Levitico, Una Ventana al Corazon de Dios Podcast

#58. ¿Y cómo maldecir a quien Dios no maldijo?

Liliana Alvarez Season 2 Episode 58

Hoy continuamos con esta historia en un giro extraordinario.

El profeta contratado para maldecir termina siendo el portavoz de bendición.

Dios toma la voz de un hombre movido por la codicia y la convierte en instrumento de Su fidelidad.

Y vale la pena notar algo: este relato no es menor.

La historia de Balaam es tan importante que ocupa cuatro capítulos  del libro de Números.

Como pregunta el rabino Jonathan Sacks:

“¿Por qué la Torá dedica tanto espacio a las palabras de un chamán que pudo haber sido o no un profeta genuino?Si Dios deseaba bendecir a Israel, ¿por qué usar a un profeta pagano, y uno que ni siquiera les deseaba el bien?”


La respuesta revela algo profundo sobre el corazón de Dios:

Su soberanía es absoluta.

Dios puede usar incluso la voz de un pagano para proclamar Su bendición, mostrando que ningún poder humano ni espiritual puede frustrar Su propósito redentor.

Acompáñame hoy mientras exploramos Números capítulo 23, bajo el título:


“¿Y cómo maldecir a quien Dios no maldijo?”


Porque esta historia no solo habla de un profeta y un rey antiguo…

sino del mismo Dios que sigue transformando maldiciones en bendiciones en la vida de quienes Él ama.


Hola amigos, bienvenidos. Gracias por estar aquí para el episodio #58 de “Números: Una Ventana al Corazón de Dios.”

En el episodio anterior, “La Voz del Dios Que Lo Sabe Todo: Balan y su Burra,” vimos cómo Balaam fue convocado por Balac, rey de Moab, para maldecir a Israel. Pero Dios intervino de una manera sorprendente: una asna —sí, una simple asna— vio lo que el profeta no vio. Esa escena nos mostró que la verdadera visión no depende de los ojos, sino del corazón que se somete a la voz de Dios.

En este episodio, ¿Y cómo maldecir a quien Dios no maldijo? Continuamos con la historia de Balan y Balac que da un giro extraordinario. Aquí el profeta contratado para maldecir termina siendo el portavoz de bendición. Dios toma la voz de un hombre movido por la codicia y la convierte en instrumento de bendición.

Esta historia de Balaam no es un episodio menor. Ocupa cuatro capítulos completos del libro de Números (22, 23, 24 y 31).

¿Por qué tanto espacio? Como pregunta Jonathan Sacks: “¿Por qué la Torá dedica tanto espacio a las palabras de un chamán que pudo haber sido o no un profeta genuino? Si Dios deseaba bendecir a Israel, ¿por qué usar a un profeta pagano, y uno que ni siquiera les deseaba el bien?”

La respuesta revela algo profundo sobre el corazón de Dios: Su soberanía es absoluta. Dios usa incluso la voz de un pagano para proclamar Su bendición, mostrando que ningún poder humano ni espiritual puede frustrar Su propósito redentor.

Voy a leer Números 23 de la Nueva Versión Internacional y dice:

Balán dijo a Balac: «Edifícame siete altares en este lugar, y prepárame siete novillos y siete carneros».  Balac hizo lo que Balán le pidió, y juntos ofrecieron un novillo y un carnero en cada altar.

Entonces Balán dijo a Balac: «Quédate aquí, al lado de tu holocausto, mientras yo voy a ver si el Señor quiere reunirse conmigo. Luego te comunicaré lo que él me revele». Y se fue a una loma desolada.

Dios vino a su encuentro y Balán le dijo:

—He preparado siete altares, y en cada altar he ofrecido un novillo y un carnero.

Entonces el Señor puso su palabra en boca de Balán y le dijo:

—Vuelve adonde está Balac y repítele lo que te voy a decir.

Balán regresó y encontró a Balac de pie, al lado de su holocausto, en compañía de todos los oficiales de Moab.  Y Balán pronunció su mensaje:

«De Aram, de las montañas de Oriente,
    me trajo Balac, el rey de Moab.
“Ven —me dijo—, maldice por mí a Jacob;
    ven, deséale el mal a Israel”.
Pero ¿cómo podré maldecir
    a quien Dios no ha maldecido?
¿Cómo podré desearle el mal
    a quien el Señor no se lo desea?
Desde la cima de las peñas lo veo;
    desde las colinas lo contemplo:
es un pueblo que vive apartado,
    que no se cuenta entre las naciones.
¿Quién puede calcular la descendencia de Jacob,
    tan numerosa como el polvo,
    o contar siquiera la cuarta parte de Israel?
¡Sea mi muerte como la del justo!
    ¡Sea mi fin semejante al suyo!».

Entonces Balac reclamó a Balán:

—¿Qué me has hecho? Te traje para que maldijeras a mis enemigos, ¡y resulta que no has hecho más que bendecirlos!

 Pero Balán respondió:

—¿Acaso no debo decir lo que el Señor me pide que diga?

Entonces Balac dijo:

—Por favor, ven conmigo a otro lugar. Desde allí podrás ver solo una parte del pueblo, no a todos ellos, y los maldecirás por mí.

Así que lo llevó al campo de Zofín en la cumbre del monte Pisgá. Allí edificó siete altares, y en cada uno de ellos ofreció un novillo y un carnero.

Allí Balán dijo a Balac: «Quédate aquí, al lado de tu holocausto, mientras yo voy a reunirme con Dios».

El Señor se reunió con Balán y puso en boca de este su palabra. Le dijo: «Vuelve adonde está Balac y repite lo que te voy a decir».

 Balán se fue adonde estaba Balac y lo encontró de pie, al lado de su holocausto, en compañía de los oficiales de Moab. Balac le preguntó:

—¿Qué dijo el Señor?

Entonces Balán pronunció su mensaje:

«Levántate, Balac, y escucha;
    óyeme, hijo de Zipor.
Dios no es un simple mortal
    para mentir y cambiar de parecer.
¿Acaso no cumple lo que promete
    ni lleva a cabo lo que dice?
Se me ha ordenado bendecir
    y, si eso es lo que Dios quiere,
    yo no puedo hacer otra cosa.

 »No se ha visto sufrimiento en el pueblo de Jacob
    ni calamidad en Israel.
El Señor su Dios está con ellos;
    y entre ellos se le aclama como Rey.
Dios los sacó de Egipto
    con la fuerza de un toro salvaje.
Contra Jacob no hay hechicería que valga,
    ni valen las adivinaciones contra Israel.
De Jacob y de Israel se dirá:
    “¡Miren lo que Dios ha hecho!”.
Un pueblo se alza como leona;
    se levanta como león.
No descansará hasta haber devorado su presa
    y bebido la sangre de sus víctimas».

Balac dijo entonces a Balán:

—¡Si no los vas a maldecir, tampoco los bendigas!

Balán respondió:

—¿Acaso no te advertí que yo repetiría todo lo que el Señor me ordenara decir?

Balac dijo a Balán:

—Por favor, ven conmigo, que te llevaré a otro lugar. Tal vez a Dios le parezca bien que los maldigas desde allí.

Así que llevó a Balán hasta la cumbre del monte Peor, desde donde puede verse el desierto de Jesimón. 29 Allí Balán le dijo:

—Edifícame siete altares en este lugar, y prepárame siete novillos y siete carneros.

Balac hizo lo que Balán pidió y en cada altar ofreció un novillo y un carnero.

 

 

 

Vamos a desglosar este capítulo en dos partes de la siguiente manera

1.    El primer oráculo: Israel, un pueblo bendito y separado (V 1-12). El capítulo comienza con un rito: siete altares, siete toros y siete carneros. Los siete altares y el intento humano de manipular a Dios.

Jacob Milgrom hace referencia al comentario de lbn Ezra y dice: 

“Ibn Ezra señala la frecuencia del número siete en el calendario cúltico: “el séptimo día (el sábado), la séptima semana (Shavuot), el séptimo mes (Tishrei), el séptimo año (el año sabático para la tierra y la remisión de las deudas), los siete corderos del holocausto (en las festividades, y catorce en Sucot), y las siete aspersiones (en el Templo durante Yom Kipur y para la purificación del leproso).

También menciona el requisito sacrificial de siete toros y siete carneros ofrecidos por los amigos de Job (Job 42:8), así como el significado astrológico del número siete.

El uso mágico del número siete está ampliamente atestiguado en la Biblia:

·       Naamán, el leproso, se baña siete veces en el Jordán (2 Reyes 5:10, 14).

·       Elías ordena a su siervo mirar el cielo siete veces en busca de señales de lluvia (1 Reyes 18:43).

·       El ejército de Josué rodea Jericó siete veces en el séptimo día (Josué 6:4, 10).

El número siete simboliza la plenitud divina —el séptimo día, el séptimo mes, el séptimo año—, pero también tenía connotaciones mágicas en el antiguo Cercano Oriente. Gordon Wenham menciona una tablilla babilónica encontrada la cual describe un rito similar al que vemos con Balac y Balan:

“Al amanecer, en presencia de Ea, Shamash y Marduk, debes erigir siete altares, colocar siete incensarios de ciprés y derramar la sangre de siete ovejas.”

(Wenham, Numbers, p. 193–194)

Balac y Balan estaban usando este lenguaje mágico con la esperanza de manipular la voluntad de Dios, pero no entendían que Dios no se puede comprar, controlar y manipular.

Como escribe Jacob Milgrom: “Balan sigue los métodos tradicionales de los adivinos orientales, pero el Señor le demuestra que la verdadera palabra no surge de los ritos humanos, sino del mandato soberano de Dios mismo.” (Milgrom, p. 194)

Balan, acostumbrado a consultar presagios, se encuentra con el Dios vivo, que rompe sus esquemas y le hace comprender que solo puede hablar lo que Él ponga en su boca.

Desde las alturas de Bamot-Baal, Balan contempla los campamentos de Israel como un tapiz ordenado en el desierto y pronuncia palabras que no provienen de él:

“¿Cómo podré maldecir a quien Dios no ha maldecido?

¿Cómo podré desearle el mal a quien el Señor no se lo desea?” (v. 8)

La bendición de Dios para su pueblo era irrevocable. No había poder humano que cambiara la bendición por la maldición.

Balaam declara: “Desde la cumbre de las rocas los veo, desde las alturas los observo:un pueblo que vive apartado y que no se considera igual a las demás naciones.” (v. 9)Israel no fue escogido para ser superior, sino para ser distinto, reflejando el carácter de su Dios.

Deuteronomio 7:6-8 dice: “Porque para el Señor tu Dios tú eres un pueblo santo; él te eligió para que fueras su propiedad exclusiva entre todos los pueblos de la tierra. El Señor sintió afecto por ti y te eligió, aunque no eras el pueblo más numeroso, sino el más insignificante de todos. El Señor te ama y quería cumplir su juramento a tus antepasados; por eso te rescató de la esclavitud, del poder del faraón, el rey de Egipto, y te sacó con gran despliegue de fuerza.”

Deuteronomio 9:4-6 dice, Cuando el Señor tu Dios los haya arrojado lejos de ti, no vayas a pensar: «El Señor me ha traído hasta aquí, por causa de mi justicia, para tomar posesión de esta tierra». ¡No! El Señor expulsará a esas naciones por la maldad que las caracteriza. De modo que no es por tu justicia ni por tu rectitud por lo que vas a tomar posesión de su tierra. ¡No! La propia maldad de esas naciones hará que el Señor tu Dios las arroje lejos de ti. Así cumplirá lo que juró a tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. Entiende bien que eres un pueblo terco, que tu justicia y tu rectitud no tienen nada que ver con que el Señor tu Dios te dé en posesión esta buena tierra.”

Wenham comenta: “Por medio del Espíritu, Balaam percibe el carácter peculiar de Israel. Porque Dios la ha escogido, vive apartada de las demás naciones, consciente de su identidad como el pueblo del Señor.” (Wenham, p. 195)

Balan declara “¿Quién puede calcular la descendencia de Jacob, tan numerosa como el polvo, o contar siquiera la cuarta parte de Israel?”:
 confirmando lo que Dios le había prometido a Abraham en

Génesis 22:17 y dice, “té bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descendencia —como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tu descendencia conquistará las ciudades de sus enemigos.”


Y a Jacob en Génesis 32:12 y dice, “Tú mismo afirmaste que me harías prosperar y que mis descendientes serían tan numerosos como la arena del mar, que no se puede contar».”


Aun un adivino extranjero reconoce que hay algo glorioso en pertenecer al pueblo de Dios. Balac se enfurece: “Te traje para maldecir, y los has bendecido.” Pero Balan responde: “¿Acaso no debo decir lo que el Señor me pide que diga?” (v. 12)

2.    Segundo oráculo: “Dios no es hombre para que mienta” (vv. 13–26). Balac insiste. Lo lleva al monte Pisgá, construye de nuevo siete altares y repite los sacrificios, como si otro ángulo pudiera cambiar el corazón de Dios.

Balan no tiene opción más que proclamar quien es el Dios verdadero diciendo,

“Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer.
¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice?” (v. 19)

Jacob Milgrom observa que aquí Balan critica directamente la teología pagana de Balac, mostrando que el Señor no es como los dioses caprichosos que pueden ser manipulados.

Dios no cambia. Su promesa permanece. “Se me ha ordenado bendecir y, si eso es lo que Dios quiere, yo no puedo hacer otra cosa.” (v. 20)

Dios no ve a Israel según su pecado, sino según Su pacto: 21 »No se ha visto sufrimiento en el pueblo de Jacob ni calamidad en Israel. Wenham comenta que, “En su visión, Balan contempla el ideal divino para la nación:

debe ser libre de pecado para que Dios habite entre ellos.” (Wenham, p. 196)

El Señor su Dios está con ellos; y entre ellos se le aclama como Rey. Ningún poder oculto o maldición pronunciada contra Israel prevalecerá:
Contra Jacob no hay hechicería que valga, ni valen las adivinaciones contra Israel.
De Jacob y de Israel se dirá: (V23)
    “¡Miren lo que Dios ha hecho!”.
Un pueblo se alza como leona;
    se levanta como león.
No descansará hasta haber devorado su presa
    y bebido la sangre de sus víctimas».

Después de todas estas declaraciones sobre Israel, Balac, se siente impotente, suplica a Balan: “Si no los vas a maldecir, tampoco los bendigas.” Pero Balan de nuevo le afirma: “¿Acaso no te advertí que yo repetiría todo lo que el Señor me ordenara decir?” (v. 26).

La historia de Balan se repite a lo largo de toda la Biblia y no quedó como una historia aislada sino como un recordatorio del amor fiel del Señor por su pueblo y que transforma la maldición en bendición.

 

 

Deuteronomio 23:5 dice, “Sin embargo, por el amor que el Señor tu Dios siente por ti, no quiso el Señor escuchar a Balán y cambió la maldición en bendición.”

Josué 24:9-10 dice, “Y cuando Balac, hijo de Zipor y rey de Moab, se dispuso a presentarles combate, él envió al profeta Balán, hijo de Beor, para que los maldijera. Pero yo no quise escuchar a Balán, por lo cual él los bendijo una y otra vez, y así los salvé a ustedes de su poder.”

Nehemías 13:1-2 dice, “Aquel día se leyó ante el pueblo el libro de Moisés, y allí se encontró escrito que los amonitas y moabitas no debían jamás formar parte del pueblo de Dios; porque no solo no habían dado de comer ni de beber a los israelitas, sino que habían contratado a Balán para que los maldijera, aunque en realidad nuestro Dios cambió la maldición por bendición.”

Y que dice el Nuevo Testamento:

En Cristo, Dios pronuncia sobre nosotros la misma verdad que Balaam fue forzado a declarar:

 

“¿Cómo puedo maldecir a quien Dios no ha maldecido?”

Porque en Cristo, toda maldición ha sido rota y convertida en bendición.

Gálatas 3:13–14 lo expresa así:

“Cristo nos rescató de la maldición de la Ley al hacerse maldición por nosotros, pues está escrito: «Maldito todo el que es colgado de un madero». Así sucedió para que, por medio de Cristo Jesús, la bendición prometida a Abraham llegara a las naciones, y para que por la fe recibiéramos el Espíritu según la promesa.”

Lo que el enemigo planeó como maldición, Dios lo transformó en el mayor acto de amor y redención.

El madero, símbolo de muerte, se convirtió en el instrumento de la bendición eterna. Pablo lo resume con una verdad que abarca toda la vida del creyente:

Romanos 8:28-39 dice,“Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió e incluso resucitó y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación o la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro o la espada? Así está escrito: «Por tu causa siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero!». Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.”


Y Pedro añade, recordándonos el precio de esa transformación:

1 Pedro 2:24 dice, “Él mismo cargó con nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados.”

 

La cruz, el mayor símbolo de vergüenza y maldición, fue convertida por el amor de Dios en la fuente de bendición, sanidad y vida eterna.

Así como Dios convirtió las palabras de Balan en bendición para Israel, Dios también transformó la maldición causada por nuestro pecado en la bendición de la salvación para todos los que creen en Cristo.

 

Y como podemos aplicar estas verdades a nuestra vida:

1. Recuerda: Ninguna maldición puede permanecer donde Dios ha bendecido. Así como Balan no pudo maldecir a Israel, ninguna palabra, acusación ni fuerza espiritual puede revertir lo que Dios ha declarado sobre ti en Cristo. Cuando enfrentes oposición o desánimo, declara con fe: “Soy bendecido, escogido y amado por Dios.”

“Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31)

2. Deja de intentar ganar lo que Dios ya te dio por gracia. Balac pensó que podía manipular la bendición con rituales y sacrificios. Nosotros a veces hacemos lo mismo, intentando ganarnos el favor de Dios con esfuerzo, culpa o religiosidad. Pero la bendición proviene del pacto por la sangre de Cristo, no de una transacción tuya. No trabajes para ganar Su amor; vive agradecido porque ya lo tienes en Cristo Jesús.

“Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe. Esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios y no por obras, para que nadie se jacte.”(efesios 2:8-9)

3. Confía en el Dios que no cambia. Balan proclamó: “Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que cambie de parecer.” (Números 23:19)

Cuando otros cambian, Él permanece igual. Cuando otros fallan, Él sigue siendo fiel. Afirma tu corazón en la fidelidad de Dios. Sus promesas no dependen de tus emociones ni de tus circunstancias.

Te dejo con estas preguntas para meditar esta semana:

1.    ¿Estás viviendo como alguien que cree que es bendecido por Dios, o como alguien que teme ser maldecido por el mundo?

2.    ¿Hay alguna situación en tu vida donde todavía crees que la maldición tiene la última palabra, cuando Dios ya ha pronunciado bendición?

3.    Si Dios transformó la maldición en bendición para Israel, ¿crees que también puede usar lo que hoy te duele para cumplir Su propósito en ti?

4.    ¿Qué harías diferente si realmente creyeras que ninguna fuerza, palabra o circunstancia puede revertir lo que Dios ya decidió bendecir en tu vida?

 

Cuando las dudas te hablen, vuelve a escuchar la voz del cielo que declara sobre ti:

“¿Y cómo maldecir a quien Dios no maldijo?”

Descansa en esa verdad, camina en esa bendición, y deja que tu vida refleje la fidelidad de Aquel que nunca cambia.

Su amor es más fuerte que las maldiciones, más firme que la traición y más grande que nuestros temores.

El Señor te bendiga y te guarde;
El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti y te extienda su amor;
 El Señor mueva su rostro hacia ti y te conceda la paz”.

Queridos amigos, necesito tu ayuda. Si este podcast ha sido de bendición para tu vida, por favor compártelo con otros. Gracias de nuevo por tu apoyo. Hasta la próxima semana, si Dios lo permite. ¡Dios los bendiga!