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Amor que sigue

Academia Cristo

16 de septiembre

Amor que sigue

Pastor Jon Enter

 

Las ovejas son criaturas indefensas. No tienen ningún mecanismo de defensa contra los depredadores. Su única defensa es vigilar que ningún animal las aceche, las siga. Como humano con una naturaleza pecaminosa y un libre albedrío defectuoso, estás indefenso como una oveja contra ese león que merodea, el diablo. Él te acecha, te sigue, para matar y destruir. 

            Una de las maneras más efectivas en que el diablo ataca a los cristianos es con la culpa. Cuando miras en tu pasado, cuando recuerdas ese acto horrible, ese pecado sexual, esa ira eruptiva, esa mentira intencional, ese intercambio lleno de ira, la culpa te sigue. La culpa consume. La culpa aplasta. La culpa gana. Cuando miras a tu pasado, te sientes culpable, terrible, inútil.

            Culpable significa que puede ser castigado. El juez golpea el mazo declarando: «¡Culpable!». Eso significa que la persona será castigada. Pero Jesús fue castigado en tu lugar. Jesús pagó el precio. Jesús borró tu pasado. No hay razón para mirar en tu pasado y sentirte culpable; en vez de eso, ¡mira en tu pasado y ve la gracia! Mira la bondad y el amor de Jesús. 

            A menudo los cristianos se sienten atormentados por su pasado. No lo hagas. No eres un fracasado; ¡estás perdonado! Esa verdad es la promesa final que Dios te hace en el Salmo 23: «Sé que tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida»(versículo 6). La culpa no te persigue. Tu pasado ha desaparecido. La bondad y el amor te siguen, así que vive confiado. La misericordia de Jesús está contigo. Siempre. Para siempre. 

 

Oración:

 

Justo y Santo Dios eterno, delante de ti ninguno de nosotros, hijos de Adán, es puro. Te bendigo y agradezco porque gracias a tu obra redentora me atribuyes los méritos de tu Unigénito, y por él, soy limpio y justo delante de ti. Concédeme vivir consagrado a ti, en gratitud a tu inmenso amor y la firme convicción de que tu justicia ya fue satisfecha para siempre por los méritos del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, por Jesucristo tu Hijo. Amén.