Levitico, Una Ventana al Corazon de Dios Podcast

#61.Seducción sexual, sacrificios e idolatría: la caída de Israel en Sitín

Liliana Alvarez Season 2 Episode 61

Hola amigos, bienvenidos.

Gracias por estar aquí para el episodio #61 de “Números: Una Ventana al Corazón de Dios.”

En los episodios anteriores vimos algo extraordinario: Dios tomó la voz de un profeta pagano y la transformó en instrumento de bendición. Balan quiso maldecir a Israel, pero solo pudo bendecir. Desde las alturas, el pueblo fue descrito como un campamento hermoso, ordenado, protegido y amado por Dios.

Pero hoy, el relato da un giro profundo y doloroso.

En este episodio, titulado “Seducción sexual, sacrificios e idolatría: la caída de Israel en Sitím”, nos encontramos con una verdad inquietante: lo que ningún enemigo pudo lograr desde afuera, Israel lo permitió desde adentro.

A las puertas mismas de la Tierra Prometida, el pueblo no cayó por un ataque militar, sino por una tentación inesperada. La seducción sexual abrió la puerta, la mesa selló la comunión equivocada, y la idolatría consumó la traición del pacto.

Números 25 nos confronta con una realidad que atraviesa toda la Escritura —y también nuestra propia vida—:

las batallas más peligrosas no siempre se libran en el campo abierto, sino en el corazón que baja la guardia.

Hoy exploraremos este capítulo a la luz del Antiguo y del Nuevo Testamento, y veremos por qué esta historia sigue siendo una advertencia urgente para el pueblo de Dios en cada generación.

Hola amigos, bienvenidos. Gracias por estar aquí para el episodio #61 de “Números: Una Ventana al Corazón de Dios.”

En los episodios anteriores —“La Voz del Dios que lo Sabe Todo”, “¿Y cómo maldecir a quien Dios no maldijo?” y “Qué bello es tu campamento”— vimos algo extraordinario: Dios tomó la voz de un profeta pagano y la convirtió en instrumento de bendición. Balan quiso maldecir… pero solo pudo bendecir. Desde las alturas, Israel fue visto como un campamento hermoso, ordenado, protegido y amado.

Pero hoy, exploraremos un giro inesperado en el drama histórico de Israel en su travesía por el desierto. En este episodio, Seducción sexual, sacrificios e idolatría: la caída de Israel en Sitín, veremos la triste realidad de un pueblo a las puertas de la tierra prometida, que no solo cayó por un ataque externo, sino por una debilidad interna. La seducción sexual llevó a los hombres a participar de los sacrificios y comidas ofrecidos a dioses falsos, uniéndose en idolatría. Israel estaba confiado y próximo a recibir las promesas, pero subestimó su vulnerabilidad y el poder de seducción de las mujeres moabitas.  La vida en el desierto era una batalla para Israel, día tras día.  Cada batalla dejaba muertos, remordimientos, heridos, enseñanzas y oportunidades extraordinarias para cambiar. Las batallas más peligrosas no siempre son las que se ven afuera…sino las que se libran internamente.

Antes de entrar al capítulo 25, hagamos memoria de las rebeliones de Israel en su travesía por el desierto.

Rebelión #1 – Números 11:1–3. El pueblo se queja de las dificultades del camino. Poco después de haber salido del Monte Sinaí, el cansancio y la ingratitud abrieron la puerta al juicio del Señor.

Rebelión #2 – Números 11:4–6. El descontento por el maná. El pueblo llora por la comida que tenía en Egipto, despreciando el pan del cielo.

Rebelión #3 – Números 12. Aarón y Miriam murmuran contra Moisés. La murmuracion y el descontento familiar cuestionan el liderazgo escogido por Dios.

Rebelión #4 – Números 13–14:38. Los diez espías siembran miedo e incredulidad. Una generación entera pierde la Tierra Prometida por su incredulidad.

Rebelión #5 – Números 14:39–45. El pueblo intenta entrar a la tierra sin la presencia de Dios. La autosuficiencia los conduce a la derrota.

Rebelión #6 – Números 16:1–34. La rebelión de Coré. Un afronte directo contra la autoridad espiritual.

Rebelión #7 – Números 16:41–50. El pueblo acusa a Moisés y Aarón de matar “al pueblo del Señor”. Una plaga mortal es detenida solo por la intercesión sacerdotal.

Rebelión #8 – Números 20:2–13. La queja por falta de agua en Meribá. El descontento del pueblo lleva a Moisés a un acto de desobediencia.

Rebelión #9 – Números 21:4–9. El desprecio por el pan de Dios y la impaciencia del camino. La serpiente de bronce se convierte en símbolo de juicio y salvación.

Cada rebelión era diferente en los hechos, pero en sí todas tenían algo en común y es que provenían de un corazón que dudaba del amor, del carácter y la provisión de Dios. 

Después del incidente del becerro de oro en el Monte Sinaí, Dios da una advertencia a Israel en Éxodo 34:12-16 dice, “Ten mucho cuidado de no hacer ningún pacto con los habitantes de la tierra que vas a ocupar, pues de lo contrario serán para ti una trampa. Derriba sus altares, haz pedazos sus piedras sagradas y sus imágenes de la diosa Aserá. No adores a otros dioses, porque el Señor es muy celoso. Su nombre es Dios celoso. »No hagas ningún pacto con los habitantes de esta tierra, porque se prostituyen por ir tras sus dioses y, cuando ofrezcan sacrificios a esos dioses, te invitarán a participar de ellos. Y si casas a tu hijo con una de sus mujeres, cuando ella se prostituya por ir tras sus dioses, inducirá a tu hijo a hacer lo mismo.

Sitín, era el último campamento antes de cruzar el Jordán. La tierra prometida estaba literalmente frente a ellos. Y es allí donde ocurre la Rebelión #10.

Voy a leer Números capítulo 25 de la Nueva Versión Internacional y dice:

 Mientras los israelitas acampaban en Sitín, comenzaron a entregarse a la inmoralidad sexual con las mujeres moabitas, las cuales los invitaban a participar en los sacrificios a sus dioses. Los israelitas comían de esos sacrificios y se postraban ante esos dioses. Esto los llevó a unirse al culto de Baal Peor. Por tanto, la ira del Señor se encendió contra ellos.

Entonces el Señor dijo a Moisés: «Toma a todos los jefes del pueblo y ahórcalos en mi presencia a plena luz del día, para que el furor de mi ira se aparte de Israel».

Moisés ordenó a los jueces de Israel: «Maten a los hombres bajo su mando que hayan rendido culto a Baal Peor».

Mientras el pueblo lloraba a la entrada de la Tienda de reunión, un israelita trajo a una madianita y, en presencia de Moisés y de toda la comunidad israelita, tuvo el descaro de presentársela a su familia. De esto se dio cuenta el sacerdote Finés, que era hijo de Eleazar y nieto del sacerdote Aarón. Finés abandonó la asamblea y lanza en mano, siguió al hombre, entró en su tienda y atravesó al israelita y a la mujer. De esta forma cesó la plaga que se había desatado contra los israelitas. Con todo, los que murieron a causa de la plaga fueron veinticuatro mil.

El Señor dijo a Moisés: Finés, hijo de Eleazar y nieto del sacerdote Aarón, ha hecho que mi ira se aparte de los israelitas, pues ha actuado con el mismo celo que yo habría tenido por mi honor. Por eso no destruí a los israelitas con el furor de mi celo. Dile, pues, a Finés que yo le concedo mi pacto de paz, por medio del cual él y sus descendientes gozarán de un sacerdocio eterno, ya que defendió celosamente mi honor y presentó ofrendas para el perdón de los israelitas».

El hombre que fue atravesado junto con la madianita se llamaba Zimri, hijo de Salu, y era jefe de una familia de la tribu de Simeón. La madianita se llamaba Cozbí, y era hija de Zur, jefe de una familia de Madián.

El Señor dijo a Moisés: Ataca a los madianitas y mátalos, porque ellos también los atacaron a ustedes con sus artimañas, pues en Baal Peor los sedujeron, como en el caso de Cozbí, la hija del jefe madianita que fue muerta el día de la plaga en Baal Peor».

¡Qué historia tan impactante! Es casi imposible creer que Israel haya caído tan bajo, pero la Biblia no esconde la realidad de la debilidad de Israel. Por eso podemos entender e identificarnos con Israel porque no somos diferentes a ellos. 

Vamos a desglosar este capítulo en tres partes de la siguiente manera:

1.    El pecado y la caída de Israel en Sitin. (V1-9)

Israel está en Sitín, que significa “acacias”. La ubicación exacta no se conoce, pero está a unas siete millas del Jordán y de ahí se podía ver la tierra prometida. A veces el mayor peligro no es el desierto…es el umbral de la bendición. Según Jacob Milgrom, Sitin es, “Como la última parada de Israel en su travesía por el desierto, fue desde allí que Josué envió espías (Jos. 2:1) y desde donde condujo al pueblo a cruzar el Jordán (Jos. 3:1). Debió haber sido también el lugar del nuevo pacto (deuteronómico) de Israel (Deut. 28:69).

Jonathan Sacks hace una observación contundente diciendo: “Esta fue la primera vez que los israelitas pecaron de manera gratuita, por así decirlo. Antes, habían sido impulsados por el miedo, o el hambre, o la sed, o la desilusión. Nada de esto estaba presente en el caso de las mujeres moabitas. Esto fue pura autocomplacencia sexual, cediendo a la tentación sin pensar. Incluso el acto idólatra fue realizado no con un espíritu de rebeldía, sino casi como una ocurrencia secundaria: primero sexo, luego comida, luego adoración pagana. Si ya habían cedido en lo primero, ¿por qué no también en lo segundo y en lo tercero? La naturalidad con la que ocurrió casi desafía la imaginación.”

El versículo 1 dice “Comenzaron a entregarse a la inmoralidad sexual con las mujeres moabitas.” La autocomplacencia coloca al “yo” en el trono: mis emociones, mis impulsos, mis deseos, mis apetitos, son vistos como derechos que debo satisfacer. Dios deja de ser el centro; el deseo personal se vuelve la autoridad. No fue solo inmoralidad privada. Fue prostitución cultural. El cuerpo se convirtió en altar. El deseo reemplazó al temor de Dios.

En la Biblia —y en la historia— la seducción sexual es uno de los instrumentos más antiguos del enemigo para destruir líderes, familias y naciones.

¿Por qué? Porque el sexo toca tres áreas donde el ser humano es más vulnerable:

El diseño de Dios para la sexualidad es sagrado: la relación sexual es una unión tan profunda donde el hombre y la mujer se convierten en una sola carne, produciendo fruto que refleja el pacto de Dios con el ser humano. Esta unión expresa una intimidad profunda. Por eso, cuando se distorsiona, no solo distorsiona un acto físico, sino que distorsiona la identidad, la intimidad y el sentido de pertenencia.

En la Biblia, el pecado sexual nunca es solamente físico. Siempre es presentado como una puerta espiritual. Por eso Proverbios presenta a la mujer extraña como símbolo del pecado que destruye “el alma” del hombre, no solo su cuerpo. Proverbios 7:21-27 dice, “Con palabras persuasivas lo convenció; con halagos de sus labios lo sedujo. Y él enseguida fue tras ella, como el buey que va camino al matadero; como el ciervo que cae en la trampa, hasta que una flecha le abre las entrañas; como el ave que se lanza contra la red, sin saber que en ello le va la vida. Así que, hijo mío, escúchame; presta atención a mis palabras. No desvíes tu corazón hacia sus sendas ni te extravíes por sus caminos, pues muchos han muerto por su causa; sus víctimas han sido innumerables. Su casa lleva derecho al sepulcro; conduce a las habitaciones de la muerte.”

La seducción ofrece una promesa rápida al anhelo humano: del deseo de ser reconocido, amado y afirmado. Sin embargo, lo que entrega es una intimidad vacía —sin compromiso, sin fidelidad y sin la presencia de Dios. Y esa falsificación de lo sagrado tiene un poder enorme cuando encuentra terreno fértil en víctimas que tienen un corazón que no vela ni guarda su camino.

El deseo sexual es una de las pocas fuerzas humanas que puede: nublar la razón, alterar la percepción, silenciar la conciencia, debilitar la voluntad, y justificar lo injustificable. Eso lo sabía Balan, por eso le sugirió a las moabitas que sedujeran a los hombres de Israel. Ellas sabían que era un arma poderosa. 

La seducción funciona porque encuentra algo dentro del corazón humano: orgullo, carencia emocional o física, necesidad de validación, curiosidad peligrosa, deseo de sentirse poderoso, o necesidad de escapar de la realidad. La seducción externa solo triunfa cuando encuentra una grieta interna.

En la antigüedad, sexo e idolatría estaban integrados. No eran prácticas separadas. Las mujeres moabitas no estaban ofreciendo placer…estaban ofreciendo un camino a otro dios. La meta no era seducción física. Era seducción espiritual. La seducción sexual está diseñada para: desarmar, debilitar, bajar la guardia, y abrir la puerta a un sistema espiritual contrario. La Biblia lo presenta como “fornicación” no solo física, sino espiritual.

La libertad falsa dice: “Haz lo que sientas”. “Ríndete”. “Disfrútalo”. Pero el pecado sexual siempre termina así: pérdida de dominio propio, pérdida de autoridad espiritual, pérdida de identidad, pérdida de visión, pérdida de llamado.

La seducción no quiere tu cuerpo. Quiere: tu dirección, tu llamado, tu obediencia, tu relación con Dios. En Números 25, el sexo fue el instrumento. La idolatría fue el objetivo. La destrucción espiritual fue el resultado y el precio fue la muerte. La seducción sexual busca destruir lo sagrado.

Los hombres no solo comieron de los sacrificios ofrecidos a los dioses, sino que se inclinaron en adoración. Dios le ordenó a Moisés matar a los jefes del pueblo. Moisés mandó matar a todos los hombres que rindieron culto a Baal Peor. Baal era un dios de fertilidad cananita. Baal significa “dueño” y se refiere al dueño divino de los campos. Gordon Wenham dice, “Al participar en este culto, Israel se había unido y emparejado— a Baal de Peor (v. 3). Al hacerlo, repudiaron de manera abierta el corazón esencial del pacto: una lealtad total y exclusiva al SEÑOR. Como resultado, estalló una plaga severa que causó la muerte de veinticuatro mil personas.”

Mientras el pueblo lloraba a la entrada de la tienda de reunión, en actitud de arrepentimiento, ocurre un descaro de parte de uno de los israelitas. Resulta que un hombre lleva a su novia madianita y pasa delante de Moisés y de todo el pueblo; además, tiene el descaro de presentársela a su familia. Resulta que se la lleva abiertamente a su carpa para tener relaciones sexuales con ella. 

Este hombre era hijo de un líder israelita que entró al campamento con una actitud de desafío abierto. Esta acción intencional era una absoluta profanación del santuario. Aquí no había ignorancia, sino arrogancia.

Fines, nieto de Aaron e hijo de Eliazar, hace justicia divina. Sigue al hombre y la mujer con una lanza en mano, les enterró la lanza y atravesó a ambos mientras estaban en el acto sexual. Esta acción decisiva de Fines por el celo del Señor detuvo la plaga que se había desatado contra el pueblo. Murieron en total 24.000 personas.

2.    La acción expiatoria de Fines. (V10-15). Fines no actuo por vilencia, sino como guardián del santuario y de la santidad de Dios. Milgrom explica que su acción funciona como “kipper: expiación que detiene la plaga.” Un solo acto basta. Dios no requiere más víctimas. Su acción “rescató” a Israel al detener la ira divina. Gordon Wenham dice, “El sacerdote, en su vida y en sus actos, debe personificar —e incluso encarnar— el carácter de Dios. Esto es precisamente lo que hizo Fines: “tuvo celo con mi mismo celo en medio de ellos, de modo que no consumí a los israelitas en mi celo”. Es decir, porque Fines ejecutó al pecador, expresando de manera tan clara y visible la propia ira de Dios mediante su acción, esa ira fue apartada. Él hizo expiación por el pueblo.”

Fines hizo expiación, es decir, pagó el rescate por Israel. La Biblia nos da la identidad del hombre y la mujer implicados en este acto que pagaron con sus vidas semejante afronte a Dios. Los versículos 14-15 dicen, “El hombre que fue atravesado junto con la madianita se llamaba Zimri, hijo de Salu, y era jefe de una familia de la tribu de Simeón. La madianita se llamaba Cozbí, y era hija de Zur, jefe de una familia de Madián.” Ambos venían de familias prominentes que representaban a sus respectivos pueblos.

3.    El juicio de Dios contra los madianitas. (V16-18). ¿Quiénes eran los madianitas y por qué aparecen junto a Moab? Para entender lo que ocurrió en Números 25, tenemos que retroceder un poco y ubicar a los madianitas dentro de la historia bíblica y del mapa humano del Antiguo Cercano Oriente. Madián no era un pueblo extraño ni lejano para Israel. Luego de la muerte de Sara, Abraham se caso con Cetura, y Madián fue uno de sus hijos “Abraham tomó otra mujer, cuyo nombre era Cetura… y ella le dio a luz a Madián” (Gén. 25:1–2). Esto significa que los madianitas eran parientes lejanos de Israel, no extranjeros absolutos. Compartían raíces, historias y memoria ancestral. Antes de ser libertador, Moisés vivió en Madián. Allí huyó tras matar al egipcio (Éx. 2). Allí se casó con Séfora, hija de Jetró, sacerdote de Madián. Allí aprendió a pastorear, a vivir en el desierto, a esperar. Por eso, Madián aparece inicialmente como un pueblo hospitalario, incluso respetuoso del Dios de Israel (Éx. 18). Esto hace que lo ocurrido después sea aún más trágico . Entonces la pregunta clave : ¿Por qué Madián está con Moab en Números 22–25? En los capítulos finales de Números, Israel llega a las llanuras de Moab, al este del Jordán. Moab entra en pánico al ver a Israel. Madián, que habitaba regiones vecinas y nómadas, se alía con Moab por conveniencia política y miedo compartido. La Biblia nos dice explícitamente: que Moab y los ancianos de Madián envían juntos mensajeros a buscar a Balan (Núm. 22:4, 7). Ambos pueblos perciben a Israel como una amenaza regional. Era una alianza estratégica: Moab y Madián no atacaron militarmente a Israel. No podían. Dios los protegía. Entonces recurrieron a una estrategia más antigua y más efectiva: seducción sexual. Números 25 dice que las mujeres moabitas sedujeron a los hombres de Israel. Pero más adelante, la Biblia aclara algo decisivo: Dios le ordena a Moisés antes de su muerte atacar a los madianitas. Luego de librar una victoria decisiva contra Madián, Números 31:15-16 dice, «¿Cómo es que dejaron con vida a las mujeres? —les preguntó—. ¡Si fueron ellas las que, aconsejadas por Balán, hicieron que los israelitas traicionaran al Señor en Baal Peor! Por eso una plaga hirió de muerte al pueblo del Señor.” En esta batalla contra los madianitas también murió Balan. Madián estuvo detrás del plan. Cozbí, la mujer que muere junto a Zimrí, era madianita, hija de un jefe tribal. No fue un romance accidental; fue una operación deliberada, organizada desde las élites. Madián ejecutó el plan.

Madián no atacó a Israel con espadas, sino con seducción; no con ejércitos, sino con intimidad falsa; no con guerra abierta, sino con idolatría disfrazada de relación.

Y que dice el Nuevo Testamento

Jesús conecta la inmoralidad sexual con idolatría interna del corazón. El problema no es cultural, es espiritual.

Mateo 15:18-19 dice, “Pero lo que sale de la boca viene del corazón y contamina a la persona. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias.”


En el concilio de Jerusalén, los apóstoles y líderes religiosos dirigidos por el Espíritu Santo relacionan el sexo, la mesa y la idolatría. Ellos hacen declaraciones para los nuevos creyentes gentiles. Seguramente estaban pensando directamente en Números 25. No se trataba de legalismo, sino de protección espiritual. Ellos trataron este tema y escribieron lo siguiente:

Hechos 15:28-29 dice, “Nos pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponerles ninguna carga aparte de los siguientes requisitos: abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de la carne de animales estrangulados y de la inmoralidad sexual. Bien harán ustedes si evitan estas cosas. Con nuestros mejores deseos.”

Pablo advierte a los corintios contra la inmoralidad sexual e idolatría. Pablo usa el mismo lenguaje de “unirse” que Números 25. Sexo = unión espiritual.

1 Corintios 6:15–20 dice, “¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo mismo? ¿Tomaré acaso los miembros de Cristo para unirlos con una prostituta? ¡Jamás! ¿No saben que el que se une a una prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues la Escritura dice: «Los dos llegarán a ser uno solo». Pero el que se une al Señor se hace uno con él en espíritu. Huyan de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo. ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen con su cuerpo a Dios.”

Pablo también hace referencia directa y explicita a números 25.

1 Corintios 10:6–8 dice, “Todo eso sucedió para servirnos de ejemplo, a fin de que no nos apasionemos por lo malo, como lo hicieron ellos. No sean idólatras como lo fueron algunos de ellos, según está escrito: «Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó para entregarse al desenfreno». No cometamos inmoralidad sexual como algunos lo hicieron, por lo que en un solo día perecieron veintitrés mil.”

Efesios 5:3–5 dice, “Entre ustedes ni siquiera debe mencionarse la inmoralidad sexual ni ninguna clase de impureza o de avaricia, porque eso no es propio del pueblo santo de Dios. Tampoco debe haber palabras indecentes, conversaciones necias ni chistes groseros, todo lo cual está fuera de lugar; haya más bien acción de gracias. Porque pueden estar seguros de que nadie que sea inmoral o impuro o avaro —es decir, idólatra— tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios.”

Colosenses 3:5 dice, “Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría.”

1 Pedro 4:3 dice, “Por tanto, ya que Cristo sufrió en el cuerpo, asuman también ustedes la misma actitud; porque el que ha sufrido en el cuerpo ha roto con el pecado, para vivir el resto de su vida terrenal no satisfaciendo sus pasiones humanas, sino cumpliendo la voluntad de Dios. Pues ya basta con el tiempo que han desperdiciado haciendo lo que agrada a los incrédulos, entregados al desenfreno, a las pasiones, a las borracheras, a las orgías, a las parrandas y a las idolatrías abominables.”

Jesús advierte a la iglesia de Pergamo diciéndole:

Apocalipsis 2:14 dice, “»Sin embargo, tengo unas cuantas cosas en tu contra: toleras ahí a los que se aferran a la doctrina de Balán, el que enseñó a Balac a poner tropiezos a los israelitas, incitándolos a comer alimentos sacrificados a los ídolos y a cometer inmoralidades sexuales.”

Y cómo podemos aplicar estas realidades a nuestra vida:

1.    Guarda tu corazón antes de que llegue la tentación. Israel no cayó en el momento del acto; cayó mucho antes, cuando bajó la guardia del corazón. La tentación rara vez se presenta como rebelión abierta. Casi siempre llega disfrazada de oportunidad, afecto o simple curiosidad. Examina con honestidad qué conversaciones, relaciones, contenidos o hábitos están debilitando tu discernimiento espiritual. No esperes a “ver hasta dónde llegas”. La vigilancia espiritual comienza antes que llegue  la tentación.

Proverbios  4:23 dice, “Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida.”

 

2.    Sé cuidadoso con las mesas que compartes. En Números 25, el problema no fue solo el pecado sexual, sino sentarse a mesas que no honraban a Dios. No toda invitación es inofensiva. La fidelidad a Dios también se decide en los lugares donde compartes tu tiempo y tu atención.  Pregúntate:

  • ¿Qué mesas están formando mis valores?
  • ¿Qué espacios, ambientes o comunidades influyen en lo que considero normal o aceptable?

3.    Vive una fe íntegra, no fragmentada. Israel pensó que podía separar cuerpo, comunión y adoración. El Nuevo Testamento deja claro que Dios no acepta una fe dividida. Permite que el señorío de Cristo alcance todas las áreas de tu vida: tu cuerpo, tus relaciones, tus decisiones, tu adoración. La santidad no es perfección, es coherencia.

Colosenses 3:17  dice, “Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.”

 Santiago 1:22-25  dice, “No se contenten solo con oír la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica. El que escucha la palabra, pero no la pone en práctica, es como el que se mira el rostro en un espejo y después de mirarse, se va y se olvida enseguida de cómo es. Pero quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído, sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla.”

Quiero dejarte con estas preguntas para que medites y respondas:

·      ¿Dónde estoy bajando la guardia en mi vida espiritual?

·      ¿Qué mesas estoy compartiendo que están arrastrando mi corazón lejos de Dios?

·      ¿He separado lo que Dios nunca separa: cuerpo, comunión y adoración?

·      ¿Qué me está pidiendo Dios que corte hoy para preservar mi comunión con Él?

Gracias por acompañarme en este episodio de “Números: Una Ventana al Corazón de Dios”. Si este podcast ha sido de bendición para ti, por favor ayúdame y compártelo con otros. Que el Señor nos conceda un corazón íntegro, una vida santa y una adoración pura. Hasta la próxima, si Dios lo permite. Bendiciones.