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PERSEVERAR EN LA DOCTRINA DE LOS APÓSTOLES

Academia Cristo

Jueves 3 de octubre 2024

(Lectura de la Biblia en tres años: 2 Crónicas 8:1–9:12, Hechos 4:7–14)

 

PERSEVERAR EN LA DOCTRINA DE LOS APÓSTOLES

 

Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración. —Hechos 2:42

 

La iglesia del libro de los Hechos perseveraba en la comunión unidos en una misma doctrina (1 Corintios 1:10; Romanos 16:17) y expresaban esa unidad en el partimiento del pan (1 Corintios 10:16–17) y en la oración. El mismo pensar y sentir que los unía era la doctrina de los apóstoles o Doctrina Cristiana ¿Cuál era el contenido de esa doctrina?

 

Por lo menos cinco asuntos principales formaron parte de la doctrina de los apóstoles: Primero: La ley moral que Dios escribió en el corazón de cada ser humano y que Israel recibió resumida en los diez mandamientos (Romanos 2:14,15; Deuteronomio 5:22). En el sermón del monte Jesucristo aclaró la verdadera aplicación de esa ley moral. Segundo: el conocimiento de la Trinidad, puesto que eran bautizados en el nombre del Padre (Hechos 17:24-30), del Hijo (Hechos 13:26-30), y del Espíritu Santo (Hechos 19:1-3). Tercero: el bautismo y la cena del Señor instituidos por Cristo para otorgar el perdón de los pecados (Hechos 2:38; Mateo 26:26-29). Cuarto: el uso de las llaves de reino de los cielos (Mateo 18:15-22; 2 Tesalonicenses 3:6). Quinto: La oración, Cristo mismo enseñó a sus discípulos cómo orar cuando ellos se lo pidieron, pues nosotros «no sabemos orar como es debido» (Romanos 8:26 DHH; Lucas 11:1)

 

El contenido de la doctrina de los apóstoles es la sana doctrina. Conocer estas verdades y ser afirmados en ellas es de vital importancia para el crecimiento cristiano. Satanás quiere que los cristianos no crezcan en la fe y por eso busca distraerlos y malgastar su tiempo con enseñanzas venenosas, pero bastante atractivas. Pablo amonestó a los creyentes contra el peligro de ira tras tales enseñanzas: «Evita las necias controversias y genealogías, las discusiones y peleas sobre la ley, porque carecen de provecho y de sentido. Al que cause divisiones, amonéstalo dos veces, y después evítalo. Puedes estar seguro de que tal individuo se condena a sí mismo por ser un perverso pecador» (Tito 3:9-11).

 

Oración:

 

Aunque merecemos tu justa ira y tu castigo, te pedimos, ¡oh, Padre de misericordia!, que perdones nuestro pecado y nuestras muchas rebeliones. Defiéndenos de todo mal y peligro, en nuestro cuerpo y en nuestra alma. Líbranos de doctrinas falsas y perniciosas, y de guerra y derramamiento de sangre, de las tempestades y las sequías, de los incendios, de las epidemias, de la angustia del corazón y del desesperar de tu misericordia. En todo tiempo sé Tú nuestra ayuda eficaz. Amén.