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El consuelo de la Cena del Señor

Academia Cristo

17 de septiembre

El consuelo de la Cena del Señor

Jan Gompper

 

Existen diferentes creencias en lo que respecta a la celebración de la Cena del Señor. Algunos cristianos creen que el pan y el vino «representan» el cuerpo y la sangre de Cristo y que, al participar de ellos, honran la muerte y resurrección de Jesús y su directiva de «hagan esto en memoria de mí»(Lucas 22:19).  

Otros cristianos creen que «en, con y bajo el pan y el vino» los creyentes también reciben el cuerpo y la sangre de Jesús. Basan esta creencia en el recordatorio de San Pablo a su iglesia de Corinto: «La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la participación en la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la participación en el cuerpo de Cristo?»(1 Corintios 10:16 LBLA). 

Ambos puntos de vista proceden de un lugar de sincera reverencia. El punto de vista «representacional», sin embargo, parece dejar de lado el consuelo que ofrece la Cena del Señor. Se centra más en lo que hacemos por Dios que en lo que Dios hace por nosotros.  

La carta de Pablo a los Corintios da a entender que el cuerpo y la sangre de Cristo están íntimamente ligados al pan y al vino. Esto parece sugerir que cada vez que tomamos la Cena del Señor no sólo estamos «recordando» a Jesús, sino que somos partícipes (o destinatarios) de algo más.  

No sé a ti, pero a mí me reconforta creer que cada vez que acudo a su mesa (incluso cuando mi mente está en otra parte, como a veces ocurre), Cristo sigue viniendo a mí, dándome una inyección de refuerzo espiritual, por así decirlo, para fortalecer mi fe y acercarme más a Él.

 

Oración:

 

Señor, confieso que con mi limitado raciocinio dañado por el pecado me es más fácil pensar que esperas algún mérito mío para perdonarme. Sin embargo tu palabra te atribuye todo el mérito solo a ti y me dice que con el pan y el vino de la sagrada cena recibo no solo el perdón de los pecados sino también el cuerpo y la sangre de Cristo. No puedo comprenderlo. Solamente creerlo. Concédeme que mi fe sea tan sencilla como la de los niños que creen sin cuestionar lo lógico o no de lo que enseñaste y permite que yo pueda creer lo que no puedo comprender, por Jesucristo tu Hijo. Amén.