Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

200. El hombre puntual

July 21, 2020 Juan Betancur Season 2 Episode 96
Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
200. El hombre puntual
Show Notes

 

Había una vez un hombre que había llegado a la estacion del tren una bella mañana de abril. El hombre en sus sesentas vivía solo en un pequeño apartamento en el centro del pueblo y todas las personas que lo conocían sabían que era una persona de habitos muy bien establecidos y puntuales. 

 

Todos los días el hombre salía a la misma hora a comprar el pan y siempre tomaba el mismo camino hasta la panadería. Los domingos puntualmente salía a misa y siempre tomaba el mismo camino de ida y vuelta a la iglesia. Nadie en el pueblo sabía a que se dedicaba pero reconocían que tenia ingresos suficientes para vivir sin preocuparse. 

 

Aquella mañana el hombre había salido de su apartamento  30 minutos antes y se había instalado en la estación del tren.

 

La estación de este pueblo generalmente despoblada puesto que por aquel tramo de las vía ferrea solamente pasaba un tren diario a las 11 de la mañana y este tren, siempre puntual, nunca se detenia en aquel pobre y polvoriento pueblo. 

 

La estación era pues un vago recuerdo de mejores tiempos.

 

Aquella mañana el hombre en sus sesenta se paro con anticipación en la estación faltando 5 minutos para las once y comenzó a mirar el reloj de la pared de la estación con ansiedad. El tiempo pasaba y  con cada segundo su ansiedad se iba incrementando. 

 

4 minutos para las 11… su rostro se veía mas y mas desencajado. 

3 minutos para las 11… Comenzó a mirar a todas partes y veía como el acceso a la plataforma estaba abandonado. 

2 minutos para las 11. Su talante ya estaba totalmente perdido y comenzaba a maldecir. La gente no aprende a ser puntual, la gente debería ser mas responsable. Se decía mientras miraba a su alrededor. 

Faltando un minuto para las 11 vio que un hombre se acercaba. Finalmente su corazón comenzó a tranquilizarse. El hombre se acerco y mirando al hombre en sus sesentas le dijo. 

Disculpeme la demora, para que me cito aquí. Las ultimas palabras casi no se distinguían gracias al sonido atronador que las ruedas del tren hacían a medida que se acercaba al lugar donde se encontraban los dos hombres. 

5 segundos para las 11. El hombre en sus sesenta con alivio y  con un movimiento rápido y bien calculado, alcanzo a empujar al otro hombre bajo las ruedas del tren que con precisión de reloj pasaba a la 11 de la mañana todos los días y se para si mismo se decía. 

 

La gente no entiende la importancia de la puntualidad.