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Huesos rotos

Academia Cristo

2 de junio

Huesos rotos

Pastor Daron Lindemann

 

Hace unos años, me rompí el primer hueso de mi cuerpo: la punta del dedo. ¡Cómo me dolió! Me aplasté el huesito de la punta del dedo y lo partí por la mitad.

            Recuerdo que pensé: «Si a mí me duele tanto un hueso de la punta del dedo roto, ¿qué pasa con toda esa gente que se rompe cosas grandes?». ¡Guau! Respeto.

            Durante meses, me la golpeaba o incluso simplemente la frotaba contra algo y, «¡Ay!». Las terminaciones nerviosas eran muy sensibles al tacto.

            Así que fue una alegría increíble cuando por fin se curó. El hueso que aplasté se alegró. 

            «Hazme oír gozo y alegría; que se regocijen los huesos que has quebrantado. Esconde tu rostro de mis pecados y borra todas mis iniquidades»(Salmo 51:8,9 LBLA).

            Imagina que cada uno de tus 206 huesos estuviera roto. Aplastados. ¡Ay! Eso dolería durante meses, ¡pero luego vendría la curación y el regocijo! Aunque probablemente no todos sanarían exactamente al mismo tiempo, así que experimentarías múltiples momentos de alegría. 

            En lugar de decir «te perdono» una sola vez y decirte que más vale que lo recuerdes o te lo perderás, Dios dice «te perdono» por cada uno de tus pecados. Lo dice a menudo. Lo dice de diferentes maneras.

            Cada hueso roto se alegra. Cada uno de tus pecados de cada día está plenamente perdonado: específicamente, individualmente, una y otra vez. Ahora ten cuidado y cuida esos huesos en la alegría del perdón.

 

Oración:

 

Misericordioso Dios, confieso que soy pecador e impuro desde antes de nacer y que he pecado contra ti con el pensamiento, la palabra, mis obras y hasta por no hacer lo bueno que tú mandas. Por tanto, me refugio en tu infinita misericordia, buscando e implorando tu gracia, por Jesucristo tu Hijo. Confieso que solo por sus méritos soy perdonado. Amén.