Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
76. Juan Machete
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Había una vez un hombre muy ambicioso cuyo nombre era Juan Francisco Ortiz; la gente lo llamaba Juan Machete, porque siempre llevaba al cinto un largo machete que mandó hacer de acuerdo a su estatura y por su habilidad para manejarlo.
Juan Machete quería ser el hombre más poderoso de toda la región, por lo que hizo un pacto con el diablo en el cual le entregaba su alma, así como la de su mujer e hijos, a cambio de mucho dinero, ganado y tierras.
El diablo le dijo a Juan que agarrara un sapo y una gallina, a los cuales debería coserle los ojos y enterrarlos vivos un Viernes Santo a las doce de la noche, en un lugar apartado, luego debería invocar el alma y el corazón. Juan cumplió con lo encomendado y después de invocarlo tres veces (Satanas, Satanas, Satanas), el maligno apareció diciendo: “El pacto está hecho, hasta el día que yo lo decida”.
A juan machete le llego una racha de buena suerte increíble, sus negocios prosperaban, sus tierras se volvieron muy fértiles, el ganado ni hablar, las vacas parían de a dos terneros y su fortuna crecía aceleradamente.
Unas noche, cuando está se partía en dos, un imponente bramido de un padrote (Macho reproductor) estremeció la pradera “Muuuuuuu”. Juan se levantó, pero nada extraño pudo ver.
A la madrugada siguiente se levantó temprano, y al ensillar su caballo divisó un imponente toro negro, con los cuatro cascos y los dos cachos blancos. Pasó este hecho desapercibido y se fue a trabajar como de costumbre.
En la tarde regresó de la faena y observó que el toro todavía se encontraba merodeando la casa. Pensó "será de algún vecino", trató de sacarlo de su territorio, pero esto no fue posible porque ningún rejo aguanto.
Un día recorría juan sus propiedades cuando un chivo le hablo: “Escucha esto Juan Machete, a tu hacienda llegaran unos trabajadores; contrátalos porque ellos te serán fieles servidores. Irán al mando de un hombre que llamarás Constantinoplo y lo bautizarás rezando un credo al revés, tus riquezas se duplicaran y no habrá hombre más rico en toda la región".
Y así lo hizo juan machete, bautizó a Constantinoplo y sus hombres se encargaron de todo, para convertirlo en el hombre más rico de la región, pero también, en el terrateniente más tirano y despiadado, abarcando las tierras los demás y sacándolos de sus cercanías.
Un día, Juan machete empezó a sentir miedo, presentía que se acercaba el momento en que debía pagar su deuda con el rey de las tinieblas. Pero como no hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague; todo lo que creció como espuma, se fue disolviendo, y vino la sequía trayendo la muerte de todos sus animales, mientras que el Toro negro permanecía.
Los trabajadores del diablo y su familia también lo abandonaron, adentrándose en la profundidad del bosque. Su casa resulto destruida por un voraz incendio, y con ella la mayoría de sus riquezas. Su cabalgadura y el toro negro fueron los únicos testigos.
Después de quedar sólo, su ambición lo llevo a recoger en cofres el resto de tesoros que le quedaban, paso seguido se internó en el bosque y escondió todas sus riquezas en una cueva subterránea. Arrepentido del pacto que hizo, desapareció en las entrañas de la selva, luego de un tiempo murió y fue a pagar su deuda con el maligno.
Cuenta la leyenda y los viejos de la serranía de la macarena en Colombia que el alma de Juan Machete todavía deambula por esas tierras
Y se puede ver ver a un hombre que deambula echando fuego por la boca y que impide que se desentierre sus tesoros, asustando y sacando a planazos a todo el que intente acercarse.
Y aun se dice que hay un toro negro que camina por los pastizales llevado de un ser demoniaco llamado Constant