Academia Cristo Podcast

La ansiedad es como una mecedora

Academia Cristo

14 de abril

La ansiedad es como una mecedora

Pastor Daron Lindemann

 

Hay mucho por lo que estar ansioso en estos días. Si sientes presión, eso no te hace malo, pecador o débil. No es diferente de cuando te pitan los oídos cuando tu Boeing 737 sube a mayor altitud. 

            Estoy estudiando la palabra ansiedad en la Biblia, a menudo traducida como preocupación. Pero escucha esto. Su significado básico no es negativo en absoluto. Tiene el sentido de cuidado o preocupación.

            Se utiliza positivamente en 1 Corintios 7:32, donde el apóstol Pablo menciona a un hombre que «se preocupa de servir al Señor», y en 1 Corintios 12:25, recordando a los creyentes con diferentes capacidades e intereses «que todos los miembros se preocupen los unos por los otros». 

            Entonces, ¿cómo se convierte la preocupación en ansiedad? Es como una mecedora. 

            El cuidado o la preocupación se mecen suavemente, contentos con el momento, sin darse cuenta de que se están meciendo. Lento. En paz. Relajado. Consciente de los puntos de presión, pero no dominado por ellos. Feliz de mecerse.

            La preocupación o la ansiedad se mueven con rapidez y furia, tratando de llegar a alguna parte, hacer algo, hacer que las cosas sucedan. Y cuanto más intenta controlarlas, más abrumadora se siente. Así que se esfuerza aún más y se balancea aún más rápido. Mucha actividad, pero sin llegar a ninguna parte. 

            ¿Cómo vas a manejar hoy la presión?

            Hay muchas cosas que Dios puede hacer mejor sin tu ayuda. Balancéate suavemente. Relájate en este momento, y mira lo que Dios puede hacer.

 

Oración:

 

Soberano Señor, en gratitud por tu gran amor, por el que me atribuyes los méritos de la obediencia perfecta y del sacrificio vicario de tu Hijo Jesucristo para salvarme de la condenación eterna, quiero ocuparme en servirte. Sin embargo, en mi fragilidad humana, trato de tomar control de la situación frente a los grandes desafíos que me toca enfrentar. Olvido que tú estás en control de todo y por eso me angustio innecesariamente. Concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el temple para cambiar las que sí puedo y la sabiduría para reconocer la diferencia, de tal manera que viva confiado en que tú lo gobiernas todo, por Jesucristo tu Hijo. Amén.