Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

411 c. El Pino (3/5) Hans Christian Andersen

December 12, 2022 Juan David Betancur Fernandez Season 5 Episode 46
Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
411 c. El Pino (3/5) Hans Christian Andersen
Show Notes

 Y llego el momento esperado por el pino. Por fin se encendieron las velas que tenia en sus ramas y ¡qué deslumbrante fiesta de luces! El pino en medio de su ansiedad se puso a temblar con todas sus ramas y tembló tanto que una de las velas prendió fuego a una de sus ramas verdes y esta emitió una luz brillante. 

Debido a esto el árbol no se atrevía a mover una rama; tenía miedo de perder alguno de sus adornos y se sentía deslumbrado por todos aquellos brillos… De pronto se abrieron de golpe las dos puertas corredizas y a través de ellas entró en tropel un grupo de niños que se abalanzaron sobre el pino como si fuesen a derribarlo, mientras un grupo de personas mayores los seguían muy pausadamente y en silencio. Por un momento los pequeños se calmaron y observaban en silencio el árbol , pero sólo por un momento, luego comenzaron a gritar de alegría y sus gritos llenaron la habitación. Y juntando sus mano comenzaron a bailar alrededor del pino, y luego abalanzándose hacia las hojas le comenzaron a arrancar uno a uno los regalos que anteriormente habían puesto en él. 

El arbol extrañado pensaba“Pero, ¿qué están haciendo?”,¿Qué va a pasar ahora?”

Las velas se fueron consumiendo poco a poco y cuando el fuego de cada una llegaba a la rama que la sostenía era apagada inmediatamente por las mujeres que cuidaban la habitación. Cuando todas las velas se consumieron, los encargados le dieron permiso a los niños para que se acercaran a a las ramas y pudieran retirar las manzanas, los dulces y los adornos que este tenía. Los niños se lanzaron sobre el pino haciéndolo crujir en todas y cada una de sus ramas, y si el arbol no hubiera estado fijado al techo por la estrella dorada,  el pino se hubiera caido y golpeado el piso irremediablemente.

Luego los niños comenzaron a bailar y saltar con sus brillantes y espléndidos juguete y ya nadie más reparaba en el arbol de navidad. Solamente una vieja nana que se encontraba allí se acercó a él para escudriñar entre las ramas por algún higo o alguna manzana escondida aún en el.

 

De pronto la habitación se lleno de un rugido. Los niños al unisono comenzaron a clamar-un cuento. Un cuento. cuéntanos un cuento! mientras tomando de la mano a un hombrecillo gordo lo arrastraban hacia el arbol que lo miraba extrañado. Y este hombrecito gordo se sentó debajo del pino dispuesto a comenzar a contar un cuento.

-Aquí será como si estuviésemos en el bosque -les dijo-, y al pino nos podrá escuchar perfectamente y estará feliz de oír el cuento. Pero sólo les contaré hoy una historia. Ahora… cual cuento quieren escuchar. ¿Les gustaría el cuento de Ivedy-Avedy, o el de Klumpy-Dumpy, que aun cayéndose de la escalera alcanzo e l trono y se casó con la princesa?

-¡Klumpy-Dumpy! -gritaron algunos de los niños , y otros pedian a Ivedy-Avedy. El griterío y el ruido eran tremendos; sólo el pino callaba, pensando:

 

Será que debo gritar con los demás o solamente me debo quedar aquí callado.  ¿Qué papel debo tomar  o no no debo hacer nada?”

Porque ya el era uno de ellos y ya estaba desempeñando su papel y ya había hecho justamente lo que tenía que hacer.

El narrador oral les contó la historia de Klumpy-Dumpy, que aunque se cayo de la escalera subió al trono y se casó finalmente con la princesa. Y los niños aplaudieron y exclamaron:

-¡Cuéntanos otros! ¡Uno más!

Querían también oír el cuento de Ivedy-Avedy, pero tuvieron que contentarse con escuchar solamente el de Klumpy-Dumpy. El pino estaba allí silencioso escuchando atentamente el cuento pensando que nunca le había oído a los pájaros del bosque contar una historia semejante. 

“De modo que Klumpy-Dumpy  se cayó de la escalera y, a pesar de todo, termino cansándose con la princesa.. ¡Vaya, vaya; así son las cosas en em en el gran mundo!”, pensaba. “Seguro que tenía que ser cierto la historia  si aquel narrador oral tan agradable