
Academia Cristo Podcast
Jesús dijo: Ustedes escudriñan las Escrituras, porque les parece que en ellas tienen la vida eterna; ¡y son ellas las que dan testimonio de mí!
Nuestra misión
Nuestro propósito es llevar el evangelio a los hogares en América Latina, haciendo discípulos por medio de la instrucción bíblica para que ellos puedan llevar las buenas nuevas de Jesucristo a otros. Queremos que todos conozcan a Jesucristo como su único Salvador.
Nuestras creencias
Nuestras creencias básicamente se resumen en tres principios.
- Creemos que SOLAMENTE LA BIBLIA se debe usar para definir nuestra doctrina. Las tradiciones, nuestras experiencias y aun la razón humana están sujetadas a la Palabra de Dios.
“Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, les anuncia otro evangelio diferente del que les hemos anunciado, quede bajo maldición.” (Gálatas 1:8)
- Creemos que somos salvos SOLAMENTE POR MEDIO DE LA FE en nuestro Señor Jesucristo, no por ninguna de nuestras obras.
“Ciertamente la gracia de Dios los ha salvado por medio de la fe. Ésta no nació de ustedes, sino que es un don de Dios; ni es resultado de las obras, para que nadie se vanaglorie.” (Efesios 2:8,9) - Y creemos que somos salvos SOLAMENTE POR LA GRACIA, que es el amor inmerecido de Dios.
“El amor consiste en esto, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo, para que, ofreciéndose en sacrificio, nuestros pecados quedaran perdonados.” (1 Juan 4:10)
Si quiere ver una declaración de fe más amplia, favor de ver el documento titulado "En Esto Creemos".
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LA ORACIÓN DE GRATITUD DEL REY DAVID
27 de noviembre 2020
(Lectura de la Biblia en tres años: Números 28:1–15, Marcos 12:41–13:2)
LA ORACIÓN DE GRATITUD DEL REY DAVID
El SEÑOR me ha pagado conforme a mi justicia; me ha premiado conforme a la limpieza de mis manos, pues he andado en los caminos del SEÑOR; no he cometido mal alguno ni me he apartado de mi Dios.
—Salmos 18:20–21
Esta oración del rey David, ha desconcertado a muchos, pues pareciera que él creyera que nunca cometió error alguno y mucho menos un pecado. Sin embargo, es de conocimiento general que uno de los pecados más sonados de David fue su adulterio con la esposa de Urías y el haber conspirado para que este muera. Puesto que David escribió: «No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!» (Salmo 14:3) y que su hijo Salomón dijo: «No hay en la tierra nadie tan justo que haga el bien y nunca peque» (Eclesiastés 7.16 7:20) queda la interrogante ¿Por qué afirma tener limpieza de manos y haber caminado los caminos del Señor?
Según la Biblia, David era conforme al corazón de Dios (Hechos 13:22); «Noé era un hombre justo y honrado entre su gente. Siempre anduvo fielmente con Dios.» (Génesis 6:9); y Lot, era un «justo, que convivía con ellos y amaba el bien» Todos estos siervos de Dios fueron igual de pecadores que cualquier otro ser humano. ¿Por qué son llamados justos?
La Biblia llama justos a estas personas porque ellos eran creyentes que, para ser justos delante de Dios, confiaban en los méritos de Cristo y no en sus propios méritos. Tal como está escrito: «En realidad, si Abraham hubiera sido justificado por las obras, habría tenido de qué jactarse, pero no delante de Dios. Pues ¿qué dice la Escritura? «Le creyó Abraham a Dios, y esto se le tomó en cuenta como justicia.» (Romanos 4:2,3) Por esto David pudo decir que caminó los caminos del Señor y que tenía manos limpias (por los méritos de Cristo). Nuestra situación es la misma que la de ellos. La justicia que nos pone a cuantas con Dios no es la que proviene de nosotros mismos ni de nuestras buenas obras y méritos. Solo los méritos de Cristo como nuestro sustituto cumplen el requisito divino. Su obediencia perfecta no es atribuida gratuitamente y su muerte en la cruz paga nuestro pecado. En gratitud vamos a querer obrar lo bueno, sabiendo que tales obras solo tienen valor cuando los méritos de Cristo le son añadidos.
Oración:
Padre Santo y misericordioso, confieso que soy por naturaleza pecador y que te he desobedecido con mis pensamientos, palabras, acciones y omisiones. He hecho lo que es malo y he fallado en hacer lo que es bueno. Por esto merezco tu castigo tanto ahora como eternamente. Pero en verdad estoy arrepentido de mis pecados, y confiando en mi Salvador Jesucristo, suplico tu misericordia y me regocijo por saber que la justicia de Cristo me es atribuida gratuitamente. Afírmame, por tus medios de gracia en la verdadera fe para la vida eterna. Amén