Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

411 e. El Pino (5/5) Hans Christian Andersen

December 16, 2022 Juan David Betancur Fernandez Season 5 Episode 48
Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
411 e. El Pino (5/5) Hans Christian Andersen
Show Notes

Había una vez una pino que, por muchos años sonó con ser cortado y llevado a vivir donde vivían los humanos. Una navidad llegaron por el y lo llevaron a una mansión y lo colocaron en un gran salón adornado con toda clase de luces, manzanas y panecillos. Durante la nochebuena decenas de niños se divirtieron recogiendo los regalos en sus ramas y luego un contador de historias les contó un cuento que el arbol escucho y memorizo. 

Pasada la noche buena, el arbol se sorprendio de que no lo adornaran de nuevo y en cambio lo llevaron a un atico oscuro donde paso todo el invierno. Su única compañía eran un grupo de ratoncitos y dos ratas que con el tiempo se cansaron de sus historias y del único cuento que se sabía. 

Otra vez solo, el arbol se preguntaba cuando lo sacarían de allí y lo llevarían de nuevo a la pradera y el bosque donde había crecido y había sido tan feliz.

 

 

Y Ocurrió una mañana que un grupo de personas subieron al atico donde el arbol estaba recostado en un rincón. Estas personas estaban haciendo algún trabajo y desinteresados por la presencia del pino, comenzaron a mover algunas cajas y entre algunos de ellos tomaron el pino y lo movieron de su lugar dejandolo caer sobre el piso polvoriento. Como el enorme pino estaba allí en la mitad decidieron arrastrarlo afuera y entre algunos de ellos lo bajaron por la escalera hasta el primer piso. De nuevo el arbol volvió a sentir la luz del día.  

El arbol penso“¡La vida comienza de nuevo para mí!”, mientras sentía el aire fresco y los rayos de sol lo cubrían.  Ya estaba afuera, en el patio. Todo sucedió tan rápidamente y había tantas cosas alrededor que  el árbol se olvidó fijarse en sí mismo. El patio se abría a un jardín donde la primavera estaba en todo su esplendor.  Todo estaba en flor. Sentia el aroma Fresco y dulce de las rosas que colgaban de los pequeños enrejados del patio; los arbustos  habían florecido y las golondrinas volaban de una parte a otra cantando la belleza de aquel día:

-¡Esta sí que es vida para mí! -gritó alegremente el pino , extendiendo sus ramas cuanto pudo. Pero, ¡ay!, estas estaban amarillas y secas y se vio tirado en un rincón, entre ortigas y hierbas malas. La estrella de papel dorado aún ocupaba su sitio en la cima y resplandecía a la viva luz del sol.

En el patio jugaban algunos de los traviesos niños que por Nochebuena habían bailado alrededor del árbol, y a quienes tanto el les había gustado. Se pusieron felices de verlo de nuevo y  uno de los más pequeños se le acercó corriendo y le arrancó la reluciente estrella dorada.

-¡Mira lo que aún quedaba en ese feo árbol de Navidad! -exclamó el infante mientras pisoteba las secas ramas hasta hacerlas crujir bajo sus zapatos.

Y el árbol miró la fresca belleza de las flores en el jardín, y luego se miró a sí mismo seco y deteriorado , y deseó no haber salido jamás de aquel oscuro rincón del desván. Recordó la frescura de los días que en su juventud pasó en el bosque, y la alegre víspera de Navidad, y los ratoncitos que con tanto gusto habían escuchado la historia de Klumpy-Dumpy.

-¡Todo ha terminado! -se dijo-. ¡Lástima que no haya sabido gozar de mis días felices! ¡Ahora, ya se fueron para siempre!

Y vino un sirviente que cortó el árbol en pequeños pedazos, hasta que hubo un buen montón que ardió en una espléndida llamarada bajo la enorme cazuela de cobre. Y el árbol gimió tan alto que cada uno de sus quejidos fue como un pequeño disparo. Al oírlo, los niños que jugaban acudieron corriendo y se sentaron junto al fuego; y mientras miraban las llamas, gritaban: “¡pif!, ¡paf!”, a coro. Pero a cada explosión, que era un hondo gemido, el árbol recordaba un día de verano en el bosque, o una noche de invierno allá afuera, cuando resplandecían las estrellas. Y pensó luego en la Nochebuena y en Klumpy-Dumpy, el único cuento de hadas que había escuchado en su vida y el único que podí