Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
729. Día 5 Novena de Navidad para niños (Infantil)
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Juan David Betancur Fernandez
elnarradororal@gmail.com
Había una vez una pareja llamada Jose y Maria Y como veíamos ayer había emprendido un difícil viaje desde Nazaret hasta Belen. Ya no estaban cerca de los riachuelos de su casa. Ahora estaban en el Desierto de Judea, Donde las montañas de arena y piedra parecen gigantes dormidos y donde la falta de agua hace más difícil pasar por allí.
No había sombra. El sol brillaba tanto que José y maría tenían que ponerse su manto sobre la cabeza para no quemarse con aquel Sol.
El viento Soplaba fuerte y les llenaba la ropa y el pelo de arena fina.
Era un trayecto difícil, pero la esperanza siempre estaba acompanandolos peso a las dificultades del camino.
En el día 5, José cuidaba la cantimplora de cuero como si fuera un tesoro. Cada sorbito de agua era para María. José, aunque tenía mucha sed, prefería que ella y el bebé estuvieran hidratados.
María, al ver a José tan cansado, le compartía de su pan y le decía palabras bonitas para que él no se rindiera. ¡Se daban ánimos el uno al otro!
En este día, el burrito ya estaba cansado. Sus patitas subían y bajaban por las piedras del camino. María le acariciaba las orejas y le susurraba: "Gracias, amiguito, ya casi llegamos". Pero el burrito sabía que llevaba una carga muy especial y caminaba con mucho cuidado para no tropezarse y que María no se cayera.
Cuando llegó la noche del día 5, José buscó una cueva pequeña entre las rocas para protegerse del viento frío de la noche.
Comieron dátiles (unas frutas muy dulces del desierto), pan seco y un poquito de queso.
Todo estaba en silencio absoluto. Solo se escuchaba el fuego de la pequeña fogata y el sonido de los grillos. María miraba las estrellas y sentía que una de ellas brillaba más que las demás... ¡como si las estrellas también estuvieran emocionadas por el nacimiento de Jesús!
Ellos no tenían miedo. Aunque estaban en medio de la nada, sentían en su corazón una paz increíble. Sabían que Dios era su guía. José revisaba las sandalias de María para ver si estaban bien y preparaba el camino para el día siguiente. Y así sabiendo que estarían a un día de camino de Belen y que Dios los acompañaba se prepararon para dormir