Academia Cristo Podcast

Antes del comienzo

Academia Cristo

16 de abril

Antes del comienzo

Andrea Delwiche

 

¿Te sientes inquieto, asustado, como si todo dependiera de ti, impotente para hacer lo que hay que hacer? ¿Estás harto de los demás? ¿Estás cansado del caos de este mundo? No estás solo. Lo más probable es que casi todas las personas que estén leyendo esto en todos los rincones del planeta hayan tenido estos pensamientos. Los gritos individuales de todos nosotros son escuchados por nuestro Dios que está con nosotros y nos rodea.

            Nuestro mundo carece de fundamento y certidumbre. Cuando un problema se resuelve, otro salta ansiosamente para ocupar su lugar. Abrumador. Considera la realidad mucho más profunda y sustentadora de nuestro universo en esta frase: «En el principio ya existía la Palabra. La Palabra estaba con Dios, y Dios mismo era la Palabra»(Juan 1:1).

            Antes del caos y la tragedia de nuestro mundo moderno, impulsado por los ciclos de noticias, estaba la Palabra, Jesucristo. Uno con el Padre y el Espíritu, nuestro Dios trino creó intencionadamente nuestro mundo. Dios sigue sosteniéndolo. Estamos aquí a propósito como sus manos, sus pies y su corazón, trabajando con Él para seguir amándolo.

            No cabalgamos sobre una bola de destrucción, solos y sin esperanza. Estamos plantados en un mundo cuidadosamente concebido, presidido y saturado del amor, el cuidado y la atención de Aquel que le dio la vida.

            Dios está antes del principio del mundo. Ahora está con nosotros. ¿Cómo puedes aferrarte hoy a la realidad de la presencia eterna de Dios en tu camino?

 

Oración:

 

Omnipresente Dios, no hay lugar donde no esté presente pues tú no estás limitado por el tiempo ni el espacio. Sin embargo prometes estar con tu pueblo de un modo especial, con tu cuidado paternal. Prometes la presencia de Jesucristo cuando nos reunimos en su nombre y me aseguras la presencia del Espíritu Santo en mi corazón que viene a mí cuando me alimento de tu evangelio. Nunca me dejas solo de modo que al enfrentar los desafíos cotidianos puedo decir: «Cristo y yo somos mayoría aplastante». Gracias Señor, por Jesucristo tu Hijo. Amén.