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Lo que se ha ido, se ha ido

Academia Cristo

27 de septiembre

Lo que se ha ido, se ha ido

Sarah Habben

 

Una vez, mientras buceaba, me ajusté la máscara y se me cayó un pendiente. Cayó en espiral hasta el fondo del océano, donde fue rápidamente cubierto por la arena movediza. En el mar, lo que se va, se va. 

Lo mismo ocurre cuando un Dios misericordioso se ocupa de nuestras vergüenzas. «Tú volverás a tener misericordia de nosotros, sepultarás nuestras iniquidades, y arrojarás al mar profundo todos nuestros pecados»(Miqueas 7:19). 

Si no tenemos hambre de perdón, esas palabras no significan gran cosa. Miqueas vivió durante una época de prosperidad. El pueblo de Dios vivía el tipo de vida cómoda que la gente de todos los tiempos supone que Dios les debe. Las vidas fáciles llevaron al pueblo de Dios a ponerlo en un estante y en su lugar adorar a los ídolos, el dinero y la posición social. Pagaban a los pastores para que predicaran lo que querían oír. Pisotearon a los inferiores de la sociedad.

Miqueas advirtió al pueblo de la desastrosa ira de Dios, pero también le recordó su compasión.

El mundo de Miqueas nos suena terriblemente familiar. Los cristianos cómodos a menudo adoramos menos a Dios que a nuestras cuentas en las redes sociales. Pero cuando la culpa y la vergüenza invaden nuestros corazones, nuestros seguidores de Instagram no pueden ayudarnos. Necesitamos a un Dios compasivo.

Y nosotros tenemos una. Dios envió a su Hijo, que soportó el calor del infierno en nuestro lugar. Él toma nuestros pecados y los arroja al mar. Estamos perdonados, ¡y cómo aligera esto nuestros corazones! No pesques el pecado y la culpa que Jesús ha eliminado.

Lo que se ha ido, se ha ido. 

 

Oración:

 

Misericordioso Dios, confieso que no he apreciado en su verdadera magnitud el lamentable estado espiritual en que me encuentro, al igual que la mayoría de los otros seres humanos. Concédeme ser cristiano celoso de tu palabra, vivir en continuo arrepentimiento y ser un instrumento de tu paz, por Jesucristo tu Hijo. Amén.