Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

249. La rebelion de los cuentos

March 31, 2021 Juan Betancur Season 3 Episode 45
Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
249. La rebelion de los cuentos
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Habian una vez un cuentero que vivía en Camboya. El cuentero era un viejo que tenia a su  cargo un joven muchacho llamado LoM.  Cuendo el niño se iba a dormir, el viejo  se acercaba dulcemente a su cama y le contaba un cuento para que se durmiera. 

 “Cuéntame otro cuento, por favor”, suplicaba Lom. “No ya es hora de dormir”, contestaba el viejo con dulzura y abrigando al muchacho lo dejaba dormir. Así que el pequeño se acurrucaba en su cama y pensaba en la historia que acababa de escuchar y lentamente se levantaba y tomaba una bolsa vieja que tenia colgada en su cuarto y allí contaba el cuento de nuevo y cerraba la bolsa para que el cuento no se le volara.

Desde que Lom era muy niño, el viejo le contaba cada noche historias maravillosas: cuentos sobre enormes gigantes y poderosos magos, tigres feroces y sabios elefantes, emperadores opulentos y hermosas princesas. Cada noche tocaba una historia nueva, y a Lom le encantaba escucharlas. Sabía que el viejo  había oído los cuentos de labios de su madre, su abuela, su bisabuela, y que eran historias muy antiguas. 

Lom solía alardear delante de sus amigos de saberse muchos cuentos. “¿Por qué no nos cuenta uno?”, le pedían una y otra vez. “No –gritaba Lom-, son míos, y no se los contaré a nadie”.

Todo el mundo sabe que los cuentos están para ser contados, pero como Lom no los compartía con nadie, se iban quedando aprisionados ene esa vieja bols que el tenia  colgada en su habitación.

Lom siguió creciendo, acompañado por los cuentos que el viejo le contaba cada noche, y se convirtió en un apuesto joven. Decidió casarse con una bonita joven de un pueblo vecino. La noche antes de la boda, el viejo oyó unos extraños murmullos en la habitación de Lom. ¿Qué será eso?”, refunfuño, y se puso a escuchar atentamente.

Los murmullos venían de la vieja bolsa. Eran los cuentos, que charlaban entre sí lamentándose: “Mañana el joven se va a casr y por su culpa nos vamos a quedar aquí encerrados en esta bolsa, sin poder seguir viajando por el mundo entre las mentes de los muchachos”.

 “Debió dejarnos salir”, se quejó otro cuento. “Le haremos pagarlo caaro”, gritó un tercero. “Tengo un plan”. Dijo el primer cuento. “Cuando vaya mañana al pueblo para la boda le entrará sed, asi que yo que soy un cuento de un pozo de agua me presentare en su camino y cuando beba el agua del pozo, le entrará un dolor de estómago terrible”.

 “Por si el plan no funciona, yo que soy un cuento sobre frutas me convertiré una sandia y cuando me vea y me coma, sufrirá un dolor de cabeza espantoso”, dijo el segundo cuento.

 “Yo me convertiré en serpiente y le morderé”, dijo el tercero. “Sentirá un dolor insoportable en la pierna.” Y los cuentos se rieron  tramando su venganza.

El viejo se quedó horrorizado. “¿Qué hago?”, se preguntó. “Tengo que evitarlo”. El criado pasó toda la noche entera pensando como salvar al joven.

Por la mañana, cuando Lom se disponía a partir en su caballo al pueblo vecino, el viejo  salió apresuradamente y agarró las bridas del animal. Guió al animal por las colinas hasta llegar a un pozo.

 “¡Alto! -gritó Lom-, tengo sed”, pero el anciano hizo seguir al caballo sin detenerse en el pozo. Al poco llegaron a sembrado repleto de sandias. “¡Para!, gritó Lom.

“Estoy muerto de sed. Quiero una sandía”. El anciano no quiso detenerse y siguieron adelante.

Llegaron al pueblo y durante la boda el viejo cuentero se pasó todo el tiempo mirando por todas partes, pero no vio ninguna serpiente.

Al anochecer, los novios se dirigieron a su casa. Los vecinos habían cubierto todo el suelo de la casa de alfombras.

De repente, el viejo entró corriendo en los aposentos de los novios. “¿Cómo te atreves a entrar aquí de ese modo?”

El viejo levantó la alfombra y dejó al descubierto una serpiente venenosa. La cogió por la cabeza y la tiró por la ventana. “¿Có