Academia Cristo Podcast

La clave de una buena oración

Academia Cristo

14 de junio

La clave de una buena oración

Pastor Mike Novotny

 

Hace unas semanas, hice a nuestra iglesia una pregunta peligrosa: «¿Qué nota le pondrías a tu vida de oración?». Unas 160 personas dieron sus respuestas, en su mayoría poco inspiradoras: C+, D, B, D-. «Mi vida de oración carece de intencionalidad». «Mi mente está siempre distraída». La mayoría anhelaba mejorar en la oración.

Me identifico con eso. A través de los años, he predicado sobre la oración, he leído libros sobre la oración, y he establecido metas en torno a la oración, pero no estoy allí con la oración. No estoy cerca de donde quiero estar en mis conversaciones diarias con mi Padre.

Pero hace poco, Dios me mostró la clave para una gran vida de oración. Sucedió mientras estudiaba las palabras de Jesús: «cualquiera que se humilla como este niño es el mayor en el reino de los cielos»(Mateo 18:4). ¿Qué tienen los niños que los hace tan grandes a los ojos de Jesús? Respuesta: Saben que están indefensos. La razón por la que los niños pequeños gritan «¡Mami!» cien veces al día es porque no tienen la habilidad para preparar el almuerzo, ni el dinero para comprar juguetes, ni la altura para ver por encima de los mayores. Su impotencia les obliga a pedir ayuda.

Luz. Bombilla. Momento. Cuando recordamos que somos impotentes sin Dios, nos obliga a orar con humildad. «Dios, sin ti no puedo amar a mi hermano. O criar a esta hija. O perdonar a mi ex. O convertir a mi amigo en cristiano. O escapar de esta vergüenza. O decir no a este pecado. O confiar en ti en esta tragedia. Te necesito, Dios. Cada día, te necesito».

Recordar nuestra humilde posición -como seres humanos indefensos- nos mantendrá hablando con Dios en la oración.

 

Oración:

 

Dios todopoderoso, Tú eres grande, soberano y confiable. Yo soy pequeño, frágil e inestable. Tú eres Santo y yo un simple pecador. Te necesito a cada momento pues sin ti nada puedo hacer. Ayúdame, en mi limitación y debilidad, en todo momento y guárdame de pecar contra ti y caer en tentación, por Jesucristo tu Hijo. Amén.