Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
35. Yo no se nada
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Había una vez un par de caminantes viajando por un camino. Debido a que el viaje se hacia largo y tedioso, uno de ellos decidió proponer un juego al otro para aliviar un poco la monotonía del viaje. Y le dijo a su compañero de camino.
Vamos a idear algo para que no nos resulte este camino tan pesado y aburrido
Que podemos hacer? Pregunto el otro
Hagamos lo siguiente. Vamos a contar un cuento inventado por nosotros. Cada uno debe contar 3 minutos de un historia y al terminar este tiempo el otro debe seguir con la historia inmediatamente con otros 3 minutos. Si duda que decir o no dice nada deberá llevar a otro en hombres hasta que se le ocurra algo para decir.
Ok dijo el otro pero para mi va a ser difícil por que yo no se nada.
El primero comenzó a contar el cuento y a los 3 minutos su compañero no dijo nada y le toco cargar con su compañero. Durante el trayecto el primer hombre le preguntada a quien lo cargaba si ya había pensado como seguir el cuento, pero este siempre le contestaba “yo no se nada” y seguía cargando a su compañero de viaje.
Después de una hora de viaje llegaran a un enorme castillo y los viajeros se pusieron a contemplar las torres y las enormes puertas de dicha fortaleza. Mientras descansaban mirando el castillo, vieron como la doble puerta principal del castillo se abría y con gran pompa un caballero salía y se acercaba a ellos.
El caballero los invito a entrar en el castillo y ellos que llevaban mucho tiempo caminando y se sentían muy cansados, especialmente el que cargaba al otro, con gusto siguieron al caballero que los llevo donde una bella muchacha con pelo negro como el carbon, piel tersa y ojos brillantes como el sol. La mas bella mujer que hombre alguno hubiera visto jamas.
La mujer con dulzura les pregunto.
Quienes son ustedes y adonde van
Somos caminantes y hemos salido a recorrer el mundo en busca de la felicidad, le contesto el que cargaba al otro.
Curiosa forma de buscar la felicidad, ya que he visto que uno carga sobre si al otro. Y el caminante que iba siendo cargado le conto a la muchacha el trato que habían hecho.
La bella princesa le recrimino y le dijo. Es usted un mal compañero de viaje yendo a cuestas de otro, solo porque su compañero de viaje le ha dijo “yo no se nada” y como han llegado a mi palacio y comerán de mi comida les contare algo mientras lo hacen.
Yo soy la hija de un sultan, mi padre es muy rico y cuando cumplí dieciocho años mi padre permitió que los jóvenes comenzaran a pretenderme, pero yo le puse solo una condición. Que solamente me casaría con un hombre que fuera rico en inteligencia y sabiduría y no en dinero. A mi padre le parecieron insolentes mis palabras y me recluyo aquí, pero finalmente acepto mis condiciones y hasta este palacio han llegado miles de jóvenes a pedir mi mano.
A todos mis pretendientes, que han viajado desde lejanas tierras a pedir mi mano les he preguntado si sabían mucho y todos sin detenerse a pensar siempre me han respondido “yo lo se todo” y a cada uno de ellos lo he mandado de regreso a sus tierras.
Después de un tiempo mi padre el sultán vino a visitarme y estuvo largo rato tratando de convencerme que abandonara la condición que me había autoimpuesto para aceptar a un pretendiente. Me dijo que jamás podría encontrar a un hombre que me respondiera que no sabia nada cuando ellos consideraban que lo sabían todo. Pero aun continuo esperando este hombre inteligente y sabio que merezca vivir conmigo.
Hoy desde mi balcón los he visto a ustedes acercarse a mi castillo y me ha llamado la atención que uno cargaba al otro y he decidido traerlos al palacio y