Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

491. El Caldero (Dinamarca)

October 09, 2023 Juan David Betancur Fernandez Season 6 Episode 25
491. El Caldero (Dinamarca)
Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
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Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
491. El Caldero (Dinamarca)
Oct 09, 2023 Season 6 Episode 25
Juan David Betancur Fernandez

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Había una vez una viuda que vivía con su hijo en una pobre choza y cuya única riqueza era una vaca. Pero también esta riqueza se esfumó. Un día, se presentó el casero a reclamar el pago del alquiler, así que la viuda tuvo que mandar a su hijo a la feria para que vendiese la vaca y consiguiese el dinero que le hacía falta para saldar la deuda.

El muchacho se puso en marcha muy temprano. A mitad de camino, se encontró con un viejo que llevaba un caldero toda oxidada.

-¿Adónde vas con esa vaca?

-Voy al mercado a venderla -respondió tristemente el muchacho, y le contó al viejo lo que había ocurrido.

-No te aflijas -lo consoló el viejo. Yo mismo te compraré la vaca. Te daré a cambio este caldero.

-No puedo hacer este cambio. Mi madre necesita dinero contante y sonante.

-No tengas miedo -sonrió el viejo. Este caldero también te traerá dinero, créeme. Cuando llegues a casa, ponla al fuego y ya veras.

El muchacho se fió de lo que el viejo le decía. Le entregó la vaca, cogió el caldero oxidada y volvió deprisa a su casa. La pobre viuda, al verlo, se llevó las manos a la cabeza:

-¿Qué has hecho, hijo insensato? ¿Has cambiado la vaca por una viejo caldero? Ni siquiera tenemos comida para meter dentro de ella.

Y lloraba y se lamentaba. El chico bajó la cabeza, pero enseguida recordó lo que el viejo le había dicho y puso el caldero al fuego. En cuanto la tocaron las llamas, el caldero tembló y dijo:

-Op-lá, op-lá, yo salgo ya.

-¿Adónde? -preguntó el joven.

-A la cocina del casero -respondió el caldero y desapareció, pero no por mucho tiempo.

Muy pronto se oyó en la chimenea un gran estruendo y el caldero se colocó delante de ellos en la mesa, llena de sopa de cocido. Madre e hijo cogieron las cucharas y comieron hasta saciarse, como hacía mucho tiempo que no les ocurría. Después, sin embargo, la vieja volvió a lamentarse:

-¿Qué has hecho, hijo insensato? Has cambiado la vaca por una viejo caldero. Hoy ya hemos comido bastante, pero ¿qué sucederá mañana?

El muchacho bajó la cabeza, pero enseguida se acordó de lo que le había dicho el viejo y puso el caldero al fuego por segunda vez. En cuanto las llamas la calentaron, el caldero comenzó a temblar y dijo:

-Op-lá, op-lá, yo salgo ya.

-¿Adónde?

-A la despensa del casero.

El caldero desapareció pero, y después de un rapto se oyo un gran estruendo en la chimenea y de nuevo el recipiente se colocó en la mesa, lleno de carne, tocino y patatas.

Madre e hijo llenaron todo el armario con estos víveres. Pero después la viuda volvió a lamentarse:

-¿Qué has hecho, hijo insensato? Has cambiado la vaca por una viejo caldero. Tenemos comida por lo menos para una semana, pero ¿con qué le pagaremos el alquiler al casero?

El muchacho bajó la cabeza, pero enseguida se acordó de lo que le había dicho el viejo y puso el caldero al fuego por tercera vez. En cuanto las llamas la calentaron, el caldero comenzó a temblar y dijo:

-Op-lá, op-lá, yo salgo ya.

-¿Adónde?

-A la sala del tesoro del casero -dijo el caldero y desapareció.

En cuanto se volvieron para ver dónde estaba, se oyó un gran estruendo en la chimenea y el caldero reapareció sobre la mesa, esta vez llena de monedas de oro.

Antes de que la viuda y su hijo pudiesen contar el dinero, un grito terrible brotó de la chimenea. Era el casero, que estaba en la campana y no podía ir ni hacia arriba ni hacia abajo.

¿Qué había ocurrido? El casero había sorprendido a el caldero mientras escapaba por la ventana después de haberse llenado de monedas de oro. Entonces, sin perder tiempo, la había cogido por el asa y no se desprendió de ella ni siquiera cuando el caldero salió volando por el aire. Así, voló él también hasta la chimenea de la pobr

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Había una vez una viuda que vivía con su hijo en una pobre choza y cuya única riqueza era una vaca. Pero también esta riqueza se esfumó. Un día, se presentó el casero a reclamar el pago del alquiler, así que la viuda tuvo que mandar a su hijo a la feria para que vendiese la vaca y consiguiese el dinero que le hacía falta para saldar la deuda.

El muchacho se puso en marcha muy temprano. A mitad de camino, se encontró con un viejo que llevaba un caldero toda oxidada.

-¿Adónde vas con esa vaca?

-Voy al mercado a venderla -respondió tristemente el muchacho, y le contó al viejo lo que había ocurrido.

-No te aflijas -lo consoló el viejo. Yo mismo te compraré la vaca. Te daré a cambio este caldero.

-No puedo hacer este cambio. Mi madre necesita dinero contante y sonante.

-No tengas miedo -sonrió el viejo. Este caldero también te traerá dinero, créeme. Cuando llegues a casa, ponla al fuego y ya veras.

El muchacho se fió de lo que el viejo le decía. Le entregó la vaca, cogió el caldero oxidada y volvió deprisa a su casa. La pobre viuda, al verlo, se llevó las manos a la cabeza:

-¿Qué has hecho, hijo insensato? ¿Has cambiado la vaca por una viejo caldero? Ni siquiera tenemos comida para meter dentro de ella.

Y lloraba y se lamentaba. El chico bajó la cabeza, pero enseguida recordó lo que el viejo le había dicho y puso el caldero al fuego. En cuanto la tocaron las llamas, el caldero tembló y dijo:

-Op-lá, op-lá, yo salgo ya.

-¿Adónde? -preguntó el joven.

-A la cocina del casero -respondió el caldero y desapareció, pero no por mucho tiempo.

Muy pronto se oyó en la chimenea un gran estruendo y el caldero se colocó delante de ellos en la mesa, llena de sopa de cocido. Madre e hijo cogieron las cucharas y comieron hasta saciarse, como hacía mucho tiempo que no les ocurría. Después, sin embargo, la vieja volvió a lamentarse:

-¿Qué has hecho, hijo insensato? Has cambiado la vaca por una viejo caldero. Hoy ya hemos comido bastante, pero ¿qué sucederá mañana?

El muchacho bajó la cabeza, pero enseguida se acordó de lo que le había dicho el viejo y puso el caldero al fuego por segunda vez. En cuanto las llamas la calentaron, el caldero comenzó a temblar y dijo:

-Op-lá, op-lá, yo salgo ya.

-¿Adónde?

-A la despensa del casero.

El caldero desapareció pero, y después de un rapto se oyo un gran estruendo en la chimenea y de nuevo el recipiente se colocó en la mesa, lleno de carne, tocino y patatas.

Madre e hijo llenaron todo el armario con estos víveres. Pero después la viuda volvió a lamentarse:

-¿Qué has hecho, hijo insensato? Has cambiado la vaca por una viejo caldero. Tenemos comida por lo menos para una semana, pero ¿con qué le pagaremos el alquiler al casero?

El muchacho bajó la cabeza, pero enseguida se acordó de lo que le había dicho el viejo y puso el caldero al fuego por tercera vez. En cuanto las llamas la calentaron, el caldero comenzó a temblar y dijo:

-Op-lá, op-lá, yo salgo ya.

-¿Adónde?

-A la sala del tesoro del casero -dijo el caldero y desapareció.

En cuanto se volvieron para ver dónde estaba, se oyó un gran estruendo en la chimenea y el caldero reapareció sobre la mesa, esta vez llena de monedas de oro.

Antes de que la viuda y su hijo pudiesen contar el dinero, un grito terrible brotó de la chimenea. Era el casero, que estaba en la campana y no podía ir ni hacia arriba ni hacia abajo.

¿Qué había ocurrido? El casero había sorprendido a el caldero mientras escapaba por la ventana después de haberse llenado de monedas de oro. Entonces, sin perder tiempo, la había cogido por el asa y no se desprendió de ella ni siquiera cuando el caldero salió volando por el aire. Así, voló él también hasta la chimenea de la pobr