Levitico, Una Ventana al Corazon de Dios Podcast

#52.La Vara Que Floreció: Dios Confirma Su Elección

Liliana Alvarez Season 2 Episode 52

En este episodio de “Números: Una Ventana al Corazón de Dios”, veremos cómo Dios confirma de manera sobrenatural a Aarón como sumo sacerdote. La vara seca floreció con brotes, flores y almendras, una señal clara de que la autoridad espiritual no proviene de los hombres, sino de Dios. Este milagro apunta también a Cristo, nuestro Sumo Sacerdote eterno, confirmado por la resurrección y la voz del Padre. Descubre cómo esta verdad sigue hablando a nuestras vidas hoy.

Hola, amigos, bienvenidos. Gracias por estar aquí para el episodio #52 de “Números: Una Ventana al Corazón de Dios”.” Les cuento que mañana, 1 de octubre, de 2025, este podcast cumple un año en el aire. Al mirar atrás, no puedo evitar dar gracias a Dios por la manera en que Él me ministra semana tras semana a través de cada palabra, cada episodio y cada vida alcanzada. Pero, sobre todo, doy gracias por ustedes, que fielmente me acompañan en este viaje por los libros menos estudiados y comprendidos de la Biblia, y descubrir juntos su importancia y relevancia para hoy. Esto no es solo un proyecto mío: es un testimonio de la fidelidad de Dios y de la hermosa comunidad que Él ha formado —y continúa formando— alrededor de Su Palabra.  

En el episodio anterior, “La Rebelión de Coré: Un Afronte a la Autoridad de Dios”, vimos un momento oscuro y dramático. Una rebelión abierta contra la autoridad de Moisés y Aarón, pero que en realidad era contra Dios. También exploramos cómo el orgullo y la envidia espiritual pueden llevar a la destrucción y al juicio de Dios. Finalmente, vimos que la intercesión de Aarón pudo detener la plaga evitando la muerte de toda la comunidad.

Recordemos que la primera rebelión fue liderada por Coré, Datán y Abiram, junto con 250 líderes de la comunidad. Movidos por la envidia y el orgullo, cuestionaron la autoridad de Moisés y Aarón, alegando que todo el pueblo era santo y que no había razón para que solo ellos tuvieran posiciones de liderazgo. Pero detrás de ese discurso de igualdad había un corazón que deseaba poder y protagonismo. Dios mismo respondió al desafío: la tierra se abrió y se tragó a Coré, Datán, Abiram y sus familias, mientras que fuego del cielo consumió a los 250 hombres que ofrecían incienso ilegítimamente. Sus incensarios de bronce fueron fundidos y puestos como señal en el altar, para recordar que solo Dios establece el sacerdocio.

La segunda rebelión ocurrió al día siguiente, cuando el pueblo entero acusó a Moisés y Aarón de “haber matado al pueblo del Señor”. Una plaga comenzó a extenderse rápidamente entre la congregación, pero Aarón, obedeciendo a Moisés, corrió con un incensario y se colocó entre los muertos y los vivos, intercediendo por la comunidad. El texto dice: “y cesó la plaga”, aunque 14,700 murieron. En contraste con el orgullo de Coré y sus seguidores, Aarón mostró el verdadero corazón de un líder: ser siervo y ponerse en la brecha, intercediendo aún por un pueblo rebelde. 

Estos dos eventos revelan tanto la seriedad de rebelarse contra la autoridad de Dios como la misericordia que viene a través del sacerdocio que Él mismo confirma. Y es precisamente lo que exploraremos en este episodio, “La Vara Que Floreció: Dios Confirma Su Elección”. Llegamos al desenlace del desafío contra la autoridad divina. Tras la muerte de casi quince mil personas, Dios instruye a Moisés para poner fin a la rebelión y dejar confirmada de una vez por todas Su elección sacerdotal. La murmuración, la duda y el descontento del pueblo habían alcanzado un punto crítico, y era necesaria una señal extraordinaria que solo Dios podía realizar para disipar toda incertidumbre. Este capítulo es un verdadero cierre con broche de oro: nos recuerda que nadie puede resistir el poder, la voluntad y la elección del Señor.

Voy a leer el capítulo 17 de la Nueva Versión Internacional y dice:

 

El Señor ordenó a Moisés: Diles a los israelitas que traigan doce varas, una por cada familia patriarcal, es decir, una por cada uno de los jefes de las familias patriarcales. Escribe el nombre de cada uno de ellos sobre su propia vara. Sobre la vara de Leví escribe el nombre de Aarón, pues cada jefe de familia patriarcal debe tener su vara. Colócalas en la Tienda de reunión, frente al arca con las tablas del pacto, donde me reúno con ustedes. La vara que retoñe será la de mi elegido. De tal manera me quitaré de encima las constantes quejas que los israelitas levantan contra ustedes».

Moisés se lo comunicó a los israelitas y los jefes le entregaron doce varas, una por cada jefe de su familia patriarcal. Entre ellas estaba la vara de Aarón. Moisés colocó las varas delante del Señor, en la Tienda donde se guardan las tablas del pacto.

Al día siguiente, Moisés entró en la Tienda y, al fijarse en la vara que representaba a la familia de Leví, vio que la vara de Aarón no solo había retoñado, sino que también tenía botones, flores y almendras. Sacó entonces de la presencia del Señor todas las varas y las puso delante de los israelitas, para que por sí mismos vieran lo que había ocurrido, y cada jefe tomó su propia vara.

El Señor dijo a Moisés: Vuelve a colocar la vara de Aarón frente al arca con las tablas del pacto, para que sirva de advertencia a los rebeldes. Así terminarás con las quejas en contra mía y evitarás que mueran los israelitas».

Moisés hizo todo tal como el Señor se lo ordenó. Entonces los israelitas dijeron a Moisés: ¡Estamos perdidos, totalmente perdidos! ¡Vamos a morir! Todo el que se acerca al santuario del Señor muere, ¡así que todos moriremos!».

La pregunta que quedó latente es: ¿Cómo puede Israel estar seguro de quién es el verdadero sacerdote escogido por Dios? "Imagina una corte suprema enfrentando un caso de gran controversia. Muchas voces reclaman tener la verdad, cada abogado presenta sus argumentos, y la tensión en la sala es palpable. Pero entonces, el juez principal entra con una prueba irrefutable—un documento oficial con el sello y la firma que solo él puede otorgar. De inmediato, toda discusión se termina: no hay más espacio para dudas, porque la máxima autoridad ha hablado y su decisión es definitiva.

Así fue en Números 17. Había voces de rebelión, dudas y descontento en el pueblo. Pero cuando Dios hizo florecer la vara seca de Aarón, dio una prueba visible, innegable e irrevocable de Su elección. Fue el “sello oficial” del cielo, confirmando de una vez por todas a quién había escogido como sacerdote.

Vamos a desglosar este capítulo en 3 partes de la siguiente manera:

1.    EL MANDATO DIVINO: LA PRUEBA DE LAS VARAS (V 1-5) “Diles a los israelitas que traigan doce varas”. Dios le pide a Moisés que le pida a cada jefe patriarcal que traiga una vara y la identifique escribiendo el nombre de su tribu. Aaron, también presenta una vara con su nombre escrito en ella como representante de la tribu de Leví. La distinción es importante ya que todos lo levitas estaban escogidos para servir al Señor en el Tabernáculo, pero en diferentes roles. Solo había un sumo sacerdote y sus hijos serían sacerdotes. Era una línea genealógica clara escogida por Dios.

Éxodo 28:1-2 dice: «Haz que comparezcan ante ti tu hermano Aarón y sus hijos Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. De entre todos los israelitas, ellos me servirán como sacerdotes. Hazle a tu hermano Aarón vestiduras sagradas que le confieran honra y dignidad.”

Éxodo 29:4-9 dice: “Luego llevarás a Aarón y a sus hijos a la entrada de la Tienda de reunión y los lavarás con agua. Tomarás las vestiduras y le pondrás a Aarón la túnica, el efod con su manto y el pectoral. El efod se lo sujetarás con el cinturón. Le pondrás el turbante en la cabeza y, sobre el turbante, la tiara sagrada. Luego lo ungirás derramando el aceite de la unción sobre su cabeza. Acercarás entonces a sus hijos y les pondrás las túnicas y las mitras; a continuación, ceñirás las fajas a Aarón y a sus hijos. Así les conferirás autoridad y el sacerdocio será para ellos un estatuto perpetuo.”

Levítico 8:2-3 dice;  «Toma a Aarón y a sus hijos, junto con sus vestiduras, el aceite de la unción, el ternero para el sacrificio por el perdón de pecados, los dos carneros y el canastillo de los panes sin levadura. Congrega luego a toda la comunidad a la entrada de la Tienda de reunión».”

Números 3:2-3 dice; “Los nombres de los hijos de Aarón son los siguientes: Nadab el primogénito, Abiú, Eleazar e Itamar. Ellos fueron los aaronitas ungidos, ordenados al sacerdocio.”

Números 3:10 dice; “A Aarón y a sus hijos les asignarás el ministerio sacerdotal. Pero cualquier extraño que se acerque al santuario será condenado a muerte».”

Nada de esto fue casualidad. Dios ordenó que las varas se colocaran delante del arca del pacto, en el lugar santo —no en el lugar santísimo— para que fueran una señal visible del pacto que Él había hecho con Su pueblo. Imaginen la escena: todo Israel expectante, los líderes de cada tribu probablemente de pie en el atrio, mirando hacia el tabernáculo y esperando el resultado. Pero nadie podía ver lo que ocurría dentro, porque la Tienda de Reunión era un espacio sagrado al que solo los sacerdotes podían entrar. Dios estaba por dar una respuesta clara, y todo el campamento esperaba en silencio. El versículo 5 dice: “La vara que retoñe será la de mi elegido. De este modo pondré fin a las constantes murmuraciones de los israelitas contra ustedes.” El propósito, en otras palabras, era que Dios mismo iba a ponerle punto final a las quejas del pueblo y la vara del elegido florecería como señal irrefutable. 

2.    El milagro es la respuesta: La vara de Aarón florece (v:6-9). Durante la noche ocurre un milagro, una vara muerta, la de Aarón, está viva y da brotes, flores y almendras maduras. Las otras permanecieron secas. ¡Qué contraste tan claro. No había duda alguna. ¡Aaron es el escogido de Dios! La vara viva, florecida y llena de fruto es una imagen simbólica del sacerdocio verdadero: no surge por ambición humana, sino por la vida y elección que Dios mismo concede. Así como esa vara muerta cobró vida, también el ministerio de Aarón fue confirmado por el poder divino y no por su mérito personal. Este milagro apunta a una verdad más grande: solo Dios puede dar vida donde no la hay, solo Él confirma a sus escogidos, y solo en Su elección hay fruto duradero. 

La vara era un instrumento importante en el Antiguo Cercano Oriente y en el contexto bíblico. En este capítulo, la palabra “vara”, aparece 15 veces. La vara no solo era un instrumento práctico, sino que representaba 

·      autoridad y liderazgo: cada jefe de tribu tenía la suya como señal de gobierno (Núm. 17:2). La vara de Aarón, al florecer, confirmó la elección divina sobre el sacerdocio. 

·      También era símbolo de juicio y disciplina: servía para corregir y guiar, tanto en la vida pastoral como en la vida espiritual, Prov. 13:24 dice: “Él que escatima la vara odia a su hijo, más el que lo ama lo disciplina con diligencia.” 

·      Era además una herramienta de milagros: La vara de Aaron se convirtió en serpientes, Éxodo 7:10 dice: Moisés y Aarón fueron a ver al faraón y cumplieron las órdenes del Señor. Aarón tiró su vara al suelo ante el faraón y sus funcionarios, y la vara se convirtió en serpiente. Moisés abrió el Mar Rojo, Éxodo 14:16 dice: “Y tú, levanta tu vara, extiende tu brazo sobre el mar y divide las aguas, para que los israelitas lo crucen sobre terreno seco.” Israel sostuvo la victoria sobre Amalec, Éxodo 19:9 dice: “Entonces Moisés ordenó a Josué: «Escoge algunos de nuestros hombres y sal a combatir a los amalecitas. Mañana yo estaré en la cima de la colina con la vara de Dios en la mano”. 

·       A su vez, evocaba el cuidado pastoral de Dios, quien guía a su pueblo con vara y cayado, el Sal. 23:4 dice: “Aun si voy por valles tenebrosos, no temeré ningún mal porque tú estás a mi lado; tu vara y tu bastón me reconfortan.”

·  Finalmente, podía ser también un memorial: un recordatorio visible del pacto y de la fidelidad del Señor, Núm. 17:10 dice:  “El Señor dijo a Moisés: «Vuelve a colocar la vara de Aarón frente al arca con las tablas del pacto, para que sirva de advertencia a los rebeldes. Así terminarás con las quejas en contra mía y evitarás que mueran los israelitas».” 

Finalmente, Moisés le mostró los resultados al pueblo y cada jefe tomó su propia vara. ¡No había nada que refutar! 

 

 

3.    LA REACCIÓN DEL PUEBLO (V10-13) La evidencia era irrefutable. Ahora esta vara sería un recordatorio perpetuo para Israel delante del arca del pacto, de que el sacerdocio pertenece a Dios y que Él es quien elige a Sus siervos. Junto a las tablas del pacto, la vara florecida quedaría como testimonio visible de la fidelidad y la santidad del Señor. Al ver semejante señal, el pueblo reaccionó con temor: “¡Estamos perdidos, totalmente perdidos! ¡Vamos a morir!” (v. 12). El contraste no podía ser más fuerte: la vara seca de Aarón estaba llena de vida y era señal de elección, pero al mismo tiempo el pueblo responde con un temor profundo al darse cuenta de la santidad de Dios y de su propia fragilidad. Por primera vez entendieron que acercarse a un Dios santo no era un juego ni un derecho adquirido, sino un privilegio concedido bajo sus términos. Acercarse al santuario del Señor sería sentencia de muerte. Ese temor no era simple pánico humano, sino un reconocimiento de que habían desafiado a Dios. 

Pero aquí vemos un principio importante: el temor de Dios puede ser el primer paso hacia el arrepentimiento. Israel no estaba del todo transformado, pero al reconocer su condición empezaba a comprender la necesidad de un mediador. La vara florecida no solo fue una señal de juicio, sino también de gracia: Dios había provisto un sacerdote escogido por Él, y a través de esa elección habría esperanza de acercamiento. El temor de la muerte podía convertirse en una invitación al arrepentimiento y a la confianza en el pacto eterno del Señor.

Bueno y que dice el Nuevo Testamento:

·      La autoridad de Jesús también fue cuestionada directamente

Lucas 20:1-8 dice: “Un día, mientras Jesús enseñaba al pueblo en el Templo y les predicaba las buenas noticias, se acercaron los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley, junto con los líderes religiosos. —Dinos con qué autoridad haces esto —lo interrogaron—. ¿Quién te dio esa autoridad? —Yo también voy a hacerles una pregunta a ustedes —respondió él—. Díganme: El bautismo de Juan, ¿procedía del cielo o de los hombres? Ellos, pues, lo discutieron entre sí: «Si respondemos “del cielo”, nos dirá “¿por qué no le creyeron?”. Pero si decimos “de los hombres”, todo el pueblo nos apedreará, porque están convencidos de que Juan era un profeta». Así que respondieron: —No sabemos de dónde era. Entonces Jesús dijo: —Pues yo tampoco les voy a decir con qué autoridad hago esto.”

·  Los hermanos de Jesús no creían en él.

Juan 7:1-5 dice: “Algún tiempo después, Jesús andaba por Galilea. No tenía ningún interés en ir a Judea, porque allí los judíos buscaban la oportunidad para matarlo. Faltaba poco tiempo para la fiesta judía de las Enramadas, así que los hermanos de Jesús le dijeron: —Deberías salir de aquí e ir a Judea, para que tus discípulos vean las obras que realizas, porque nadie que quiera darse a conocer actúa en secreto. Ya que haces estas cosas, deja que el mundo te conozca. Lo cierto es que ni siquiera sus hermanos creían en él.”

·      Cuestionaron su origen

Juan 8:48-59 “—¿No tenemos razón al decir que eres un samaritano y que estás endemoniado? —replicaron los judíos. —No estoy poseído por ningún demonio —contestó Jesús—. Tan solo honro a mi Padre; pero ustedes me deshonran a mí. Yo no busco mi propia gloria; pero hay uno que la busca y él es el juez. Les aseguro que el que cumple mi palabra nunca morirá. —¡Ahora estamos convencidos de que estás endemoniado! —exclamaron los judíos—. Abraham murió, y también los profetas, pero tú sales diciendo que, si alguno guarda tu palabra, nunca morirá. ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Abraham? Él murió, y también murieron los profetas. ¿Quién te crees tú? —Si yo me glorifico a mí mismo —les respondió Jesús—, mi gloria no significa nada. Pero quien me glorifica es mi Padre, el que ustedes dicen que es su Dios, aunque no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco. Si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes; pero lo conozco y cumplo su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se regocijó al pensar que vería mi día; y lo vio y se alegró. —Ni a los cincuenta años llegas —dijeron los judíos—, ¿y has visto a Abraham? Jesús afirmó: —Les aseguro que, antes de que Abraham naciera, ¡yo soy! Entonces los judíos tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús se escondió y salió inadvertido del Templo.”

Pero Dios:

·      Lo escogio como sumo sacerdote para siempre

Hebreos 5:4-10 dice: “Nadie ocupa ese cargo por iniciativa propia; más bien, lo ocupa el que es llamado por Dios, como sucedió con Aarón. Tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino que Dios le dijo: «Tú eres mi Hijo; hoy mismo te he engendrado». Y en otro pasaje dice: «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec». En los días de su vida mortal, Jesús ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte y fue escuchado por su temor reverente. Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer. Al ser así perfeccionado, llegó a ser autor de salvación eterna para todos los que le obedecen y Dios lo nombró sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.”

·      Se complacio de el en su bautizo

Lucas 3:22 dice: “y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma de paloma. Entonces se oyó una voz que desde el cielo decía: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo».”

·      Afirmo que era su hijo  en el monte de transfiguracion

Lucas 9:35 dice: “Entonces salió de la nube una voz que dijo: «Este es mi Hijo, mi escogido. ¡Escúchenlo!».”

·      Le dio Autoridad sobre demonios y enfermedades

Mateo 8:16 dice: “Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados; con una sola palabra expulsó a los espíritus y sanó a todos los enfermos.”

·      Le dio Autoridad en la enseñanza

Mateo 7:28–29 dice: “Cuando Jesús terminó de decir estas cosas, las multitudes se asombraron de su enseñanza, porque enseñaba como quien tenía autoridad y no como los maestros de la Ley.”

Juan 7:16 dice: “Mi enseñanza no es mía —respondió Jesús—, sino del que me envió.”

·      Le dio autoridad en el cielo y en la tierra

Mateo 28:18 dice: “Jesús se acercó entonces a ellos y dijo: —Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.”

Efesios 1:19–22 dice: “y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no solo en este mundo, sino también en el venidero. Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo y lo dio como cabeza de todo a la iglesia.”

·      Le dio autoridad sobre la muerte

Juan 10:18 dice: “Por eso me ama el Padre: porque entrego mi vida para volver a recibirla. Nadie me la arrebata, sino que yo la entrego por mi propia voluntad. Tengo autoridad para entregarla y tengo también autoridad para volver a recibirla. Este es el mandamiento que recibí de mi Padre».”

Apocalipsis 1:18 dice: “Yo soy el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y sus dominios.”

Y como Podemos aplicarlo a nuestras vidas

Así como Dios confirmó la autoridad de Aarón con la vara florecida, y confirmó a Jesús como Sumo Sacerdote eterno con la resurrección y la voz del Padre, también nosotros como creyentes hemos recibido autoridad a través del Espíritu Santo. No es una autoridad para exaltarnos, sino para servir, testificar y vencer al enemigo en el nombre de Cristo.

 

1.    Somos testigos: “Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, hasta en los confines de la tierra.” (Hechos 1:8). 

2.    Tenemos autoridad: “Les he dado autoridad a ustedes para pisotear serpientes y escorpiones, y vencer todo el poder del enemigo; nada les podrá hacer daño.” (Lucas 10:19). 

Algunas señales de la obra de Dios

A. En el Liderazgo de la iglesia

  • Señales de autoridad divina: dan fruto espiritual genuino, no títulos humanos
  • Confirmación por la vida: El carácter confirma el llamado
  • Humildad auténtica: Los verdaderos líderes no luchan por posiciones

B. En la Vida Personal

  • Muerte al ego: Para que Cristo viva en nosotros
  • Fruto del Espíritu: Evidencia de una vida espiritual genuina
  • Sumisión a la autoridad: Reconocer la autoridad que Dios ha establecido

C. En el Ministerio

  • Vida que fluye: El ministerio auténtico produce vida en otros
  • Confirmación divina: Dios respalda lo que Él inicia
  • Testimonio permanente: Las obras de Dios perduran

 

Algunas preguntas para reflexion:

1.    ¿Qué "varas secas" hay en tu vida y necesitan el toque vivificador de Dios?

2.    ¿Estás luchando por autoridad y reconocimiento, o esperando la confirmación divina?

3.    ¿Hay fruto genuino en tu vida espiritual que confirme el trabajo de Dios en ti?

4.    ¿Cómo respondes cuando Dios confirma su elección en otros y no en ti?

Dios confirma su elección no con argumentos humanos sino con una vida sobrenatural que fluye de Él.

En el siguiente episodio exploraremos las responsabilidades del sacerdocio confirmado (Números 18), mostrando que la autoridad divina siempre viene acompañada de responsabilidad y servicio.

 

Para terminar, te quiero preguntar, Dios le dio a Jesús el poder y la autoridad para salvar, ¿Has confiado en El para que te salve de la muerte y te dé vida eterna?

Recuerda compartir este podcast con otros. Hasta la próxima semana, si Dios lo permite. ¡Dios los bendiga, cuide y proteja!