Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

196. El Condor de los Andes (Leyenda Peruana)

July 13, 2020 Juan Betancur Season 2 Episode 92
Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
196. El Condor de los Andes (Leyenda Peruana)
Show Notes


 

Había una vez en las altas montañas de los andes suramericanos,  en la región del cusco, un campesino que tenía una hija muy bella que todos los días salía a recoger flores para su casa y a cuidar las ovejas de su padre. Un día la joven encontró un hombre vestido de un bello traje negro y collar blanco que se le acerco a preguntarle de quien eran las ovejas. La Joven le respondio que de su padre y el joven se retiro por el camino. 

 

Al día siguiente el joven volvio al lugar donde se encontraba la bella muchacha y le trajo un pequeño regalo que ella agradeció. Despues de eso, día tras día el joven llegaba hasta la montaña donde se encontraba la joven y la acompañaba mientras cuidaba las ovejas  y después de algunos dias se hicieron amigos. 

 

Un día la joven y el muchacho de vestido negro comenzaron a jugar a volar y el joven le dijo. Cierra los ojos y yo te alzare para que sientas que esta volando. 

 

La muchacha cerro sus ojos y de pronto sintió que sus pies se elevaban de la tierra y sintio que el viento le daba sobre la cara y su pelo se movia al ritmo del viento. Cuando abrio los ojos vio que efectivamente estaba volando y que bajo sus pies estaban los verdes campos de las montañas de cusco. 

 

La muchacha estaba volando sin saber como pero solo sentía que detrás de ella aquel muchacho la sostenia con sus brazos.

 

De pronto llegaron a lo alto de una montaña y allí vio que había una cueva. La muchacha sintio que el muchacho la dejaba allí y dandose vuelta vio que aquel muchacho era realmente un condor de los andes. Grande, fuerte y majestuoso, con sus alas abiertas. 

 

El condor le explico que el la amaba y que no la dejaría volver donde su padre. 


Por un mes, dos meses, el cóndor cuidaba a la mujercita. Le daba toda clase de carne: carne asada, carne cocida. Cuando habían estado unos años juntos, ella llegó a ser mujer.

 

La jovencita dio a luz un niñito, pero lloraba día y noche por su padre, a quien había dejado en la comunidad. “¿Cómo puede estar solo mi padre? ¿Quién está cuidando a mi padre? ¿Quién está cuidando a mis ovejitas? 

 

Devuélveme al lugar de donde me trajiste. Devuélveme allá”, le suplicaba al cóndor. 

Pero él no le hacia caso.

 

Un día un picaflor apareció. La joven le dijo: “¡Ay, picaflorcito, mi picaflorcito! ¿Quién hay como tú? Tienes alas. Yo no tengo ninguna manera de bajar de aquí. Hace más de un año, un cóndor, convirtiéndose en joven, me trajo aquí. Ahora soy mujer. Y he dado a luz a su niñito”. 

 

El picaflor le contestó: “Escúchame joven. No llores. Te voy a ayudar. Hoy día iré a contarle a tu papá donde estás, y tu papá vendrá a buscarte”. La joven le dijo: “Escúchame, picaflorcito. ¿Conoces mi casa, no? En mi casa hay hartas flores bellas, te aseguro que si tú me ayudas, toditas las flores que hay en mi casa serán para ti”.

 

Cuando dijo eso, el picaflor volvió contento al pueblo, y fue a decir al padre de ella: “He descubierto dónde está tu hija. Está en el nicho de un barranco. Es la mujer de un cóndor. Pero va a ser difícil bajarla. Tenemos que llevar un burro viejo”, dijo el picaflor, y contó su plan al viejo.

 

Fueron, llevando un burro viejo. Dejaron el burro muerto en el suelo. Y mientras el cóndor estaba comiendo el burro, el picaflor y el viejo ayudaron a la jovencita a bajar del barranco. 

 

Después llevaron dos sapos: uno pequeño, otro grande, y dejaron los sapos en el nicho del barranco. Bajaron el viejo y su hija y fueron hacia el pueblo. 

 

El picaflor fue donde estaba el cóndor, y le contó: “Oye, cóndor. 

 

Tu no sabes que desgracia hay en tu casa”.

 

“¿Que ha pasado?” el cóndor le preguntó“