Levitico, Una Ventana al Corazon de Dios Podcast

Santidad en lo Íntimo y lo Publico

Liliana Alvarez Season 1 Episode 27

En este episodio, Santidad en lo Íntimo y lo público, nos encontramos con un pasaje que parece dividirse en dos: Primero, una breve sección litúrgica sobre la lámpara perpetua y el pan de la Presencia. Y luego, un incidente que termina en juicio: un hombre blasfema el Nombre de Dios… y muere apedreado. Pero en realidad, estos dos segmentos están profundamente unidos. Este capítulo enfatiza dos lugares, primero un lugar íntimo y aislado y el segundo un lugar público a la vista de todos. La lampara y los panes están en el lugar santo dentro de la tienda de reunión. Esta tienda estaba cubierta por tres capas creando en su interior privacidad e intimidad. Solo los sacerdotes podían entrar en el lugar santo, era como entrar en la casa privada de su Rey. Nadie de afuera podía ver lo que sucedía adentro, solo Dios. Por eso es un lugar de intimidad. El atrio del Tabernáculo y el campamento eran lugares públicos, es decir estaban a la vista de otros. Adorar a Dios en la intimidad y en público reflejan la actitud interna del adorador. 

Hola amigos, bienvenidos. Gracias por acompañarnos en este episodio #27 de Levítico: Una Ventana al Corazón de Dios. En el episodio anterior, “El Calendario de Dios”, exploramos uno de los capítulos más ricos y simbólicos de este libro: donde el Señor no sólo establece fiestas; sino que Él marca el ritmo de la vida de su pueblo. Dios es eterno y no está sujeto al tiempo. Antes de que existiera la luz, los planetas, los ciclos solares o las estaciones, Él es. Cuando Dios creó los cielos y la tierra, el tiempo comenzó a correr.

El tiempo es sagrado y es un regalo de Dios. Esta verdad me ha impactado muchísimo desde que comencé a estudiar este libro hace ocho años.  El Salmo 39:4-5 dice, Señor, recuérdame lo breve que será mi tiempo sobre la tierra. Recuérdame que mis días están contados, ¡y cuán fugaz es mi vida! La vida que me has dado no es más larga que el ancho de mi mano. Toda mi vida es apenas un instante para ti; cuando mucho, cada uno de nosotros es apenas un suspiro». ) Y el salmo 90:12 dice, “Enséñanos a entender la brevedad de la vida, para que crezcamos en sabiduría.” En este episodio, Santidad en lo Íntimo y lo público, nos encontramos con un pasaje que parece dividirse en dos: Primero, una breve sección litúrgica sobre la lámpara perpetua y el pan de la Presencia. Y luego, un incidente que termina en juicio: un hombre blasfema el Nombre de Dios… y muere apedreado. Pero en realidad, estos dos segmentos están profundamente unidos. Este capítulo enfatiza dos lugares, primero un lugar íntimo y aislado y el segundo un lugar público a la vista de todos. La lampara y los panes están en el lugar santo dentro de la tienda de reunión. Esta tienda estaba cubierta por tres capas creando en su interior privacidad e intimidad. Solo los sacerdotes podían entrar en el lugar santo, era como entrar en la casa privada de su Rey. Nadie de afuera podía ver lo que sucedía adentro, solo Dios. Por eso es un lugar de intimidad. El atrio del Tabernáculo y el campamento eran lugares públicos, es decir estaban a la vista de otros. Adorar a Dios en la intimidad y en público reflejan la actitud interna del adorador. En las culturas del Antiguo Cercano Oriente, las lámparas en los templos también simbolizaban la presencia de una deidad. Pero solo en Israel, esa luz no era un ídolo… sino un recordatorio del Dios vivo, invisible y personal. 

Vamos a leer el capítulo 24 en la Nueva Traducción Viviente y dice,

El Señor le dijo a Moisés: Ordena al pueblo de Israel que traiga aceite puro de olivas prensadas para el alumbrado, y así mantener las lámparas continuamente encendidas, las lámparas del candelabro que está en el tabernáculo frente a la cortina interior que protege el arca del pacto. Aarón deberá mantener las lámparas encendidas en la presencia del Señor toda la noche. Esta es una ley perpetua para el pueblo que se cumplirá de generación en generación. Aarón y los sacerdotes se ocuparán de las lámparas que están en el candelabro de oro puro, a fin de que ardan continuamente en la presencia del Señor.

También deberás hornear doce panes planos de harina selecta, usarás cuatro litros para cada pan. Pon los panes delante del Señor sobre la mesa de oro puro y colócalos en dos columnas, con seis panes en cada columna. Pon un poco de incienso puro cerca de cada columna para que sirva como una ofrenda representativa, una ofrenda especial presentada al Señor. Cada día de descanso colocarás este pan ante el Señor como una ofrenda de parte de los israelitas; es un recordatorio perpetuo del pacto eterno. Los panes les pertenecerán a Aarón y a sus descendientes, quienes los comerán en un lugar sagrado, porque son sumamente santos. Los sacerdotes tendrán el derecho perpetuo de exigir esta porción de las ofrendas especiales presentadas al Señor.

Cierto día, un hombre de madre israelita y de padre egipcio salió de su carpa y tuvo una pelea con un israelita. Durante la pelea, el hijo de la madre israelita blasfemó el Nombre del Señor con una maldición. Así que llevaron a este hombre ante Moisés para ser juzgado. Su madre se llamaba Selomit, hija de Dibri de la tribu de Dan.  Lo tuvieron bajo vigilancia hasta que les fuera clara la voluntad del Señor sobre este asunto. Luego el Señor le dijo a Moisés: Saca al blasfemo fuera del campamento, y diles a los que escucharon la maldición que pongan las manos sobre la cabeza del blasfemo. Después permite que toda la comunidad lo mate a pedradas. Dile al pueblo de Israel: los que maldigan a su Dios serán castigados por su pecado. Todo el que blasfeme el Nombre del Señor morirá apedreado por toda la comunidad de Israel. Cualquier israelita de nacimiento o extranjero entre ustedes que blasfeme el Nombre del Señor será ejecutado.

El que le quite la vida a otra persona será ejecutado.

El que mate a un animal que pertenece a otra persona tendrá que reponerlo: un animal vivo por el muerto.

El que hiera a una persona recibirá la misma herida que haya hecho: fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente. Lo que uno haga para lastimar a otro, eso mismo deberá recibir. El que mate a un animal tendrá que reponerlo, pero el que mate a una persona será ejecutado. La misma ley es aplicable tanto para los israelitas de nacimiento como para los extranjeros que viven entre ustedes. Yo soy el Señor su Dios. Después que Moisés dio todas estas instrucciones a los israelitas, sacaron al blasfemo fuera del campamento y lo apedrearon a muerte. Los israelitas hicieron tal como el Señor le había ordenado a Moisés.

 

Los tres temas que de este capítulo —la luz, el pan y el Nombre— no son elementos aislados, sino que son más bien símbolos vivientes del Dios que habita entre Su pueblo.

 

Vamos a desglosar este capítulo en dos partes:

1.    El Lugar Santo (1-9). Dios le pidió a Moisés que le dijera al pueblo que suministraran el aceite puro de olivo para el candelabro, y el sumo sacerdote debía cuidarla noche y día. Esta lámpara no era un adorno… era un símbolo visible de que Dios estaba allí —vigilante, presente, santo. Tanto el pueblo como el sacerdote tenían un rol importante en mantener la luz brillando permanentemente. El lugar santo era oscuro en su interior por las tres capas que lo cubrían. Parte de la responsabilidad sacerdotal era asegurarse que la Luz no se apagara o faltara. En este lugar no había ventanas o alguna otra fuente de luz, excepto la del candelabro, el cual fue labrado a martillo de una sola pieza de oro puro y no debía tener partes separadas o ensambladas. Recordemos que Dios dotó a Bezalel y lo lleno de su espíritu para elaborar todos los muebles del tabernáculo.“Imagínense el resplandor extraordinario de aquel candelabro encendido, reflejando su luz sobre las paredes del santuario —vigas de madera finamente recubiertas en oro puro. Un destello sagrado que llenaba el lugar con la gloria de la presencia de Dios.” Toda esta luz es como una declaración silenciosa de la presencia gloriosa de Dios. Este candelabro fue diseñado por Dios. El sacerdote debía cumplir con todos los requisitos de la ley y cargaba con esa responsabilidad y reverencia como siervo del Rey. Tal vez era un pequeño eco terrenal de lo que vio Ezequiel cuando dijo:

“Desde lo que parecía ser su cintura hacia arriba, vi una especie de brillo como de ámbar pulido que daba la impresión de estar envuelto en fuego. Desde su cintura hacia abajo también parecía estar envuelto en fuego, y un resplandor brillaba a su alrededor. Todo el resplandor que lo rodeaba era como el arco iris que se ve en las nubes en un día de lluvia. Ese fue el aspecto de la figura que vi y que tenía la apariencia de la gloria del SEÑOR. Cuando la vi, caí rostro en tierra, y oí que alguien me hablaba.” (Ezequiel 1:27-28) O como lo describe el salmista:

“Te has vestido de gloria y de esplendor; té cubres de luz como con un manto.”(Salmo 104:1–2) La luz disipa toda tiniebla y derrama su glorioso esplendor, llenando el santuario con un resplandor que no nace del hombre, sino de la presencia misma del Dios eterno. La mesa de los panes de la presencia ubicada en la parte norte del lugar santo fue elaborada en madera y recubierta en oro puro. Cada semana, los sacerdotes colocaban doce panes en dos columnas de seis, uno por cada tribu. Estos panes no eran simplemente alimentos…

Eran una señal de que cada tribu tenía un lugar ante Dios.

Ese pan permanecía delante del Señor durante siete días, como una ofrenda de memorial. Cada Shabat, los sacerdotes retiraban los panes antiguos y colocaban los nuevos. Los panes retirados se comían ese mismo día, en el Lugar Santo, dentro del tabernáculo. Solo los sacerdotes (varones descendientes de Aarón) podían comerlos, como parte de su porción santa. Estos panes eran una comida sagrada y de comunión proporcionada por Dios a través de su pueblo. Se llama pan de la presencia porque “Panim” es la palabra hebrea para “rostro” o “presencia”. Así que lejem ha-panim se traduce mejor como “pan que está delante del rostro (Presencia) de Dios”. En el contexto del mundo antiguo, compartir pan era el símbolo más íntimo de confianza y pacto.

Pero Israel no se sentaba a la mesa de un rey terrenal sino que se sentaba ante el Rey eterno. Dios les proveía pan a sus sacerdotes recordándoles que Él es el proveedor de todo.

 

2.    El Lugar Publico (V10-23) En el versículo 10, encontramos algo notable y es que Esta es apenas la segunda historia narrativa en todo el libro de Levítico. Levítico es, en su mayoría, un libro de leyes, instrucciones rituales, mandamientos sobre pureza, sacrificios y santidad.

Pero, en medio de esas ordenanzas, el Espíritu Santo ha inspirado dos relatos históricos específicos:

1. El primero fue en Levítico 10, con Nadab y Abiú, los hijos de Aarón que ofrecieron fuego extraño delante del SEÑOR… y fueron consumidos por Su santidad. 

2. El segundo es este: el hijo de una israelita y un egipcio, que en medio de una pelea blasfema el Nombre de Dios. Ambos relatos son breves.

Ambos terminan en juicio. Y ambos revelan lo mismo: Que la presencia de Dios no puede ser tratada a la ligera. El hombre fue aprehendido y permaneció bajo custodia hasta averiguar la voluntad de Dios para esta situación. Este joven cometió una violación directa y clara de uno de los diez mandamientos en éxodo 20 y dice, “No pronuncies el nombre del SEÑOR tu Dios a la ligera. Yo, el SEÑOR, no consideraré inocente a quien se atreva a pronunciar mi nombre a la ligera.”

Hoy, la blasfemia nos suena como algo del pasado y no relevante, pero en tiempos bíblicos, el Nombre no era simplemente una etiqueta o un sonido.

Era la expresión de la identidad, autoridad y carácter de Dios.

En el mundo antiguo, invocar el nombre de una deidad era hacerlo con temor. Pero Israel fue el único pueblo que tenía prohibido tomar el Nombre de su Dios en vano y fue Dios mismo quien se lo prohibió. Algo interesante ocurre en este relato y es que, En la ley bíblica, oír no es un detalle menor. El erudito Baruch A. Levine en su comentario de Levítico dice, “La ley bíblica considera el oír, no solo el ver, como una forma válida de testimonio, especialmente cuando el acto en cuestión consiste principalmente en hablar audiblemente, como con la blasfemia.” Asi que los que lo escucharon debian colocar sus manos sobre la cabeza del blasfemo —una transferencia simbólica de culpa y responsabilidad. De estas dos maneras estaban testificando en su contra. 

Levítico 22:2

 

“Di a Aarón y a sus hijos que se aparten de las cosas sagradas de los hijos de Israel, y no profanen mi santo nombre en lo que ellos me consagran. Yo soy el SEÑOR.”

Ofrecer algo corrupto o impuro también profana Su Nombre.

Levítico 22:32

 

“No profanarán mi santo nombre, para que yo sea santificado en medio de los hijos de Israel. Yo soy el SEÑOR, que los santifico.”

Honrar Su Nombre es parte esencial del pacto de santidad.

Salmo 29:2

 

“Dad al SEÑOR la gloria debida a su nombre;

adorad al SEÑOR en la hermosura de la santidad.”

Honrar Su Nombre se expresa en adoración reverente.

 

✦ Malaquías 1:11

 

“Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones… porque grande es mi nombre entre las naciones, dice el SEÑOR de los Ejércitos.” El veredicto final de Dios es la muerte para el joven blasfemo. Toda la comunidad participaba, o sea los lideres de la comunidad, ejecutaron por apedreamiento al joven fuera del campamento. Era una lección para todo Israel de que el nombre de Dios es santo y no se debe pronunciar en vano o ligeramente. Hace muchos años escuché al teólogo R.C. Sproul contar la siguiente historia y dijo, “Un dia vi a un joven desafiar a Dios gritando a los cielos “Si estas arriba mátame con un rayo” y no quise ni mirar como desafiaba al todopoderoso. Al dia siguiente vi el cadáver del joven.” Y agrego el siguiente comentario, “estamos tan acostumbrados a los patrones de gracia y misericordia que los damos por sentados y comenzamos a asumirlos y a exigirlos, y luego si no los conseguimos nos ponemos furiosos.” 

Dios declara que Su Nombre debe ser reverenciado por todo el mundo.

Hay unas leyes que se encuentran en medio de esta historia y tienen que ver con castigo capital por asesinato. Según Levine, tiene sentido que estén incluidas en este relato, “porque están relacionadas con el castigo que este joven recibe.” El asesinato premeditado es castigado por muerte, con la excepción de muerte accidental. Las ciudades de refugio eran lugares donde la vida del que matara a alguien accidentalmente podía vivir y ser protegido de la familia del muerto que quisiera vengarse. La biblia hace una distinción entre la vida de un ser humano y un animal. Restitución se puede hacer en el caso de un animal. En los versículos finales de este capítulo, también encontramos uno de los principios legales más conocidos —y a la vez, más malinterpretados— de toda la Torá:

 

“Ojo por ojo, diente por diente.”(Levítico 24:20 )Este principio, conocido como la ley del talión (lex talionis, en el derecho romano), parece a primera vista una regla de castigo físico literal. Pero los sabios de Israel entendieron otra cosa.

 

Según Baruch A. Levine: “Esta ley figura de manera prominente en la discusión talmúdica sobre el principio del talión. Los sabios insistieron en que la intención original de la Torá era permitir una compensación económica por lesiones corporales, incluso cuando fueran infligidas intencionalmente, y no imponer la misma lesión al agresor. La única excepción era asesinato”

(Levine, Leviticus, p. 268, Jewish Publication Society)

 

Es decir, la intención de la ley no era promover venganza sangrienta, sino justicia proporcional. El castigo debía equivaler al daño, pero no superarlo… y generalmente se aplicaba a través de compensación financiera, no mutilación literal. Esto refleja algo profundo sobre el carácter de Dios: Él es justo, pero también misericordioso. No busca perpetuar el dolor, sino restaurar el orden y proteger la dignidad humana.

 

 

Bueno y que dice el Nuevo Testamento

1.    Asi como El candelabro alumbraba el lugar santo y representaba la presencia de Dios permanente, Jesús es la luz del mundo.

Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8:12), y luego añadió: “Ustedes son la luz del mundo” (Mateo 5:14).

2.    Asi como El pan de la presencia era la manera representativa de cada una de las tribus de Israel, la provisión de Dios y comunión con El, Jesús es el pan que bajo del cielo, es sustento y da vida.

 

“Jesús les respondió: —Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca volverá a tener hambre; el que cree en mí no tendrá sed jamás.” (Juan 6:35 NTV)

 

“Yo soy el pan de vida.

Sus antepasados comieron el maná en el desierto, y sin embargo murieron.

Pero este es el pan que baja del cielo; el que come de él no muere.

Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne, que daré para que el mundo viva.” 

(Juan 6:48-51 NVI)

 

3.    Asi como El nombre de Dios es sagrado, Jesús exalta el nombre de su Padre. Dios le la el nombre que es sobre todo nombre.

 

Mateo 6:9

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu nombre.

 

 

Juan 17:6

A los que me diste del mundo les he revelado quién eres. Eran tuyos; tú me los diste, y han obedecido tu palabra.

 

Juan 17:11-12 NVI

“Ya no voy a estar por más tiempo en el mundo, pero ellos están todavía en el mundo y yo vuelvo a ti. »Padre santo, protégelos con el poder de tu nombre, el nombre que me diste, para que sean uno, lo mismo que nosotros. Mientras estaba con ellos, los protegía y los cuidaba mediante el nombre que me diste y ninguno se perdió sino aquel que eligió perderse, a fin de que se cumpliera la Escritura.”


Hebreos 13:15 NVI

“Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre.”


Hechos 4:7-12 NVI

“Hicieron que Pedro y Juan comparecieran ante ellos y comenzaron a interrogarlos: —¿Con qué poder o en nombre de quién hicieron ustedes esto? Pedro, lleno del Espíritu Santo, respondió: —Gobernantes del pueblo y líderes religiosos: Hoy se nos procesa por haber favorecido a un paralítico, ¡y se nos pregunta cómo fue sanado! Sepan, pues, todos ustedes y todo el pueblo de Israel que este hombre está aquí delante de ustedes, sano gracias al nombre de Jesucristo de Nazaret, crucificado por ustedes, pero resucitado por Dios. Jesucristo es »“la piedra que desecharon ustedes los constructores y que ha llegado a ser la piedra angular”. De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos.”


Filipenses 2:9–11

“Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla… y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

 

 

Apocalipsis 3:8 (NVI) Iglesia de filadelfia

Conozco tus obras. Mira que he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar. Sé que tienes poca fuerza, pero has guardado mi palabra y no has negado mi nombre.

 

Apocalipsis 19:11–13 (NVI)

Vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco. Su jinete se llama Fiel y Verdadero… Sus ojos resplandecían como llamas de fuego, y muchas diademas adornaban su cabeza. Llevaba escrito un nombre que nadie conoce sino él mismo. Estaba vestido de un manto teñido en sangre, y su nombre es: la Palabra de Dios.

 

Y como podemos aplicar estas leyes a nuestra vida,

1.    Nuestra vida debe reflejar la luz de Cristo en todo momento, como la lámpara encendida en el Lugar Santo. Esto implica Pureza interna y testimonio visible.

 

Mateo 5:14,16 (NVI)

“Ustedes son la luz del mundo… Alumbren a todos para que ellos vean las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.”

 

2.    Podemos comer del pan verdadero que nutre nuestra alma y tenomos

acceso directo a la mesa de comunión

Jesús dijo:

                  

Juan 6:48,51 (NVI)

“Yo soy el pan de vida… El que coma de este pan vivirá para siempre.”

 

Y en la Última Cena:

 

Mateo 26:26 (NVI)

“Tomen y coman; esto es mi cuerpo.”

 

3.    Honrar el Nombre de Dios no solo con palabras, sino viviendo como hijos de El: demostrando su carácter como el amor, perdón y compasión, incluso cuando otros nos ofenden. Jesús no respondió con piedras… sino con gracia.

 

 

Colosenses 3:17

Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.

 

Sin Jesús solo hay juicio, por eso te exhorto a que vivas desde la cruz de Cristo donde encuentras perdón, compasión, y ese amor redentor que sólo fluye del Nombre que es sobre todo nombre.

 

Porque aquel que es la Luz del mundo, el Pan que descendió del cielo, y el Nombre que salva, no solo vino a mostrar el camino sino que El mismo es el camino, la verdad y la vida.

 

 

Y por último, te dejo con esta inquietud, ¿estás honrando Su Nombre solo con tus labios…o también con tu vida? Hasta el próximo episodio. ¡Dios los bendiga!