Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

417. El académico

Juan David Betancur Fernandez Season 5 Episode 55

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Había una vez una hombre que había dedicado toda sus vida a aprender todo cuanto pudiera. El hombre desde muy joven había dedicado su vida a leer todo cuanto podía y a estudiar toda la filosofía que pudiera. El hombre se había hecho versado en los pensamientos de los hombres más inteligentes de su época y épocas anteriores. En cuanto a la religión había tomado los textos sagrados de las religiones locales y extranjeras y había hecho un análisis profundo de como estas religiones habían sido creadas y evolucionado. 

 

Todos a su alrededor comenzaron a hablar de el ya que parecía tener un conocimiento ilimitado, muchas veces lo veían en la plaza del pueblo discutiendo con otros académicos sobre los más elevados conceptos y generalmente muchas de sus opiniones eran respetadas y aceptadas por sus contrapartes. Era un hombre considerado un sabio en el sentido amplio de la palabra. 

 

Pero este hombre en su interior sentía un vacío que a medida que iba estudiando más y más iba creciendo. Sus noches eran angustiosas ya que cuando estaba solo en su habitación sin que nadie los viera comenzaba a llorar. El sentía que el era un fraude, que por mucho que aparentara estudiar y por mucho que la gente lo admirara el no era quien la gente creia que era. 

 

Su mayor angustia era que pese a haber leído las escrituras de todas las religiones, haber seguido numerosos caminos de superación personal y haber tratado de encontrar la verdad en su vida, sentía que todo era banal y falso. Su nivel de autocrítica había comenzado a crecer y crecer y nada parecía suficiente. 

 

Así que decidió buscar la verdad más allá de las fronteras y salió a recorrer el mundo buscando un maestro superior a él, un maestro que le enseñara el verdadero camino de la superación. 

 

En cada pueblo preguntaba por si había un maestro y cuando lo dirigían a el se sentaba a preguntarle. Todos los maestros que encontró le daban las mismas respuestas que el ya conocía y decepcionado salia el pueblo hacia el pueblo siguiente, y así viajo por algunos años. Y nada nuevo encontraba y más profundo era su vacio interior. 

 

Un día llego a un pequeño pueblo y allí pregunto, como lo había hecho en muchos otros pueblos por un maestro. Y le dijeron que no había allí ningún maestro pero que si había un ermitaño que vivía en lo alto de la montaña. 

 

Con poca esperanza, el hombre decidió visitar el ermitaño y emprendió un difícil y arduo camino hacia lo alto de la montaña. A mitad del camino vio un hombre humilde y de vestido andrajoso que bajaba por la montaña cargando un saco en su espalda, por la descripción que le habían dado en el pueblo era absolutamente seguro que se trataba del ermitaño. El hombre le hizo señas para que se detuviera y el ermitaño sin hablar simplemente paro y lo miro a los ojos. 

 

El hombre le dijo. He estudiado todo lo posible, he leído todo lo que he encontrado y he discutido todo el conocimiento que se me ha presentado, y siento un gran vacio. He visitado cientos de maestros del conocimiento y de ninguno de ellos he recibido lo que necesito para llenar mi vida y seguir viviendo. Usted me dicen es muy sabio. Digame que debo hacer. 

 

El ermitaño siguió mirando al hombre a los ojos y con un gran suspiro, sin decir una sola palabra, dejo caer el saco que llevaba a su espalda. Espero que pasara unos cuantos minutos, enderezo el cuerpo, miro hacia el cielo, y luego sacando un espejo del saco lo dejo en el suelo, luego tomando de nuevo el saco siguió caminando hacia la base de la montaña. 

 

El hombre comprendio el mensaje. Toda su vida había sido un constante aprendizaje intelectual lleno de ego y prejuicios. Comprendio que debia dejar caer los juicios y prejuicios académicos y dejando a un

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