Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

420. La cruz del diablo (Leyenda - Cuenca)

January 28, 2023 Juan David Betancur Fernandez Season 5 Episode 58
420. La cruz del diablo (Leyenda - Cuenca)
Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
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Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
420. La cruz del diablo (Leyenda - Cuenca)
Jan 28, 2023 Season 5 Episode 58
Juan David Betancur Fernandez

Había una vez en la señorial ciudad de Cuenca España un joven muy apuesto que era nada más y nada menos que hijo del oidor de la villa. El joven no solamente era guapo, sino que tenía una gran capacidad verbal. El joven utilizando su labia y su pinta de galán era capaz de seducir a cualquier mujer que encontrara deseable y obtener de ellas favores carnales y luego abandonarlas sin miramientos.

 

El muchacho recorría la pequeña ciudad con el desparpajo propio de alguien que sabe que posee cualidades extraordinarias. Sin embargo, un día mientras entraba a la plaza principal de la población vio una mujer que nunca había visto. Sin duda alguna era forastera lo que la hacía más interesante. Además, la joven era de una belleza inconmensurable y de unos modales finos y delicados. 

 

Para el joven la sola presencia de la joven era un tormento ya que por donde caminaba todos los hombres se volteaban a mirarla y los demás jóvenes se acercaban a ella con lisonjas y regalos. Rápidamente supo que la joven se llamaba Diana y que se había movido a la ciudad desde una ciudad lejana. Que vivía sola en una casa a las afueras de la ciudad y que no se conocía ningún pariente. Era pues una mujer misteriosa aparte de extremadamente bella. 

 

Aprovechando una tarde soleada, el joven seductor se acercó a ella en la plaza del pueblo y con sus dotes de buen conversador quiso entablar una amena conversación con ella, pero ella inmediatamente lo rechazo, aumentando en el joven un mayor deseo. 

 

Por varios días el joven no desaprovechaba ninguna oportunidad para acercarse a ella y bien sea con bellas palabras o pequeños regalos atraer su atención, pero ella siempre lo rechazaba y seguía su camino. El joven comenzó a ser el hazmerreir del  pueblo y sus amigos se mofaban de el y su intentos fracasados. El joven redoblaba su deseo con cada rechazo y se juró persistir hasta enamorar a la doncella. 

 

Pero cuentan que el día de todos los Santos, el joven recibió una carta que le fue entregada mientras caminaba por una calle de la ciudad. En la carta la Joven Diana lo citaba para el día siguiente en la puerta de la ermita de las Angustias en las horas de la noche.  El joven no podía creer que finalmente la esquiva Diana le hubiera hecho caso. 

 

Por la tarde se preparó y se acicalo para la ocasión, escogió el mejor vestido que tenía, escogió el mejor perfume, y decidido se dirigió a la entrada de la ermita de las Angustias. Desafortunadamente cuando salió de la casa del oidor, algunas gotas de lluvia comenzaron a caer y cuando ya llegaba a la ermita la lluvia arreciaba y rayos caían en las cercanías de la ciudad. Pero su resolución era la misma. Tenia que seducir carnalmente a la bella Diana aquella misma noche. 

 

Cuando cruzo el umbral de la ermita la vio. Magnifica en todo su esplendor,  vestida como una princesa y con un porte radiante. Sin mediar palabra, consumido por su pasión se acerco a ella y tomándola en sus brazos comenzó a besarla como si no hubiera mañana. Ella simplemente lo abrazo y dejando que la lujuria del joven dominara el momento vio como el comenzaba a quitarle el vestido. 

 

El joven se agacho para quitarle los zapatos, como ultimo paso antes de poseerla y en el momento en que uno de los bellos zapatos era retirado de sus pies, una rayo cayo en la cercanía y su luz ilumino el cobertizo donde se encontraban. Y el joven vio como aquel pie no era el de una bella dama, el pie era una pezuña terrible. Una pezuña de una bestia. Asombrado levanto la cabeza y al elevar la mirada vio que la esbelta figura de su doncella era ahora la terrible imagen de un demonio. Diana era ahora la figura misma de un Diablo con cara y cachos y su cuerpo ya no era dulce sino amenazante. 

 

Luego oyó una carcajada espeluznante que provenía de aquel monstruo.

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Había una vez en la señorial ciudad de Cuenca España un joven muy apuesto que era nada más y nada menos que hijo del oidor de la villa. El joven no solamente era guapo, sino que tenía una gran capacidad verbal. El joven utilizando su labia y su pinta de galán era capaz de seducir a cualquier mujer que encontrara deseable y obtener de ellas favores carnales y luego abandonarlas sin miramientos.

 

El muchacho recorría la pequeña ciudad con el desparpajo propio de alguien que sabe que posee cualidades extraordinarias. Sin embargo, un día mientras entraba a la plaza principal de la población vio una mujer que nunca había visto. Sin duda alguna era forastera lo que la hacía más interesante. Además, la joven era de una belleza inconmensurable y de unos modales finos y delicados. 

 

Para el joven la sola presencia de la joven era un tormento ya que por donde caminaba todos los hombres se volteaban a mirarla y los demás jóvenes se acercaban a ella con lisonjas y regalos. Rápidamente supo que la joven se llamaba Diana y que se había movido a la ciudad desde una ciudad lejana. Que vivía sola en una casa a las afueras de la ciudad y que no se conocía ningún pariente. Era pues una mujer misteriosa aparte de extremadamente bella. 

 

Aprovechando una tarde soleada, el joven seductor se acercó a ella en la plaza del pueblo y con sus dotes de buen conversador quiso entablar una amena conversación con ella, pero ella inmediatamente lo rechazo, aumentando en el joven un mayor deseo. 

 

Por varios días el joven no desaprovechaba ninguna oportunidad para acercarse a ella y bien sea con bellas palabras o pequeños regalos atraer su atención, pero ella siempre lo rechazaba y seguía su camino. El joven comenzó a ser el hazmerreir del  pueblo y sus amigos se mofaban de el y su intentos fracasados. El joven redoblaba su deseo con cada rechazo y se juró persistir hasta enamorar a la doncella. 

 

Pero cuentan que el día de todos los Santos, el joven recibió una carta que le fue entregada mientras caminaba por una calle de la ciudad. En la carta la Joven Diana lo citaba para el día siguiente en la puerta de la ermita de las Angustias en las horas de la noche.  El joven no podía creer que finalmente la esquiva Diana le hubiera hecho caso. 

 

Por la tarde se preparó y se acicalo para la ocasión, escogió el mejor vestido que tenía, escogió el mejor perfume, y decidido se dirigió a la entrada de la ermita de las Angustias. Desafortunadamente cuando salió de la casa del oidor, algunas gotas de lluvia comenzaron a caer y cuando ya llegaba a la ermita la lluvia arreciaba y rayos caían en las cercanías de la ciudad. Pero su resolución era la misma. Tenia que seducir carnalmente a la bella Diana aquella misma noche. 

 

Cuando cruzo el umbral de la ermita la vio. Magnifica en todo su esplendor,  vestida como una princesa y con un porte radiante. Sin mediar palabra, consumido por su pasión se acerco a ella y tomándola en sus brazos comenzó a besarla como si no hubiera mañana. Ella simplemente lo abrazo y dejando que la lujuria del joven dominara el momento vio como el comenzaba a quitarle el vestido. 

 

El joven se agacho para quitarle los zapatos, como ultimo paso antes de poseerla y en el momento en que uno de los bellos zapatos era retirado de sus pies, una rayo cayo en la cercanía y su luz ilumino el cobertizo donde se encontraban. Y el joven vio como aquel pie no era el de una bella dama, el pie era una pezuña terrible. Una pezuña de una bestia. Asombrado levanto la cabeza y al elevar la mirada vio que la esbelta figura de su doncella era ahora la terrible imagen de un demonio. Diana era ahora la figura misma de un Diablo con cara y cachos y su cuerpo ya no era dulce sino amenazante. 

 

Luego oyó una carcajada espeluznante que provenía de aquel monstruo.