, efímero, reciclable. Nos espera un cuerpo asombroso en la próxima vida. Aquí nos preocupamos demasiado de un cuerpo que se va a transformar magníficamente.

            Hay diversas opiniones acerca de cómo va a ser nuestro cuerpo glorioso. Lo que sabemos es que tendremos el mismo cuerpo que tenemos ahora, con la misma identidad, pero recuperando lo que hemos perdido en toda su integridad. Dicen que será perfecto, con la edad ideal, en la cima de su plenitud. No nos hará falta recurrir a programas del internet para representar el cuerpo ideal.

            Los teólogos hablan de cuatro cualidades del cuerpo glorioso: impasibilidad, sutilidad, agilidad y claridad. Son palabras complicadas pero que expresan conceptos simples. Impasibilidad significa que nuestros cuerpos serán inmortales, imperecederos, sin degeneración, sin sufrimiento ni enfermedad, sin la inclinación al pecado. Sutilidad significa que nuestros cuerpos serán espirituales, con la posibilidad de atravesar la materia, con perfecto control de nuestras facultades, rápidos de pensar, con un intelecto al cien por cien y una memoria de computador.

            Agilidad nos permitirá mover nuestros cuerpos a la perfección, obedeciendo con facilidad y rapidez de movimientos, cambiando de un lugar a otro sin problemas. Claridad está conectada con el adjetivo glorioso, libre de deformidades y rebosando belleza; rodeada de esplendor con la radiación de luz. No te enfades con tu cuerpo. Espera y sueña con un cuerpo futuro, del que no podemos ni imaginar su grado de perfección.

 

josephpich@gmail.com