Había una vez una montaña muy alta que tenia nieve todo el año. La montaña había estado creciendo por millones de años y a medida que crecía más nieve se acumulaba en su parte más alta. Cuando salía el sol la montaña recibía el calor de los rayos de sol y poco a poco, gota a gota, segundo a segundo una muy pequeña parte de su nieve se derretía y comenzaba a bajar lentamente hacia el valle.
En el valle se encontraba un gran bosque que había crecido gracias a el agua que la montaña blanca les regalaba con el derretir de la nieve. En el bosque vivían miles y miles de pájaros, venados, osos, lobos, y conejos. Y por el medio del valle viajaba un rio lleno de góticas que venían desde lo más alto. Así el valle era verde y en las orillas del rio crecían flores y de las flores se alimentaban las abejas y estas abejas llevaban el polen a otras flores y así crecían más flores. Era pues un paraíso donde todos los animales vivían felices y el bosque crecía gracias al agua que venia del alto nevado.
Pero un día algo terrible sucedió. La montaña empezó a recibir mucho calor del sol y rápidamente la nieve se fue convirtiendo el agua que comenzó a bajar rápidamente al bosque inundando el valle y el bosque. Era tanta el agua que todos los animales tuvieron que huir y las flores desaparecieron y con ellas las abejas. En pocos días el bosque y el valle se volvió triste y feo.
En la parte alta de la montaña la nieve desaparecio y después de algunos días cuando los arboles trataron de seguir creciendo se dieron cuenta que ya no bajaba agua y sin agua no podían seguir creciendo. Igualmente pasaba con las flores del valle, el rio que pasaba por allí se seco y no llevaba el agua para que crecieran. El verde comenzó a volverse café y todo parecía que iba a morir.
Sin embargo, por allí paso un águila que usualmente visitaba el bosque cada año. Cuando paso sobre el bosque se sintió muy triste porque los arboles habían perdido su hojas y no había más sombra. El águila miro hacia lo alto y vio que estaba saliendo la luna, Blanca y majestuosa. Y decidió volar muy alto hasta que llego hasta la superficie de la luna.
Allí se sentó en una de las montañas de la luna y le dijo. Señora luna, como podrá ver la montaña blanca ya no es blanca y no tiene ni un solo copo de nieve. Todo es piedra en lo más alto, asi que ya no hay agua que baje por la montaña y los arboles están muriendo y con ellos toda la naturaleza. Ya no hay flores, ni pájaros, ni osos, ni venados, ni abejas. Usted tiene que ayudarlos.
La luna que era muy dulce hizo algo maravilloso. Antes la luna era totalmente blanca y estaba llena de nieve. Pero cuando vio que la montaña blanca se había quedado sin nieve decidió regalarle la nieve necesaria y le dijo al águila.
Águila podemos hacer esto. Baja a la tierra y dile a todos las aves y pájaros que suban hasta la luna y cuando lleguen yo les regalare un poquito de nieve y así podrán entre todos volver a poner nieve en lo alto de la montaña. El águila se emocionó mucho y dijo. Listo Luna ya mismo lo hacemos. El águila voló a la tierra y convocando a todos las aves las convenció de hacer un viaje a la luna para traer un poquito de nievo para la montaña. Y millones de aves comenzaron a viajar a la luna y luego de regreso dejar la nieve sobre la montaña. Y así poco a poco la montaña comenzó de nueva a tener nieve y la luna que antes era totalmente blanca comenzó a tener algunas zonas oscuras. En esas zonas estaba la nieve que ahora estaba en las montañas.
Y con la nieve, volvieron las góticas de agua que bajaban montaña abajo y el rio del valle volvió a tener agua y los arboles del bosque volvieron a tener hojas y los pájaros, venados, osos volvieron al bosque y la pradera volvió a tener flores y las abejas volvieron. Toda la naturaleza regreso y la felicida