Delitos de Sangre

Un conductor atropella a un perro y termina cavando una tumba bajo amenaza

Magaly Rivera Season 2

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No todos los secretos de un pueblo pequeño son silenciosos. Mineola, Texas, despierta cuando una noche de regreso a casa se transforma en terror: un conductor atropella accidentalmente a un perro y termina obligado a cavar una tumba, conducir con un arma apuntando y entregar 200 dólares en un cajero bajo las cámaras. Lo que empieza como culpa se vuelve secuestro, robo y humillación; una sucesión de decisiones dominadas por la furia de un joven armado y la necesidad de sobrevivir del hombre atrapado en su mira.

Narramos cada giro con precisión: la carretera, el choque inevitable, la reacción del dueño, la presencia de un rifle AR y la dinámica de poder que convierte la tristeza en coerción. Reconstruimos las pruebas que sostienen el caso —testigos, video de seguridad, identificación en rueda de reconocimiento, el testimonio de la madre del acusado— y el avance judicial que culmina en arresto y fianza alta. Más allá del expediente, ponemos sobre la mesa preguntas que no admiten respuestas rápidas: ¿puede el dolor explicar un crimen?, ¿dónde trazamos el límite entre duelo y violencia?, ¿cómo se protege una comunidad cuando la rabia intenta vestirse de justicia?

También compartimos aprendizajes prácticos: cómo actuar tras atropellar a un animal, cómo reducir riesgos ante una confrontación cargada de emociones y armas, y por qué la contención emocional y el acceso a salud mental son claves para que la pérdida no desemboque en daño irreparable. Con un tono cercano y directo, sostenemos una idea central: el amor por una mascota merece respeto, pero nunca autoriza la agresión. Si esta historia te movió o te hizo pensar diferente sobre culpa, control y seguridad, te invitamos a suscribirte, compartir el episodio y dejarnos tu opinión en los comentarios; tu perspectiva alimenta la conversación que necesitamos.

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Speaker 1:

Esto que les voy a contar parece un invento, una exageración. Cuando yo lo leí, hasta yo me dije esto tiene que ser mentira. Pero no Hay cámaras. Hay testigos y hay pruebas. Imagínate que accidentalmente atropellas a un perro y terminas secuestrado, obligado a cavar una tumba y a sacar dinero de un cajero automático, con un hombre apuntándote. Eso suena de película, pero pasó en Mineola, texas. Minihola es un pueblito de Texas con apenas 5,000 habitantes, un lugar tranquilo donde la vida suele girar alrededor de la iglesia, la escuela y los clásicos viernes de fútbol americano. Y es justo en lugares pequeños, donde uno nunca espera escuchar historias tan oscuras, que ocurren cosas que te dejan con la boca abierta. Yo siempre digo los sitios más callados suelen esconderse los secretos más ruidosos. La noche del 8 de septiembre un hombre el conductor, que luego sería la víctima manejaba de regreso a su casa. No iba rápido, pero en cuestión de segundos la tragedia apareció frente a su carro Un perro cruzó la carretera. El impacto fue inevitable y, lamentablemente, el animalito falleció en el acto. El conductor, nervioso, detuvo el carro al lado de la carretera, se bajó, revisó el daño y se inclinó hacia el parachoques. Ese momento aparentemente rutinario después de un accidente iba a convertirse en la peor experiencia de su vida. Y aquí creo que todos podemos coincidir con el que cuando uno mata o le pega a un animalito sin querer la culpa, lo mata a uno también. Pero de lo que este hombre no tenía ni la menor idea es que lo peor apenas estaba comenzando, porque el perro no estaba solo. Su dueño, alberto Joshua Hernández, de 22 años, andaba con él y había visto todo lo que pasó.

Speaker 1:

Alberto no reaccionó con llanto ni con impotencia. Reaccionó con furia, bajo de su camioneta, con un arma automática en mano, le apuntó directamente al conductor que por cierto su nombre no fue divulgado y le dijo debería dispararte ahora mismo por esto. Imagina estar ahí no solo procesando de que mataste a un animalito por accidente, sino que ahora un joven enloquecido te está apuntando al pecho. Cualquiera se paraliza. Una cosa es que te reclamen y otra que te apunten con una pistola y te digan te mereces morir. Pero Alberto no se quedó en palabras.

Speaker 1:

Le ordenó al hombre a recoger el cuerpo del perro de una zanja cercana y con las manos temblorosas, el conductor cargó al animal y lo llevó hasta la casa de Hernández bajo la amenaza del arma. Ahí comenzó lo que la policía describió como un secuestro con tintes de tortura psicológica, con el cañón, siempre apuntándole en el patio de su casa. Y yo me pregunto ¿qué le pasaba por la cabeza a este hombre cavando tierra, sabiendo que, con un movimiento en falso, podía ser su propia tumba la que estaba abriendo? El aire era denso, el silencio, apenas roto por el sonido de la pala. Cada palabra era un recordatorio de que su vida estaba en manos de alguien fuera de sí. El perro fue enterrado, la tierra cubrió el cuerpo, pero el terror, mi gente, no terminó ahí.

Speaker 1:

Hernández entró a su casa y cuando salió, traía un arma aún más intimidante, un rifle AR con dos cargadores. No sé qué es eso, una ametralladora, ustedes me dicen. Era un mensaje claro El poder estaba en sus manos y la vida del conductor dependía de él. Pero no se quedó con el entierro. Alberto Hernández decidió que el hombre debía pagar, no con disculpas, sino con dinero. Le confiscó las llaves y su teléfono y lo obligó a conducir hasta un cajero automático. Mientras Hernández iba de pasajero, pero nunca bajó el arma, las cámaras de seguridad del banco registraron lo impensable la víctima retirando 200 dólares y entregándolos bajo la mirada fría de un hombre con un rifle en mano. Yo leí esto y pensé esto es secuestro, robo y humillación, todo en una sola noche. Pero lo más increíble es, cuando parecía que ya lo iba a dejar ir, alberto dio el golpe final al miedo. Le tomó una foto a la licencia de conducir del hombre. Le dijo que ahora sabía dónde vivía. Un mensaje de terror a largo plazo. El conductor logró salir vivo, pero con un trauma que ni el tiempo ni los 200 dólares van a borrar van a borrar.

Speaker 1:

El 19 de septiembre la víctima identificó a Alberto Hernández en una rueda de reconocimiento policial. Y no solo eso la propia madre del acusado confirmó que lo había visto con el rifle ese día. El 26 de septiembre, hernández fue arrestado. La policía lo acusó de robo agravado, secuestro agravado y de cargos de sustancias. Hoy permanece en la cárcel. Y que por favor se quede ahí.

Speaker 1:

Yo viviría con un terror. Está en la cárcel del Condado Wood con una fianza de $660,000. Aquí es que yo me quedo en shock, porque perder una mascota duele, sí, duele como si fuera familia. Pero ¿qué justifica secuestrar a alguien, obligarlo a cavar una tumba y extorsionarlo con dinero? Esto no es por amor a un perro.

Speaker 1:

Esto es dolor transformado en violencia, en crimen, y es lo que lo tiene hoy tras las rejas. No siempre la violencia nace de la maldad A veces nace del dolor mal manejado, pero el resultado es igual Es un crimen. Y la pregunta aquí es ¿qué piensan ustedes? Hasta dónde puede llegar una persona cegada por el dolor y la rabia? Entienden ustedes esto o les parece totalmente inaceptable? Yo todavía estoy en shock de que esto no sea de una película, sino un caso real. Qué muchos enfermos hay en la calle. Mi gente, gracias por permitirme contarles esta historia. Nos vemos el viernes con una historia nueva. Este fue un regalito a ustedes, como un buffer, donde escuchamos tantas historias tristes. Hagan bien, sin mirar a quien, mantenga la compostura. Mi gente, los quiero mucho. Delitos de sangre. Bye.

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