Levitico, Una Ventana al Corazon de Dios Podcast

#43. La Luz Inagotable y Los Servidores Rescatados

Liliana Alvarez Season 2 Episode 43

En este episodio, La Luz Inagotable y Los Servidores Rescatados, exploraremos la importancia de la menora y de Aaron asegurándose que su fuego ardiera siempre. También miraremos la dedicación de los levitas para poder servir y desempeñar sus labores ministeriales. 

El capítulo 8 de Números nos abre la puerta a un momento sagrado: la consagración de los levitas. Hombres que son apartados, purificados, rescatados y presentados ante Dios como una ofrenda viviente. No para gobernar, ni para profetizar… sino para servir. Día tras día, año tras año, sin alterar ni una instrucción. Su función no estaba centrada en lo extraordinario, sino en lo constante. Eran guardianes de lo santo. 

Este capítulo comienza con una imagen de luz continua: la menorá. Este candelabro de oro puro, trabajado a martillo, encendido día y noche. Su luz representaba la presencia eterna de Dios entre Su pueblo. La menorá no era decorativa, era una declaración: la luz de Dios no se apaga. Como fuego continuo, exigía vigilancia diaria y servicio sacerdotal constante. 


Hola amigos, bienvenidos. Gracias por estar aquí para el episodio #43 de "Números: Una Ventana al Corazón de Dios". En el episodio anterior, “El Gozo de Dar Para Su Gloria”, miramos como Israel honró a Dios llevando regalos y ofrendas por medio de sus lideres para el servicio del Tabernáculo. Dios les había provisto abundantemente y ahora le tocaba a cada tribu en actitud de gratitud honrar a su Rey. En este episodio, La Luz Inagotable y Los Servidores Rescatados, exploraremos la importancia de la menora y de Aaron asegurándose que su fuego ardiera siempre. También miraremos la dedicación de los levitas para poder servir y desempeñar sus labores ministeriales. 

El capítulo 8 de Números nos abre la puerta a un momento sagrado: la consagración de los levitas. Hombres que son apartados, purificados, rescatados y presentados ante Dios como una ofrenda viviente. No para gobernar, ni para profetizar… sino para servir. Día tras día, año tras año, sin alterar ni una instrucción. Su función no estaba centrada en lo extraordinario, sino en lo constante. Eran guardianes de lo santo. 

Poniendo este capítulo en contexto cronológico se encuentra fechado dentro del primer mes del segundo año desde la salida de Egipto, el mismo período que abarca la consagración del tabernáculo que son los capítulos 7-9 de números. Esta es la secuencia cronológica El día 1 se erige el tabernáculo; durante los siguientes 12 días, cada tribu presenta sus ofrendas. Luego, el día 14, celebran la Pascua, exactamente un año después del éxodo. Así, la secuencia de eventos marca un nuevo comienzo: la presencia de Dios habita entre ellos, el pueblo responde con adoración, y ahora los servidores sagrados —los levitas— son formalmente consagrados para comenzar su labor.

Pero antes de hablar de ellos, el capítulo comienza con una imagen de luz continua: la menorá. Este candelabro de oro puro, trabajado a martillo, encendido día y noche. 

Voy a leer el capitulo 8 de la Nueva Traducción Viviente y dice:

El Señor le dijo a Moisés: Da las siguientes instrucciones a Aarón: cuando pongas las siete lámparas en el candelabro, hazlo de manera que la luz alumbre hacia adelante, enfrente del candelabro. Y así lo hizo Aarón; instaló las siete lámparas para que reflejaran su luz hacia adelante, tal como el Señor le había ordenado a Moisés. Todo el candelabro—desde su base hasta el decorado floral—estaba hecho de oro labrado. Se fabricó conforme al diseño exacto que el Señor le había mostrado a Moisés.

Dedicación de los levitas

Luego el Señor le dijo a Moisés: Ahora bien, separa a los levitas de los demás israelitas y hazlos ceremonialmente puros. Para hacerlo, rocíalos con el agua de la purificación y haz que se afeiten todo el cuerpo y que laven su ropa. Entonces quedarán ceremonialmente puros. Haz que lleven un becerro y una ofrenda de grano de harina selecta humedecida con aceite de oliva, junto con un segundo becerro para la ofrenda por el pecado. Después reúne a toda la comunidad de Israel y presenta a los levitas a la entrada del tabernáculo. Cuando presentes a los levitas delante del Señor, el pueblo de Israel pondrá sus manos sobre ellos. Con las manos en alto, Aarón presentará a los levitas ante el Señor como una ofrenda especial del pueblo de Israel; así los dedicará al servicio del Señor.

Enseguida los levitas pondrán sus manos sobre la cabeza de los becerros. Presenta un becerro como ofrenda por el pecado y el otro como ofrenda quemada al Señor, para purificar a los levitas y hacerlos justos ante el Señor. Luego haz que los levitas se pongan de pie delante de Aarón y sus hijos y levanta tus manos y preséntalos como una ofrenda especial al Señor. De ese modo apartarás a los levitas del resto del pueblo de Israel, y los levitas me pertenecerán a mí. Así ellos podrán entrar en el tabernáculo para realizar su trabajo, porque los purificaste y los presentaste como una ofrenda especial.

De todo el pueblo de Israel, los levitas están apartados para mí. Yo los he tomado para mí en lugar de los primeros hijos varones de los israelitas; he tomado a los levitas como sustitutos. Pues todo primer nacido de entre el pueblo de Israel es mío, tanto de personas como de animales. Yo los aparté para mí el día que herí de muerte a todos los primeros hijos varones de los egipcios. Es cierto, yo tomé a los levitas en lugar de todos los primeros hijos varones de Israel; y de todos los israelitas, yo he designado a los levitas para Aarón y sus hijos. Ellos servirán en el tabernáculo en nombre de los israelitas y harán sacrificios para purificar al pueblo, de modo que ninguna plaga los azote cuando se acerquen al santuario».

Así que Moisés, Aarón y toda la comunidad de Israel dedicaron a los levitas, siguiendo cuidadosamente todas las instrucciones del Señor a Moisés. Los levitas se purificaron del pecado y lavaron sus ropas, y Aarón los presentó al Señor como una ofrenda especial. Entonces ofreció un sacrificio para purificarlos y para hacerlos justos delante del Señor. Después los levitas entraron en el tabernáculo para cumplir con sus responsabilidades de ayudar a Aarón y a sus hijos. Así se llevó a cabo todo lo que el Señor le ordenó a Moisés con respecto a los levitas.

El Señor le dio otras instrucciones a Moisés: Los levitas seguirán esta regla: empezarán su servicio en el tabernáculo a la edad de veinticinco años y se jubilarán a los cincuenta años. Después de su jubilación podrán ayudar a sus compañeros levitas como guardias en el tabernáculo, pero no podrán oficiar en las ceremonias. Así es como asignarás los deberes a los levitas.

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Vamos desglosar este capitulo en 2 partes de la siguiente manera:

1.    La Luz Inagotable del Candelabro. (V1-4) Su luz representaba la presencia eterna de Dios entre Su pueblo. En palabras de Jonathan Sacks:

“Este ritual diario y sencillo simbolizaba el papel del sacerdote. Un sacerdote participa en ritos que, en esencia, nunca cambian. Un símbolo de esto era la menorá… una luz perpetua que ardía en el Santuario como señal de la presencia del Dios eterno” (Sacks, Numbers: The Wilderness Years, pp. 143–144).

La menorá no era decorativa, era una declaración: la luz de Dios no se apaga. Como fuego continuo, exigía vigilancia diaria y servicio sacerdotal constante. Tal como también señala Wenham en su comentario de Números y dice:

“El altar y la menorá eran los dos elementos del santuario que requerían atención sacerdotal dos veces al día… En ambos lugares, el fuego debía mantenerse ardiendo continuamente” (Wenham, Numbers, p. 107).

La menorá —junto con sus utensilios— pesaba alrededor de 75 libras (34 kg). Éxodo 25:39 dice, “Necesitarás treinta y cuatro kilos de oro puro para formar el candelabro y sus accesorios.” Era, por tanto, un objeto costoso y complejo, cuya existencia en el desierto no niega su historicidad; como observó Jacob Milgrom en su cometario de Números, “los israelitas habían traído oro de Egipto (cf. Éxodo 3:22; Salmo 105:37), y muchos de sus artesanos —como Bezalel— probablemente fueron formados bajo el sistema egipcio.” Es muy probable lo que observa Milgrom ya que Egipto era muy avanzado en su construcción y artesanía. Éxodo 31:1-8 dice, «El Señor le dijo a Moisés, toma en cuenta que he escogido a Bezalel, hijo de Uri y nieto de Hur, de la tribu de Judá, y lo he llenado del Espíritu de Dios, de sabiduría, inteligencia y capacidad creativa para hacer trabajos artísticos en oro, plata y bronce, para cortar y engastar piedras preciosas, para hacer tallados en madera y realizar toda clase de artesanías. Además, he designado como su ayudante a Aholiab, hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan. Y he dotado de habilidad a todos los artesanos para que hagan todo lo que te he mandado hacer, es decir: la Tienda de reunión, el arca con las tablas del pacto, la tapa que va encima de ella, el resto del mobiliario de la Tienda, la mesa y sus utensilios,el candelabro de oro puro y todos sus accesorios,” Sabemos que Dios fue el diseñador por excelencia, Números 8:4 dice, “Se fabricó conforme al diseño exacto que el Señor le había mostrado a Moisés.” 

El candelabro debía alumbrar hacia delante de manera que su luz brillara  sobre la mesa de los panes de la presencia, donde estaban los 12 panes que representaban las 12 tribus de Israel. La luz y el fuego representan la presencia continua de Dios que bendice a su pueblo.

El salmo 119:105 dice, “Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero.” 

El candelabro era como un faro sagrado, la única luz dentro de la carpa o tienda de reunión. Sería imposible que los sacerdotes hicieran su labor en plena oscuridad. Necesitaban la luz permanente de la presencia de Dios para poder cumplir al pie de la letra cada detalle. Aun los siervos más cercanos a la presencia de Dios requerían de su presencia y luz para guiarlos en su labor y protegerlos de equivocarse y pagar con su vida. 

La fidelidad del sacerdote ante el fuego sagrado prepara el escenario para comprender la consagración de los levitas: hombres llamados no para brillar por sí mismos, sino para custodiar lo sagrado.

2.    Los Servidores Rescatados, consagración de los Levitas (V5-26). Cuando Israel recibió la Ley en el Sinaí, el Señor estableció un sacerdocio formal. Los sacerdotes debían ser varones de la tribu de Leví, cumplir con requisitos físicos y de edad, y mantenerse ceremonialmente puros para servir delante de un Dios santo. No era un rol simbólico ni político, sino profundamente espiritual: ellos eran mediadores entre Dios y el pueblo. Solo ellos, es decir los sacerdotes, podían entrar al Lugar Santo y ofrecer los sacrificios que reconciliaban a la comunidad con el Creador.

Pero los sacerdotes no estaban solos. Dios les proveyó ayudantes, los levitas. Ellos fueron apartados como sacrificio viviente, sustituyendo a los primogénitos. Eran presentados como una tenufá, una ofrenda mecida ante Dios, y el texto lo dice con claridad: Números 8:11 dice, “Los levitas son una ofrenda elevada de parte de los israelitas para el SEÑOR.” 

Recordemos que el capitulo 3 miramos que Dios sustituyo los primogénitos por los levitas. Martin Pakula, en su comentario de Numeros; Rumbo Al Hogar, dice “los primogénitos israelitas ya pertenecían a Dios. En la Pascua (Éxodo 12), Dios pasó por Egipto en juicio, matando a los primogénitos varones. Pero perdonó a los primogénitos de Israel, quienes desde entonces le pertenecían. Los levitas fueron tomados en su lugar, dedicados a la obra del tabernáculo. Esto se reafirma en Números 8:16–18. Incluso el versículo 19 va más allá al decir que esta consagración tenia la función de “hacer expiación” por Israel, para que “ninguna plaga” los hiera —como la plaga pascual— cuando se acerquen al Dios santo en el tabernáculo (cf. Pakula, Numbers: Homeward Bound, p. 45).

Más aún, como explica Jacob Milgrom, “cuando la Biblia habla de expiación (kippur) en relación con la ira de Dios o con plagas, está usando la idea de un rescate (kofer): una vida inocente que es ofrecida en lugar de los culpables. Así, Números 8:19 nos está diciendo que los levitas fueron entregados como ese rescate por el pueblo de Israel. Eran como un pararrayos espiritual: cuando alguien del pueblo profanaba lo sagrado y provocaba la ira de Dios, los levitas absorbían ese peligro para que no cayera sobre todos”

R. D. Cole en su comentario de números lo resume así: “Los levitas son el rescate por Israel, un pararrayos para atraer la ira de Dios sobre sí mismos cada vez que un israelita ha invadido lo sagrado.” (Numbers, p. 153)

Este ritual de consagración también tiene paralelos culturales. La secuencia de purificación —afeitado, baño y lavado de ropa— era practicada en culturas mesopotámicas. Primero, los levitas eran purificados externamente —lavados, rasurados, y con sus ropas limpias. Este proceso aseguraba la pureza ritual (ṭāhēr) para que quienes servían al Señor mantuvieran un nivel de santidad. Pero eso no era suficiente. Luego necesitaban ser limpiados por dentro, espiritualmente. Para eso se ofrecían sacrificios. ¿Por qué? Porque incluso sus errores, actitudes o impurezas internas podían afectar la santidad del santuario. Un sacrificio expiatorio como la ofrenda quemada y de cereal eran requeridas y luego una ofrenda de purificación por algún lapso moral o físico. Dios no solo quería manos limpias, sino corazones limpios delante de Su presencia. Los Israelitas imponían las manos sobre los levitas, luego Aaron los presentaba ante el Senor como ofrenda mecida y luego los levitas imponían las manos sobre la cabeza de los becerros, uno para su purificacion el otro para su expiación. 

 

 

Y finalmente, el capítulo concluye con instrucciones sobre la duración del servicio levítico: “Desde los veinticinco años en adelante entrarán a desempeñar su servicio en el tabernáculo de reunión. Pero a los cincuenta años cesarán de servir y no trabajarán más. Podrán ayudar a sus hermanos en las tareas del tabernáculo, pero no desempeñarán el servicio.” —Números 8:24–26

Wenham comenta que esta regulación refleja el reconocimiento de la carga física que implicaba montar, desmontar y transportar el tabernáculo. El término hebreo ṣĕbāʾ hāʿăbōdâ (“ejército del servicio”) subraya que era un trabajo exigente, adecuado para hombres en la plenitud de la vida. Los mayores de 50 años no eran descartados: seguían colaborando en la vigilancia y apoyo del santuario, aunque ya no cargaban el peso.

 

Bueno y que dice el Nuevo testamento 

En el Nuevo Testamento, la imagen de la luz permanece como símbolo de la presencia de Dios. Jesús mismo declara en Juan 8:12,

“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.” 

Y a sus discípulos les dice en Mateo 5:14-16

“Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una montaña no puede esconderse. Tampoco se enciende una lámpara para cubrirla con una vasija. Por el contrario, se pone en el candelero para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben a su Padre que está en los cielos.”

Así como la menorá representaba la presencia de Dios y era una luz para su pueblo: Jesús es la luz eterna que alumbra nuestro caminar. Y como Él, ahora nosotros llevamos esa luz encendida.

Respecto a los levitas, el Nuevo Testamento menciona que Juan el Bautista provenía de una familia sacerdotal:

 

 Lucas 1:5 dice “En tiempos de Herodes, rey de Judea, hubo un sacerdote llamado Zacarías, miembro del grupo de Abías. Su esposa Elisabet también era descendiente de Aarón.” Juan es la voz en el desierto que prepara el camino para el verdadero Cordero de Dios. En Cristo, ya no hay necesidad de un sacerdocio exclusivo, porque todos tenemos acceso directo al Padre.

APLICACIONES PARA EL CREYENTE DE HOY

1.    Nuestra vida debe arder con la luz de Cristo. Somos lámparas vivas que deben reflejar su presencia en medio de un mundo oscuro.

Filipenses 2:14-16 dice, 

 ”Háganlo todo sin quejas ni contiendas, para que sean intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada. En ella ustedes brillan como estrellas en el mundo, manteniendo en alto[c] la palabra de vida.”

2.    La pureza precede al servicio. No podemos servir a Dios en nuestras propias fuerzas ni con corazones divididos. Él busca instrumentos consagrados.

2 Timoteo 2:20-21 dice,

“En una casa grande no solo hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro, unos para usos especiales y otros para fines ordinarios. Si alguien se mantiene limpio, llegará a ser un vaso noble, santificado, útil para el Señor y preparado para toda obra buena.”

 

3.    No hay jubilación espiritual. Aunque cambien nuestras fuerzas o responsabilidades, todos tenemos un rol en la casa de Dios. Los levitas mayores seguían colaborando.

Salmo 92:14-15

“Aun en su vejez, darán fruto, siempre estarán saludables y frondosos
para proclamar: «El Señor es justo, él es mi roca y en él no hay injusticia.”

 

Jesús es nuestro verdadero mediador. Ya no necesitamos otro sistema de sacrificios ni sacerdotes humanos. Él nos ha abierto el camino al Padre.

Para terminar, Hemos recorrido un capítulo lleno de símbolos, instrucciones y significados eternos. Desde la menorá encendida hasta los levitas consagrados como ofrenda viva, Números 8 nos muestra que el servicio a Dios nunca es una improvisación, sino que tiene un llamado, preparación y consagración. 

Tambien nos recuerda que la fidelidad no siempre brilla en lo visible. A veces, es silenciosa, constante, oculta detrás del velo… como el aceite que mantiene viva la llama, o como el levita que sirve en lo secreto, cargando lo sagrado sin buscar aplausos.

Dios no solo encendió una lámpara en el tabernáculo. Encendió una visión: la de un pueblo apartado, purificado, y rescatado no solo para ser salvo, sino para servir.

Y lo más asombroso es que Dios sigue llamando por nombre. No como quien recita una lista, sino como un Padre que conoce cada voz, cada historia, cada herida… y aún así dice: “Tú eres mío” (Isaías 43:1).

 

En un mundo que olvida, Dios recuerda.

En un mundo que descarta, Dios llama.

Y en un mundo que se apaga, Dios busca a quienes mantengan viva Su luz.

TE DEJO CON ESTA INQUIETUD…

¿Estás brillando con la luz que Dios encendió en ti… o la estás manteniendo oculta por temor o comodidad?

El Señor te bendiga y te guarde;
El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti y te extienda su amor;
El Señor mueva su rostro hacia ti y te conceda la paz.

Hasta la próxima semana, si Dios lo permite. Bendiciones!