Levitico, Una Ventana al Corazon de Dios Podcast

La Fidelidad De Dios

Liliana Alvarez Season 2 Episode 36

En este episodio, La fidelidad de Dios, miraremos como Dios creció a Israel de 70 a casi 2 millones de personas y los prepara su viaje hacia la tierra prometida. Es una expectativa increíble para el pueblo de Dios. El Rabí Jonathan Sacks en su libro Números: Los años en el desierto, dice lo siguiente, “La libertad implica la pérdida de seguridad y previsibilidad. Significa asumir la responsabilidad por tus acciones de una manera que un esclavo no necesita hacer. Significa dejar atrás la pasividad y la dependencia. Significa madurar, tanto como individuos como como nación. A lo largo de su travesía de Egipto al Sinaí, el pueblo no tuvo que pensar en la libertad. Huían de sus perseguidores. Estaban enfocados en sobrevivir. Pero ahora, al salir del Sinaí rumbo a la tierra prometida, tomaron plena conciencia de lo que tenían por delante. Como nación, estaban a punto de perder su infancia.”  La realidad es que la libertad cuesta y toma tiempo. La transformación de esclavitud a libertad física, mental y emocional toma tiempo. El desierto es ese lugar liminal donde esa transformación podía suceder para Israel. Nada para Israel iba a hacer fácil. Sacks continúa diciendo, “En la Torá no hay ninguna ilusión de que el camino hacia la Tierra Prometida sea fácil o directo, libre de dudas o conflictos. Al contrario: a pesar de sus relatos de pan del cielo, agua de una roca, tierra que se abre para tragar a los opositores, asnos que hablan, varas que florecen y personas que se vuelven leprosas por calumniar, el mensaje fundamental de Números es que el camino hacia la libertad es más largo y más difícil de lo que cualquiera imaginaba al principio.”  Esta es una realidad para nosotros igualmente, ya que cuando somos rescatados y liberados por el evangelio de Cristo, el largo y duro camino de asumir la responsabilidad de nuestras decisiones como personas libres es arduo y laborioso. El proceso de santificación es más largo y difícil de lo que pensábamos. Permanecer en la fe es una lucha continua porque dudamos y seguimos luchando con falsas creencias de nuestra vida antes de Cristo. Por eso el libro de números es como dijo Pablo para nuestra instrucción. Es una guía para nosotros en el desierto y peregrinaje en este mundo mientras llegamos a nuestra tierra prometida. 

Hola amigos, bienvenidos. Gracias por estar aquí para el episodio #36, Números, una Ventana al corazón de Dios. En el episodio anterior, Introducción Al Libro de Números, describí este libro como un diario de viaje y un registro del recorrido de Israel por el desierto de la prueba y de la fiel presencia de Dios. En este episodio, La fidelidad de Dios, miraremos como Dios creció a Israel de 70 a casi 2 millones de personas y los prepara su viaje hacia la tierra prometida. Es una expectativa increíble para el pueblo de Dios. El Rabí Jonathan Sacks en su libro Números: Los años en el desierto, dice lo siguiente, “La libertad implica la pérdida de seguridad y previsibilidad. Significa asumir la responsabilidad por tus acciones de una manera que un esclavo no necesita hacer. Significa dejar atrás la pasividad y la dependencia. Significa madurar, tanto como individuos como como nación. A lo largo de su travesía de Egipto al Sinaí, el pueblo no tuvo que pensar en la libertad. Huían de sus perseguidores. Estaban enfocados en sobrevivir. Pero ahora, al salir del Sinaí rumbo a la tierra prometida, tomaron plena conciencia de lo que tenían por delante. Como nación, estaban a punto de perder su infancia.” (1) La realidad es que la libertad cuesta y toma tiempo. La transformación de esclavitud a libertad física, mental y emocional toma tiempo. El desierto es ese lugar liminal donde esa transformación podía suceder para Israel. Nada para Israel iba a hacer fácil. Sacks continúa diciendo, “En la Torá no hay ninguna ilusión de que el camino hacia la Tierra Prometida sea fácil o directo, libre de dudas o conflictos. Al contrario: a pesar de sus relatos de pan del cielo, agua de una roca, tierra que se abre para tragar a los opositores, asnos que hablan, varas que florecen y personas que se vuelven leprosas por calumniar, el mensaje fundamental de Números es que el camino hacia la libertad es más largo y más difícil de lo que cualquiera imaginaba al principio.” (2) Esta es una realidad para nosotros igualmente, ya que cuando somos rescatados y liberados por el evangelio de Cristo, el largo y duro camino de asumir la responsabilidad de nuestras decisiones como personas libres es arduo y laborioso. El proceso de santificación es más largo y difícil de lo que pensábamos. Permanecer en la fe es una lucha continua porque dudamos y seguimos luchando con falsas creencias de nuestra vida antes de Cristo. Por eso el libro de números es como dijo Pablo para nuestra instrucción. Es una guía para nosotros en el desierto y peregrinaje en este mundo mientras llegamos a nuestra tierra prometida. 

El libro de Números comienza con una escena que, a simple vista, puede parecer extraña: un censo. Pero bajo la superficie de listas y números hay una narrativa profunda de identidad, propósito y preparación divina. El capítulo 1 no es solo una lista de nombres y cifras: es el eco de un Dios fiel que organiza, separa, nombra y dirige a su pueblo por una travesía que pondria a prueba su fe y obediencia.

En el antiguo Cercano Oriente, los censos eran comunes. Babilonia, Egipto, Persia y otros utilizaban lo censos registrar sus poblaciones para fines militares, tributarios o administrativos. Los censos eran instrumentos de poder. Eran una manera de saber con qué fuerza contaba el reino, cuántos hombres estaban disponibles para la guerra, y cuántos impuestos podían recolectarse.

En Egipto, por ejemplo, los censos se llevaban a cabo regularmente como parte de la economía centralizada, registrando trabajadores, tierras, cosechas y ganado. En el Imperio hitita y en Mesopotamia, las tablillas cuneiformes muestran listados de tropas, clanes y funciones asignadas. El censo era una afirmación de autoridad estatal.

Pero en Números 1 ocurre algo radicalmente distinto: el censo no lo ordena un rey humano, sino por el Señor mismo. No se trataba de explotación ni de control humano, sino de una movilización sagrada. Era una manera de mostrarle a Israel que su Dios era fiel cumpliendo sus promesas a Abraham en Genesis 13:16 y dice, “Multiplicaré tu descendencia como el polvo de la tierra.”  Dios está organizando a Su pueblo, no como un imperio más, sino como una comunidad redimida que marcha en orden y con propósito hacia una promesa.

En este capítulo, el censo tiene aquí un profundo significado teológico. Cada hombre contado representa una historia, una familia, una tribu, una porción en la tierra prometida. La organización tribal no es arbitraria; refleja el pacto. Y al contar solo a los hombres de guerra (varones mayores de 20 años), Dios estaba señalando que Israel tendría un rol importante en la conquista y toma de la tierra prometida. ¡El los llevará a la victoria! Los primeros cuatro capítulos tienen que ver con el censo y su importancia para lograr la victoria en el desierto y conquistar la tierra prometida.

 

Como señala el comentarista Gordon Wenham, este censo también refleja una transición importante: Israel deja de ser una masa de esclavos liberados para convertirse en un ejército santo, una nación organizada en torno al tabernáculo, con roles definidos, estandartes, líderes y responsabilidades. En otras palabras, están dejando atrás el caos del éxodo para abrazar el orden del Reino de Dios.

Voy a leer Números capitulo 1 de la Nueva Versión Internacional y dice,

El Señor habló a Moisés en el desierto de Sinaí, en la Tienda de reunión, el día primero del mes segundo, en el segundo año después de que los israelitas salieron de Egipto. Le dijo: Hagan un censo de toda la comunidad de Israel por clanes y por familias patriarcales, anotando uno por uno los nombres de todos los varones. Tú y Aarón reclutarán por escuadrones a todos los varones israelitas mayores de veinte años que sean aptos para el servicio militar. Para esto contarán con la colaboración de un hombre de cada tribu, que sea jefe de una familia patriarcal.

Estos son los nombres de quienes habrán de ayudarles:

por la tribu de Rubén, Elisur, hijo de Sedeúr;

por la de Simeón, Selumiel, hijo de Zurisaday;

por la de Judá, Naasón, hijo de Aminadab;

por la de Isacar, Natanael, hijo de Zuar;

por la de Zabulón, Eliab, hijo de Helón;

por las tribus de los hijos de José:

Elisama, hijo de Amiud, por la tribu de Efraín,

y Gamaliel, hijo de Pedasur, por la de Manasés;

por la tribu de Benjamín, Abidán, hijo de Gedeoni;

por la de Dan, Ajiezer, hijo de Amisaday;

por la de Aser, Paguiel, hijo de Ocrán;

por la de Gad, Eliasaf, hijo de Deuel;

por la de Neftalí, Ajirá, hijo de Enán».

A estos la comunidad los nombró jefes de las tribus patriarcales y comandantes de los escuadrones de Israel.

Moisés y Aarón tomaron consigo a los hombres que habían sido designados por nombre, y el día primero del mes segundo reunieron a toda la comunidad. Uno por uno fueron registrados por clanes y por familias patriarcales. De este modo, quedaron anotados los nombres de todos los varones mayores de veinte años, tal como el Señor se lo había mandado a Moisés. Este censo lo hizo Moisés en el desierto de Sinaí.

Los descendientes de Rubén, primogénito de Israel:

Todos fueron registrados por clanes y por familias patriarcales, según su genealogía. Uno por uno fueron registrados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. El número de la tribu de Rubén llegó a cuarenta y seis mil quinientos hombres.

Los descendientes de Simeón:

Todos fueron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron registrados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. El número de la tribu de Simeón llegó a cincuenta y nueve mil trescientos hombres.

Los descendientes de Gad:

Todos fueron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron registrados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. El número de la tribu de Gad llegó a cuarenta y cinco mil seiscientos cincuenta hombres.

Los descendientes de Judá:

Todos quedaron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron registrados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. El número de la tribu de Judá llegó a setenta y cuatro mil seiscientos hombres.

Los descendientes de Isacar:

Todos quedaron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron registrados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. El número de la tribu de Isacar llegó a cincuenta y cuatro mil cuatrocientos hombres.

Los descendientes de Zabulón:

Todos quedaron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron registrados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. El número de la tribu de Zabulón llegó a cincuenta y siete mil cuatrocientos hombres.

Los descendientes de José:

Los descendientes de Efraín:

Todos fueron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron registrados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. El número de la tribu de Efraín llegó a cuarenta mil quinientos hombres.

Los descendientes de Manasés:

Todos fueron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron registrados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. El número de la tribu de Manasés llegó a treinta y dos mil doscientos hombres.

Los descendientes de Benjamín:

Todos fueron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron registrados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. El número de la tribu de Benjamín llegó a treinta y cinco mil cuatrocientos hombres.

Los descendientes de Dan:

Todos fueron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron registrados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. 39 El número de la tribu de Dan llegó a sesenta y dos mil setecientos hombres.

Los descendientes de Aser:

Todos fueron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron registrados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. El número de la tribu de Aser llegó a cuarenta y un mil quinientos hombres.

Los descendientes de Neftalí:

Todos fueron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron registrados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. El número de la tribu de Neftalí llegó a cincuenta y tres mil cuatrocientos hombres.

Este es el resultado del censo que hicieron Moisés y Aarón, con la ayuda de los doce jefes de Israel, cada uno en representación de su familia patriarcal. Todos los israelitas mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar fueron anotados, según su familia patriarcal. El total llegó a seiscientos tres mil quinientos cincuenta israelitas censados.

Los levitas no fueron censados con los demás, porque el Señor le había dicho a Moisés: A la tribu de Leví no la incluirás en el censo de los hijos de Israel. Más bien, tú mismo los pondrás a cargo del santuario donde están las tablas del pacto, de todos sus utensilios y de todo lo relacionado con él. Los levitas transportarán el santuario y todos sus utensilios. Además, serán los ministros del santuario y acamparán a su alrededor. Cuando haya que trasladar el santuario, los levitas se encargarán de desarmarlo; cuando haya que instalarlo, serán ellos quienes lo armen. Pero cualquiera que se acerque al santuario y no sea sacerdote será condenado a muerte. Todos los israelitas acamparán bajo su propio estandarte y en su propio campamento, según sus escuadrones. En cambio, los levitas acamparán alrededor del santuario donde están las tablas del pacto, para evitar que Dios descargue su ira sobre la comunidad de Israel. Serán, pues, los levitas los encargados de cuidar el santuario donde están las tablas del pacto.

Los israelitas hicieron todo conforme a lo que el Señor había mandado a Moisés.

 

Vamos a dividir este capítulo en cuatro partes de la siguiente manera:

1.    Dios le da la orden a Moisés de tomar un censo. (V1-4) El pueblo de Israel disfrutaba de un privilegio único: Dios les hablaba directamente. A diferencia de los ídolos mudos de las naciones vecinas (Is. 44:9–20), el Dios de Israel se comunicaba con su pueblo. “Dios hablo”, establece desde el comienzo del libro que Dios va a comunicarse con su pueblo y no es algo aislado y es un tema central que aparece más de 150 veces a lo largo del libro en diversas formas.  Dios esta con su pueblo redimido y les muestra su fidelidad. Los está preparando después de 13 meses de su salida de Egipto para ir a conquistar la tierra prometida. La salida de Egipto es mencionada en el primer versículo y sirve para recordarles el evento histórico que marcaría a Israel. Es un punto de referencia al pasado y pero con miras al propósito verdadero de recibir las promesas como pueblo de Dios. La orden del censo so solamente era una muestra de la fidelidad de Dios para preservarlos, sino que comunicaba el valor de cada Israelita. La responsabilidad del uno por otro no puede ser subestimada. Cada jefe es nombrado por Dios por nombre propio y tiene la responsabilidad de conocer a su clan y familia y anotar uno por uno los nombres de cada varón mayor de 20 anos apto para la guerra. Moisés y Aaron hacen el llamado para reclutar al servicio militar. Israel esta en medio de un desierto y es vulnerable. Este llamado es para proteger y asegurar el éxito de su misión, llegar y tomar la herencia que Dios les había dado, la tierra de Canaán. Dios iría con ellos, pero ellos también tenían arte y parte en el asunto. Cada uno tenia un rol que desempeñar. 

 

 

2.    Dios nombra los jefes patriarcales. (V5-19) Dios le da los nombres de cada jefe patriarcal responsable por contar a todos los hombres mayores de 20 anos aptos para la guerra. Hay una guerra que Israel tiene que pelear, pero lo importante es que se pelea en familia. Es decir, tu hermano pelea junto contigo, hay unión, hay propósito, hay hermandad, la unidad hace la fuerza. El censo incluye a los varones mayores de veinte años —es decir, aquellos aptos para la guerra— distribuidos por tribus, bajo sus estandartes, y alrededor del tabernáculo. La centralidad del tabernáculo es clave: la presencia de Dios es el centro del campamento. 

Cada tribu tenía un lugar designado. No podían moverse por impulso ni dispersarse por su cuenta. Había orden. Había jerarquía espiritual. Todo esto apunta a una verdad poderosa: Dios no es un Dios de caos, sino de orden

Cada jefe tenía una descendencia patriarcal y le recordaba de donde venia. ¡Le recordaba su identidad! Cada nombre tiene un significado. Los nombres de los lideres y sus padres son los siguientes:

1.    Por la tribu de Ruben, Elisur (אלישור) - "Dios es una roca" o "Mi Dios es una roca" hijo de  Sedeúr (צדיאור) - "La roca es luz"

2.    Por la tribu de Simeón, Selumiel (שלמיאל) - "Dios es mi paz" o "Paz de Dios" hijo de Zurisaday (צורישדי) - "Mi roca es el Todopoderoso"

3.    Por la tribu de Juda, Naasón (נחשון) - "Adivino" u "Oráculo" hijo de Aminadab(עמינדב) - "Mi pueblo es noble"

4.    Por la tribu de Isacar, Natanael (נתנאל) - "Don de Dios" o "Dios ha dado" hijo de Zuar(צוער) - "Pequeño" o "Pequeñito"

5.    Por la tribu de Zabulón, Eliab (אליאב) - "Mi Dios es padre" hijo de Helón (חלון) - "Fuerte" o "Fortaleza"

6.    Por la tribu de Efraín, Elisama (אלישמע) - "Mi Dios ha escuchado" hijo de Amiud(עמיהוד) - "Mi pueblo es majestad"

7.    Por la tribu de Manases, Gamaliel (גמליאל) - "Recompensa de Dios" o "Dios es mi recompensa" hijo de Pedasur (פדהצור) - "La roca ha redimido"

8.    Por la tribu de Benjamín, Abidán (אבידן) - "Mi padre es juez" hijo de Gedeoni (גדעוני) - "Mi cortador" o "El que corta"

9.    Por la tribu de Dan, Ajiezer (אחיעזר) - "Mi hermano es ayuda" hijo de Amisaday(עמישדי) - "Pueblo del Todopoderoso"

10. Por la tribu de Aser, Paguiel (פגעיאל) - "Dios encuentra" o "Encuentro con Dios" hijo de Ocrán (עכרן) - "Perturbador" o "El que agita"

11. Por la tribu de Gad, Eliasaf (אליאסף) - "Mi Dios ha añadido" o "Dios ha reunido" hijo de Deuel (דעואל) - "Conocimiento de Dios"

12. Por la tribu de Neftalí, Ajirá (אחירע) - "Mi hermano es malo" o "Hermano del mal" hijo de Enán (עינן) - "Que tiene ojos" o "Fuente"


La manera como se nombra cada líder junto con su padre es de suma importancia porque comunica lo siguiente:

·      Comunicaba Legitimidad genealógica y tribal

En la cultura del antiguo Israel —y del antiguo Cercano Oriente en general— la identidad de una persona estaba estrechamente ligada a su linaje. Mencionar el nombre del padre confirmaba:

La autenticidad de su pertenencia tribal.

Que el líder no era un advenedizo, sino parte de una línea reconocida dentro del pueblo.

Que tenía derecho a representar a su tribu, tanto en el censo como en asuntos administrativos o espirituales.

Ejemplo: La genealogía de Aarón y Moisés en Éxodo 6:16–27 muestra la importancia de trazar la línea familiar con precisión para establecer autoridad.

·      Comunicaba Honor, memoria y testimonio familiar

Mencionar el nombre del padre honraba a la generación anterior que, en muchos casos, mantuvo la fe en tiempos difíciles, especialmente durante la esclavitud en Egipto. Los nombres de los padres, muchos con significados teológicos profundos (como “El Shaddai es mi luz”, “Dios ha oído”, etc.), eran:

Testimonios vivientes de la fe familiar.

Memorias preservadas en la comunidad.

Una forma de mostrar que estos líderes provenían de hogares con raíces espirituales firmes.

Proverbios 22:1 (NVI): “Vale más la buena fama que las muchas riquezas…”

·      Comunicaba Responsabilidad intergeneracional

Nombrar al padre vinculaba al líder con la herencia espiritual, moral y comunitaria de su familia. En una sociedad colectiva, esto implicaba que:

Los actos del hijo reflejarían también sobre la familia.

Se esperaba que el líder honrara el legado de sus antepasados.

Había un sentido de continuidad del pacto: lo que comenzó con Abraham, Isaac y Jacob debía preservarse en cada generación.

Deuteronomio 6:6–7: El mandato de enseñar diligentemente a los hijos formaba parte de ese compromiso generacional.

 

3.    El resultado del censo. (V20-46) Por fin termina el conteo y aquí están las cifras por tribu:

 

Tribu | Número de hombresRubén | 46,500
Simeón | 59,300
Gad | 45,650
Judá | 74,600
Isacar | 54,400
Zabulón | 57,400
Efraín | 40,500
Manasés | 32,200
Benjamín | 35,400
Dan | 62,700
Aser | 41,500
Neftalí | 53,400

 

El gran total fue 603,550 varones aptos para la guerra. (Números 1:46) Este censo fue ordenado por Dios (1:1–3), con propósitos de organización tribal, preparación para la guerra, y para afirmar la identidad de Israel como ejército santo.

 

 

4.    Los Levitas son excluidos. (V47-54) Los levitas no fueron contados en este censo militar (Números 1:47), porque su función no era militar sino ministerial, encargados del cuidado del tabernáculo. Ellos tenían la responsabilidad de cuidar el santuario donde estaban guardadas las tablas del pacto, los 10 mandamientos, y todo lo relacionado con ministrar e interceder ante Dios por el pueblo. Además, debían acampar alrededor del tabernáculo protegiendo el santuario de cualquier intruso, ya que solo los sacerdotes podían entrar en el. Ellos eran como un muro de protección a la santidad de Dios evitando la muerte segura de cualquier intruso. También les tocaba armar y desarmar el tabernáculo en el trascurso de su viaje por el desierto. Y a la tribu de Leví no se le incluyó en este conteo militar. ¿Por qué? Porque su labor era distinta. No era pelear, sino que cuidar del tabernáculo, representando lo sagrado en medio del pueblo. Este detalle ya nos apunta hacia Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, que intercede por nosotros mientras nosotros batallamos en la fe.

Este capítulo termina diciendo, “Los Israelitas hicieron todo conforme a lo que el Señor había mandado a Moisés.”

Y que dice el Nuevo Testamento:

1.    Somos contados con propósito

Así como Israel fue contado por nombre, en Cristo también somos conocidos personalmente.

“El buen pastor llama a sus ovejas por nombre y las saca del redil.” (Juan 10:3 NVI)

2.    Una iglesia en orden para la misión

El apóstol Pablo insiste en que cada creyente tiene un lugar y función en el cuerpo:

“Pero todo debe hacerse de una manera apropiada y con orden.” (1 Corintios 14:40 NVI)

3.    Ciudadanos del Reino y soldados de Cristo

Así como Israel se preparaba para avanzar, también nosotros estamos llamados a la lucha espiritual.

“Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.” (2 Timoteo 2:3 RVR)

Aplicaciones para el creyente hoy

1.    Dios te llama por nombre

Tú no eres un número más. En medio de multitudes, Dios te conoce personalmente. ¿Estás escuchando Su llamado?

2.    Tu lugar en el Reino importa

Así como cada tribu tenía una posición y un estandarte, tú también tienes un lugar único en el cuerpo de Cristo. ¿Lo estás ocupando?

3.    Prepárate para la marcha espiritual

El censo era preparación para avanzar. Dios sigue llamando a Su pueblo a caminar en fe, en obediencia y en orden. ¿Estás listo para seguir Su dirección?

Números 1 no es un simple archivo de datos antiguos. Es una ventana al corazón de un Dios que organiza, llama, y asigna propósito a cada uno de Sus hijos. Antes de que el pueblo pudiera caminar hacia la tierra prometida, tenía que ser contado, ubicado y preparado.

Por último, te dejo con esta inquietud: ¿Estás viviendo como alguien perdido en la multitud… o como alguien que ha sido contado con propósito por el Dios del universo?

 

1.    Sacks, Jonathan. Números: Los años del desierto (Covenant & Conversation, Libro 4), p. 23. Edición Kindle.

2.    Sacks, Jonathan. Números: Los años del desierto (Covenant & Conversation, Libro 4), pp. 24–25. Edición Kindle.