Homilías de cuatro minutos

Santísima Trinidad

Joseph Pich

Santísima Trinidad 

            Las ciencias han crecido mucho en los últimos tiempos, fruto del deseo de conocer nuestro mundo, e intentar comprender las leyes de la naturaleza. Ahora podemos acceder a un pozo casi ilimitado de información. La inteligencia artificial utiliza esos datos para ayudarnos a producir más y mejor. No sabemos hasta donde podemos llegar. Se nos abre un mundo apasionante de conocimiento y posibilidades. Ante estas realidades, nos olvidamos de que hemos sido creados por Dios, y que nuestro fin es conocerle y amarle aquí y por toda la eternidad.

            Todo lo creado tiene una cierta semejanza a su autor; son chispas de la esencia divina. Si nos asombramos ante la creación, no podemos imaginar cómo es el Creador. Dios quiere establecer una relación personal con nosotros. Es una pena que perdamos el tiempo en cosas que no son importantes. Dicen que un treinta por ciento del tráfico del internet es de pornografía. El sexo es el dios de nuestro tiempo. La pornografía no solo nos deprime, sino que nos frustra. El demonio nos hace esclavos de una realidad virtual, que destruye vidas, relaciones y matrimonios. Hemos sido creados para más. Tenemos que despertar y buscar a Dios que inhabita en nuestra alma y que puede romper la cadena que nos impide volar alto.

            Estamos tan preocupados por las cosas de este mundo, que nos olvidamos del siguiente. Solo creemos lo que los sentidos nos muestran y no nos damos cuenta de que podemos acceder a la eternidad desde aquí. Tenemos una línea directa con Dios, más accesible que los móviles, sin problemas de baterías, datos o falta de señal. La Santísima Trinidad está en nuestra alma en gracia, a no ser que la empujemos fuera.

            La fiesta de hoy nos recuerda este misterio. Podemos entrar en la vida intra trinitaria de Dios y contemplar las relaciones entre las tres personas. Estamos invitados a participar en el constante, infinito, inmenso amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Podemos diferenciar las tres personas, aunque sean un solo Dios.

            Somos hijos del Padre, hermanos de Jesucristo y esposos del Paráclito. Podemos acceder a Dios a través de tres diferentes caminos, relaciones, ángulos, su paternidad, su hermandad o su amor. Le pedimos a la Virgen María, hija de Dios Padre, madre de Dios hijo y esposa de Dios Espíritu Santo, que nos ayude en ese empeño.

 

josephpich@gmail.com