Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

488. El Yaguareté y la Cigarra (infantil Guaraní)

September 25, 2023 Juan David Betancur Fernandez Season 6 Episode 22
488. El Yaguareté y la Cigarra (infantil Guaraní)
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Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
488. El Yaguareté y la Cigarra (infantil Guaraní)
Sep 25, 2023 Season 6 Episode 22
Juan David Betancur Fernandez

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Juan David Betancur
elnarrodororal@gmail.com

Habia una vez un Jaguar o yaguareté como lo llaman las tribus guarani del Paraguay que se paseaba de día por toda la llanura y los bosques. El yaguareté era muy vanidoso y muy creido. Cuando caminaba con su paso ágil decía a viva voz para que todos los demás animales lo oyeran. 

 

-Soy el más fuerte y el más inteligente entre los animales. No hay nadie como yo. 

 

-No hay en estos parajes quien me iguale en astucia, ni cuya fuerza y resistencia puedan compararse con las mías. Soy el monarca de la selva, de los bosques y de las llanuras y no en balde todos los seres me temen.

 

Una cigarra (ñakyra) que lo miraba y escuchaba , desde su lugar en lo alto una rama de un árbol frondoso, cuando oyo lo que el yaguareté se ufanaba de tal manera, decidio darle una lección a este animal. Así que dejando de cantar como cantan las cigarras salto a una rama más baja y desde allí le dijo al Jaguar. 

Oye tu ….si el animal de rayas…. Veo que te crees muy fuerte, inteligente y temido. De pronto puedes ser muy fuerte pero creo yo que eres muy poco inteligente y además muy poco resistente al cansancio. Yo se que hay muchos animales que te superan incluido yo mismo 

 

El yaguareté que nunca había sido insultado de tal manera miro a la cigarra que con sus ojos rojos y saltones lo miraba y enfurecido rugio -¡Insignificante insecto! -, como te atreves a hablarme de esa manera, deberás pro­bar la veracidad de tus palabras o haré que te destierren para siempre de la selva.

-Conforme -respondió la cigarra-;  hagamos una apuesta. Te voy a demostrar yo misma  que yo un pobre insecto muchas veces más pequeño que tu, soy más resistente,  Estoy dispuesta a probártelo mediante una prueba muy sencilla. Nos pararemos aquí donde estamos y nos miraremos fijamente. Y así  El que se duerma primero o se deje vencer por el hambre o la sed, será el menos resistente  y el que pierda deberá abandonar la pradera y meterse al bosque y solo salir de noche.  Luego, si quieres, te demostraré que soy el más inteligente, pero por ahora Aquí están los hermanos Ká i Mirikina (monito) y Aka'e (urraca) quienes nos podrán servir de testigos.

El jaguar que era bastante soberbio acepto el desafía inmediatamente y parandose frente a la rama donde estaba la cigarra empezó a mirarla esperando que ella se moviera. 

Por su parte el mono y la urraca se dedicaron a compartir la vigilancia por turnos y asi ser jueces y testigos  de quien abandonaba.

Y comenzó la prueba, la cigarra se paro plácidamente en su rama y el tigre se paro en el suelo a mirar la rama con la cigarra. La cigarra de vez en cuando tocaba alguna melodía como suelen hacerlo las cigarras y el jaguar rugia para auyentar las moscas. 

Después de largas horas de vigilia, la cigarra, aprovechando un momen­to en que el jaguar se esforzaba por librarse de un enjambre de moscas que lo volvían loco, se escurrió sigilosamente de su caparazon y se retiró calladamente dejando el caparazon allí para que el jaguar pensara que todavía estaba allí. Lo que no sabía el jaguar era que las cigarras tiene el don de mudar su caparazon si así lo desean dejandolo en algún lugar. 

Así que la cigarra dejo el caparazon en su asiento en la rama,  y ella se retiró sigilosamente a refrescarse con el jugo de un jugoso pakuri que había allí cerca. Luego de deleitarse con el pakuri volvió con la misma cautela y precaución,  y sin hacer ningún ruido se escondió detrás de su propia piel y se echó a dormir la siesta.

Transcurría el tiempo; el pobre jaguar  se moría de hambre y de sed; pero su rival, o mejor dicho, el caparazon  vacío de su rival la cigarra se veía aún sobre la rama, y el no entendia por

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Juan David Betancur
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Habia una vez un Jaguar o yaguareté como lo llaman las tribus guarani del Paraguay que se paseaba de día por toda la llanura y los bosques. El yaguareté era muy vanidoso y muy creido. Cuando caminaba con su paso ágil decía a viva voz para que todos los demás animales lo oyeran. 

 

-Soy el más fuerte y el más inteligente entre los animales. No hay nadie como yo. 

 

-No hay en estos parajes quien me iguale en astucia, ni cuya fuerza y resistencia puedan compararse con las mías. Soy el monarca de la selva, de los bosques y de las llanuras y no en balde todos los seres me temen.

 

Una cigarra (ñakyra) que lo miraba y escuchaba , desde su lugar en lo alto una rama de un árbol frondoso, cuando oyo lo que el yaguareté se ufanaba de tal manera, decidio darle una lección a este animal. Así que dejando de cantar como cantan las cigarras salto a una rama más baja y desde allí le dijo al Jaguar. 

Oye tu ….si el animal de rayas…. Veo que te crees muy fuerte, inteligente y temido. De pronto puedes ser muy fuerte pero creo yo que eres muy poco inteligente y además muy poco resistente al cansancio. Yo se que hay muchos animales que te superan incluido yo mismo 

 

El yaguareté que nunca había sido insultado de tal manera miro a la cigarra que con sus ojos rojos y saltones lo miraba y enfurecido rugio -¡Insignificante insecto! -, como te atreves a hablarme de esa manera, deberás pro­bar la veracidad de tus palabras o haré que te destierren para siempre de la selva.

-Conforme -respondió la cigarra-;  hagamos una apuesta. Te voy a demostrar yo misma  que yo un pobre insecto muchas veces más pequeño que tu, soy más resistente,  Estoy dispuesta a probártelo mediante una prueba muy sencilla. Nos pararemos aquí donde estamos y nos miraremos fijamente. Y así  El que se duerma primero o se deje vencer por el hambre o la sed, será el menos resistente  y el que pierda deberá abandonar la pradera y meterse al bosque y solo salir de noche.  Luego, si quieres, te demostraré que soy el más inteligente, pero por ahora Aquí están los hermanos Ká i Mirikina (monito) y Aka'e (urraca) quienes nos podrán servir de testigos.

El jaguar que era bastante soberbio acepto el desafía inmediatamente y parandose frente a la rama donde estaba la cigarra empezó a mirarla esperando que ella se moviera. 

Por su parte el mono y la urraca se dedicaron a compartir la vigilancia por turnos y asi ser jueces y testigos  de quien abandonaba.

Y comenzó la prueba, la cigarra se paro plácidamente en su rama y el tigre se paro en el suelo a mirar la rama con la cigarra. La cigarra de vez en cuando tocaba alguna melodía como suelen hacerlo las cigarras y el jaguar rugia para auyentar las moscas. 

Después de largas horas de vigilia, la cigarra, aprovechando un momen­to en que el jaguar se esforzaba por librarse de un enjambre de moscas que lo volvían loco, se escurrió sigilosamente de su caparazon y se retiró calladamente dejando el caparazon allí para que el jaguar pensara que todavía estaba allí. Lo que no sabía el jaguar era que las cigarras tiene el don de mudar su caparazon si así lo desean dejandolo en algún lugar. 

Así que la cigarra dejo el caparazon en su asiento en la rama,  y ella se retiró sigilosamente a refrescarse con el jugo de un jugoso pakuri que había allí cerca. Luego de deleitarse con el pakuri volvió con la misma cautela y precaución,  y sin hacer ningún ruido se escondió detrás de su propia piel y se echó a dormir la siesta.

Transcurría el tiempo; el pobre jaguar  se moría de hambre y de sed; pero su rival, o mejor dicho, el caparazon  vacío de su rival la cigarra se veía aún sobre la rama, y el no entendia por